Noche de lunes 1° de abril en Lobos. Termino la jornada bastante cansado físicamente, anduve mucho en bicicleta de aquí para allá, para redactar notas y dar comienzo a las cobranzas. Es decir, recoger los frutos de todo un mes de trabajo. Ya casi no voy caminando a ningún lugar, me acostumbré tanto a la bici que llego más rápido a todos lados. Quisiera pensar en un país donde la mayoría de la gente esté contenta, que sienta que sus derechos son respetados, que no tenemos un "Estado bobo" que es una sanguijuela para los ciudadanos.
Cuando hemos atravesado un período de relativa prosperidad, ha sido efímero, porque en la dirigencia política prima la desmesura y el saqueo. Redoblan la apuesta, lo poco que hicieron bien lo quieren dinamitar sin darse cuenta de que todo tiene un límite. Es como el jugador que acierta en el Casino y que lo primero que hace es comprar más fichas para que la ruleta o el poker lo terminen aniquilando. La adrenalina y la ludopatía pueden más que la racionalidad.
Como suele suceder, a nuestros representantes les encanta hablar del "Estado presente", mientras dejan a millones de argentinos abandonados a su suerte. No todos quienes cobran un plan social son vagos o inútiles, hay gente que realmente lo necesita y como sucede con todo, siempre habrá abusos e irregularidades. El gran problema argentino es el fascismo que hay, la violencia y la intolerancia. Quizás por eso la película "Relatos salvajes" caló tan hondo en los espectadores, porque es un espejo de la sociedad. Hablar de la política como "herramienta transformadora" en la Argentina 2019, parece casi un chiste. La transformación la hacen quienes trabajan todos los días luchando por un futuro para sus hijos.
Duele vivir en un país donde todos quieren sacar ventaja, donde cada uno busca la manera de salvarse sin importarle cuántas cabezas tienen que rodar. Cuánta ingenuidad hay en aquellos que decían que como Macri es millonario no iba a "robar" o a tener actos corruptos (véase Panamá Papers). El problema no es su patrimonio, sino que el poder es impunidad y estar en una determinada posición parece otorgarte con derecho a todo. Si aún no ha ocurrido un estallido social como en 2001 (motivos no faltan), es porque la mayoría queremos que este Gobierno termine su mandato, que cumpla con el período para el cual fue elegido conforme la Constitución, y que paguen el costo político de haber sumido al pueblo en la miseria. Excepto, claro está, que consigan un aguantadero en el Congreso para asumir como Diputados o Senadores y tener inmunidad con los infames fueros. Y si el kirchnerismo vuelve no será por méritos propios, sino por la incapacidad de otros. Punto final.
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