Ayer fui a una
consulta médica en Empalme. Uso el colectivo, viajo una vez por mes. Me
sorprendió en esta ocasión la urbanización que hay en la zona, digo esto porque
a menudo no le presto atención al paisaje. La verdad es que, como quedó
demostrado en 2023, la cantidad de votos que obtenga un candidato de esa
localidad puede definir el resultado de una elección. En aquel año, Martín
Carriquiry, candidato del PJ, sacó una diferencia notable en las mesas de
Empalme que casi le alcanza para lograr una paridad en los comicios. Perdió por
el oficialismo por casi 1.000 votos, una pena para muchos vecinos que anhelaban
un cambio. Pero no caben dudas de que Martín pedirá revancha en 2027, es una persona
joven y con mucha capacidad de sobreponerse ante las adversidades. Hacer una
campaña siendo oposición siempre es difícil, porque se supone que el
oficialismo tiene una gestión para mostrar, aunque en este caso hubo otras
variables que gravitaron en la intención de voto.
Empecé esta nota
comentando que fui a una consulta médica, que consiste en un chequeo mensual
para controlar mi salud y asegurar de que todo esté en orden. Pero sigo: Detenerse al ver las
ruinas del ferrocarril puede ser desalentador, pero Empalme ya ha asumido un
perfil más residencial, con otro tipo de habitantes que no son necesariamente
ferroviarios, sino inversores que se ver atraídos por los loteos a un precio
accesible. Claro que si uno trabaja en la zona céntrica necesita de alguna
movilidad para trasladarse todos los días, ya que la frecuencia de circulación
del bondi no siempre te deja en horarios adecuados. Comprar un terreno es el
primer paso para soñar con construir la casa propia. Conozco gente que ha
apostado a un lote y para conseguirlo ha vendido su auto, ya que no veía otra
forma de hacerse del dinero para concretar la operación. Hace 30 o 40 años, no
era tan complicado poder acceder a una propiedad, nuestros padres y abuelos
pudieron llegar a esa meta sin tener que hacer un gran esfuerzo, con un trabajo
de 8 horas alcanzaba, y hoy es evidente que los salarios son bajos porque
cualquiera puede calcular cuántos sueldos se necesitan para comprar un terreno.
Eso, siempre y cuando el dólar no pegue un salto.
Ante la ausencia de los Procrear, no hay nuevas líneas de crédito que sean accesibles para el bolsillo promedio. Quienes son inquilinos seguramente ya han contemplado todas estas posibilidades, y se encuentran con una gran desazón al saber que su situación continuará siendo la misma por un largo tiempo. Otra cosa que antes no se veía era a personas de 30 o 40 años viviendo con sus padres. Hoy, ante la falta de recursos, es una realidad cada vez más común. Cuesta mucho dinero independizarse, pagar los impuestos, la alimentación, los remedios, el transporte, los combustibles. Es un combo gigantesco que durante años ninguna autoridad se preocupó por mitigar. Y si tenés hijos, habría muchos gastos más por sumar. Cuota del colegio (si lo llevás a una escuela privada), útiles escolares, ropa, y todo lo que se necesita para el esparcimiento que es propio de un niño o niña. Debe ser uno de los motivos por los cuales la tasa de fecundidad y natalidad en la Argentina ha bajado tanto. Nadie puede asumir la responsabilidad de formar una familia numerosa si no cuenta con los recursos para sostenerla. Por supuesto que no todo pasa por la plata, gente como yo y muchos más hemos decidido no tener hijos por diversos motivos, y eso también es respetable. Por el momento no estoy en pareja, y para poder concebir un bebé se necesitan dos, de manera que no está en mis planes a menos que la situación cambie. Quizás si estoy en una posición económica más holgada, en un futuro pueda adoptar, pero esto lo digo ahora, nunca lo pensé seriamente. No es una decisión para tomar a la ligera. Lo que se ve es lo que mencioné antes: Nacen menos niños, y las parejas eligen convivir en lugar de casarse. Creo que es una tendencia global, no sólo en Argentina. Llegado el caso una pareja se separa, y de ese modo se evita la disolución del vínculo mediante un divorcio, que no es grato para nadie.
Las costumbres cambiaron. Los hábitos alimentarios, las
tendencias, los objetos de valor, no son los mismos de hace 20 o 30 años,
quizás porque algunos no existían. Tener el último modelo de IPhone es para
muchos un símbolo de status, pero hace dos décadas no existía y entonces el
objeto de deseo era otro: Un auto, buena ropa, un chalet con pileta… no sé. Los
pibes de ahora toman más café, por ejemplo, porque se pusieron de moda las
cafeterías de especialidad, de hecho, en Lobos hay unas cuantas. Antes era un
hábito de viejos y los jóvenes tomaban cerveza o tragos. Eso está cambiando
también. Pero tener un registro preciso de esas vueltas de tuerca que provocan
los años no es tan sencillo como parece. Nos dejamos arrastrar por la
corriente, porque la vida es un proceso de adaptación. Así como la televisión
cambió la forma de entretenimiento de toda una generación, luego vino Internet
y más acá en el tiempo llegó la telefonía celular para pegar el zarpazo y ganar
la batalla de la portabilidad. Que se pueda tener acceso a Internet al alcance
de la mano es uno de los cambios más sustanciales, y que las redes sociales se
hayan insertado como algo natural es parte de ese proceso. Nos estamos viendo
pronto. Punto final.
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