19 de abril de 2019

Hoy ya no soy yo - parte 2


Viernes por la noche en la ciudad. Aquí estoy actualizando el blog, para despuntar el vicio de escribir y no perder el contacto con los que están del otro lado. Aunque no haya ningún cambio aparente, siento que la sociedad está haciéndose oír aprovechando distintos medios que antes no existían. A veces no es uno el que cambia porque lo desea, sino que hay circunstancias que se fuerzan a hacerlo. Yo, en esencia, voy a seguir siendo el mismo. Se trata más bien de modificar hábitos, costumbres, que es propio de la edad que tengo y de que persigo otros intereses que antes me eran ajenos. Y las prioridades son otras, como pensar seriamente en ganarse la vida con una profesión, generar un rédito económico suficiente para atravesar los eternos momentos complicados del país de la mejor manera posible. Por eso, además de continuar buscando aquello que me genere ingresos, estoy abierto a todas las ofertas de laburo que me hagan.

Estar encerrado entre cuatro paredes porque estás enfermo o el motivo que fuere es horrible. Cuando por fin te recuperás pensás que el mundo se detuvo durante tu convalecencia, y en rigor de verdad todo sigue igual. Nadie es imprescindible,  y el lugar que hoy ocupo yo mañana lo ocupará otro sin ninguna dificultad. Sí es cierto que hay personas más talentosas que otras, y son esas personas las que dejan un vacío cuando mueren o deciden retirarse. Pero tarde o temprano todos volvemos al polvo y lo único que nos espera es el olvido. No sé, quizá habría un par de casos en los que podríamos hacer una excepción. Pero mientras estamos vivos, nos cuesta distinguir lo imprescindible de lo superfluo, lo necesario de lo accesorio, lo genuino del refrito.

Me llamó la atención la cantidad de lobenses que tuvieron el privilegio de haber viajado a Francia en años anteriores y fotografiarse con la célebre Catedral de Notre Dame, por lo menos a juzgar por las decenas de imágenes que se fueron posteando en Facebook, en un ejercicio de vanidad que a uno lo lleva a pensar: “¿Qué quieren mostrar?”. Porque si yo o cualquiera estuviera interesado en conocer cómo era la catedral antes del incendio, basta con buscar los millones de fotos que nos ofrece Google.

Y en ese darnos cuenta, es posible se nos vaya la vida, hasta que en algún momento descubrimos lo realmente importante. Eso que hace que el esfuerzo valga la pena y nos convierte en personas con iniciativa y voluntad.

Es el tiempo del periodismo digital. Y no vayan a creer que cambia mucho respecto de un diario impreso. Si querés hacer las cosas en serio, los principios éticos son los mismos. Y siempre conviene tener un archivo, guardar las notas viejas porque si lo hacés notarás que hay contradicciones muy evidentes, sobre todo en los políticos. 

Acabo de leer, en una vieja revista, cuando el crecimiento de los blogs en la Argentina era incipiente, que un blogger alertaba sobre el llamado "síndrome del blog en blanco". No daba mayores precisiones acerca de qué se trataba, pero no hay que ser demasiado astuto para suponerlo. Crear un blog es relativamente sencillo. El desafío es mantenerlo. He entrado a numerosas páginas cuyos posteos más recientes tienen dos o tres años.

Las modestas opiniones que suelo compartir aquí, las promociono a mi manera, las doy a conocer en espacios donde sé que alguien se puede llegar a interesar por leerlas. No me interesa que por cada texto que escribo reciba 100 comentarios de personas que ni siquiera conozco. Si sucediera algo así alimentaría un poco el ego, pero no sé hasta qué punto. Hay gente que no tiene ni idea de lo que es un blog, y no me parece mal. Si no te interesa algo, no tenés por qué prestarle atención. Es algo "casero", dado que uno hace para difundir algo, no para facturar. Obviamente, si alguien le puede encontrar la veta comercial a esto me parece perfecto, pero no es la idea. Al menos para mí. Es fácil sumar visitas cuando tenés un blog en el cual ofrecés links para bajar música en mp3, o películas completas. Por el contrario, cuando sólo te respaldás por lo que escribís, la cosa cambia.

A veces me cuesta asimilar la idea de que ya estamos promediando abril (sí, los nombres de los meses del año se escriben sin mayúsculas) y los 31 días de su antecesor transcurrieron sin pena ni gloria, en medio de la más absoluta intrascendencia y tedio. 31 días de nuestras vidas, en los cuales soportamos el agobio del calor, de los opinólogos, de los mosquitos, de los familiares de lugares remotos que brotan de la tierra como por arte de magia y deciden por "motu propio" venir a visitarte. De acuerdo con la siempre creíble pantalla de Crónica TV, dejamos atrás el famoso slogan "estalló el verano", circunstancia que resultaba más que evidente en los cuerpos bronceados y sudorosos de las modelos "top" del momento, estrellas fugaces que aprovechan la siempre codiciada costa uruguaya para ganar notoriedad y presencia mediática, que suele durar lo que un suspiro, dado que para el verano cosecha 2020 la modelo "top", la chica de tapa,  será otra, más longuilínea que la anterior, y con un lenguaje más procaz y desprejuiciado, como parece ser la tendencia en boga, según la cual la que no confiesa una noche de sexo salvaje con algún futbolista o empresario en ascenso no es digna de ser tapa de "Gente" o "Caras".

Fueron meses de "hits" estivales de alta rotación radial, de esos que torturan la salud auditiva de cualquier ser humano racional, y que son profusamente descargados en pendrives o en reproductores MP3 para luego ser borrados tan pronto como asoma abril o mayo y los destellos de colores del otoño emprenden su llegada.

La rueda sigue girando, el tiempo no para, no hay manera de detenerlo, y por obvio que resulte, no deja de provocarnos la angustia de sentir que todo es demasiado efímero para ser real. Punto final.

Un resumen de 20 años

  Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para ...