Es importante que
uno pueda desarrollar su propio estilo e irlo puliendo con el tiempo. Esto
tiene que ver con el desempeño profesional de cada persona. En mi caso, yo
trato de escribir de un modo original, aunque a veces hay noticias que no
admiten mucha creatividad y que parecen sacadas del mismo molde. Puedo escribir
una crónica o un relato, pero sea como fuere, lo que yo busco es que ese texto
tenga mi impronta. Hay varias alternativas para explorar, lo que ocurre es que
habrá quienes se sientan más cómodos siguiendo un estilo de redacción
tradicional y expresen su renuencia a titulares más descontracturados. Hay que
despojarse de la pátina de vanidad que es frecuente es este oficio para no
descuidar el rol central que corresponde a la prensa independiente.
Encontrar un
estilo puede plantearse como una aspiración vinculada a diferenciarse de los
demás, o bien puede ser simplemente una forma de escribir que resulte cómoda
para ese periodista. La información se compone de datos y cifras y ellos deben
estar más allá de la impronta que le otorgue cada uno al desarrollo
informativo. Aunque existen criterios que se pueden priorizar según la
relevancia que tenga el contenido de cada texto.
Este blog es un espacio en el cual yo cultivo una faceta distinta a la de una noticia, porque los tópicos y contenidos que se abordan aquí son distintos también. No me gusta reiterarme o volverme aburrido en lo que pretendo expresar, aunque sé que no es posible que suceda porque los problemas que atraviesan a la comunidad se repiten sin ningún atisbo de solución. La confianza y la química con el lector se va construyendo en base a volver reconocibles determinadas formas de redactar. Hay lectores que sienten que ese periodista o escritor les está hablando solamente a ellos, y lograr eso es maravilloso. Enriquece totalmente la experiencia para ambas partes. Si bien uno muchas veces escribe para dirigirse a un determinado público, no es taxativo ni excluyente. No sabemos qué franja etaria, o de qué sexo, lee un portal digital.
Un artículo
periodístico debe ser legible para cualquier persona que reúna las competencias lingüísticas básicas. El rol de la prensa y de los periodistas es relevante para forjar
una sociedad democrática. Y la pluralidad de voces tiene que ver con eso. Con
garantizar el derecho al acceso de la información sin que nadie se sienta ajeno
o extraño al momento de tomar contacto con una noticia.
Hay hechos que no
cobran importancia cuando ocurren, sino con el paso de los días, y esto es así
–en parte- porque son hechos de seguimiento. Un asesinato, un accidente de
tránsito, un robo más del montón, si continúan provocando preocupación en la
gente, dan impulso para que el cronista los vaya siguiendo y aportando más
datos a la información brindada en primera instancia. Si se puede dialogar con
fuentes ligadas a la investigación, contamos con fuentes oficiales que aportarán
mayores precisiones.
En Lobos son
contados los casos en los que se accede a información oficial sobre hechos de
inseguridad. La Policía sólo envía unos pocos partes de prensa por mes, y a
veces uno toma conocimiento de un determinado delito porque las víctimas
publican en las redes sociales filmaciones de sus cámaras de seguridad o lo
denuncian por esas vías de comunicación. La falta de operativos de prevención
de la delincuencia sigue siendo una asignatura pendiente de esta gestión
municipal.
El país está en una situación que requiere de un periodismo comprometido. Mientras muchos se dejan seducir por los cantos de sirena libertarios, están aquellos que nos permitimos disentir, sin por ello ser “ensobrados” como se nos suele acusar desde el oficialismo. Es necesario ser prudentes y equilibrados en el análisis, no se trata de tirar para un lado o para otro. Hay gente de la oposición que se rasga las vestiduras con “los más vulnerables” o “los que menos tienen” y se han hecho millonarios a costa de los pobres que los votaron. Eso también es cierto y corresponde decirlo para esos tipos no regresen camuflados a ocupar un cargo público. La Provincia de Buenos Aires es un descontrol que no viene de ahora, sino de larga data. Y abundan aquellos que por conveniencia ideológica están bancando ese aquelarre. Sin embargo, es un grosero error señalar a la Provincia como el “Far West” por los crímenes que allí se cometen, como si en CABA o en otros distritos la tranquilidad fuera absoluta. Se demoniza al Conurbano, lo cual es una caracterización exagerada y caprichosa, como si en ese conglomerado urbano no vivieran personas honestas y de trabajo. Los delincuentes son minoría, afortunadamente. Vivir en La Matanza es una condición igual a la de vivir en cualquier otra parte. No se puede caer en la bajeza de discriminar a nadie por su lugar de residencia.
Los que ya peinan algunas canas recordarán cuando se dijo que Lobos era la ciudad más segura, y el daño que nos hizo esa supuesta distinción, ya que los chorros hicieron de las suyas en lo sucesivo para tirar por tierra esa apreciación antojadiza y desmesurada. Supuestamente, se podía dejar una bicicleta sin candado a cualquier hora del día, pero queda demostrado que eso es inviable en la vida real. No es casualidad que cada vez más propiedades tengan rejas, alarmas o cámaras. Si no fueran necesarias, la gente no gastaría parte de su presupuesto en proteger sus bienes. Todo lo demás es pura cháchara. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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