Siempre que surge alguna dificultad (lo cual ocurre con frecuencia), hay que encontrar ganas para seguir. Generalmente uno piensa en la gente que está peor, que padece una enfermedad crónica, y que aún así, transita por la vida con dignidad. Y entonces se da cuenta de que las quejas son nimiedades al lado de personas que cargan con una mochila demasiado pesada.
Tal vez esté haciendo filosofía barata, pero siento que el único camino que nos queda por recorrer es éste, y lo que venga después...nunca lo sabremos. Es sorprendente lo rápido que pasa el tiempo. Y por lo tanto, lo rápido que envejecés hasta convertirte en un anciano de esos que tanto criticabas o que te rompían las bolas en tus años de juventud. Porque la juventud es breve, y empiezan a surgir ciertas pautas de la sociedad, como tener hijos o casarse, que a mí no me interesan. Yo haré esas cosas el día que esté convencido, no cuando mi fecha de nacimiento me lo indique. ¿Para qué vas a traer hijos a este mundo si no los vas a poder alimentar, vestirlos, cuidarlos, y brindarles una buena educación? Y si pasás mucho tiempo fuera de tu casa porque tenés que trabajar y llegás cansado, ¿Cuántos minutos de tu tiempo estás dispuesto a dedicarle a tus hijos? Eso es lo que mucha gente no entiende. Yo no soy un sabio, pero desde afuera uno puede ver que estas cosas suceden todo el tiempo. Por eso, retomando el párrafo inicial, hay que tener fuerzas y ganas para seguir. Y dejar que el resto piense lo que quiera de vos. Lo cual no es nada sencillo, sobre todo en los pueblos que son "infierno grande". Pero es la única manera de dormir tranquilo. Punto final.
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4 de abril de 2015
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