Pienso que la vida no es bella, como reza el título de la célebre película. En rigor de verdad, no es más que un ciclo biológico, pero sí podemos otorgarle belleza al modo en el cual lo transitamos. Aprendemos a afrontar situaciones inesperadas, algunas ingratas, todo el tiempo, y aunque ello nos deje un sabor amargo, sabemos que estaremos mejor preparados si nos vuelve a suceder algo parecido.
A mi modo de ver, ser equilibrado es una buena forma de vivir. Ojo, no digo ser mesurado, aunque la desmesura tampoco es aconsejable. Cuando vos podés equilibrar tus emociones, responder de un modo inteligente y evitar que te desborden, vas a disfrutar más cada día, porque el estrés es la epidemia de este siglo y nunca nos disponemos a dedicar unos minutos a nosotros mismos. Claro, es fácil decirlo cuando alguien está en una posición como yo que no me falta un plato de comida en la mesa. Es verdad que hay gente que lo está pasando muy mal. Y sin hambre no se puede pensar, o mejor dicho, lo único que pensás es en buscar algo para llenar el estómago.
No es ningún secreto que en pleno siglo XXI, cada vez más argentinos dan pelea diariamente para poder comer, una necesidad básica. Se las rebuscan como pueden para llegar a fin de mes, y darles lo mejor a sus hijos. Esos chicos que tendrán que salir a trabajar a una edad en la cual otros están jugando o van a recrearse con los juegos de la plaza. Esos chicos que se convierten en hombres antes de lo previsto, porque tienen que convivir con el mundo de los adultos para ganarse un peso. Esos pibes que vemos mendigar u ofrecer estampitas en el tren o en el subte.
Para ellos, definitivamente la vida dista de ser bella, se asemeja más a una lucha diaria por subsistir. Las profundas desigualdades sociales se han acentuado en los últimos años, por motivos que sería largo enumerar y que además muchos de los lectores conocen. Asimismo, esto hace que se desdibuje nuestra identidad como nación. Muchas veces, para apaciguar una discusión, solemos decir: "Somos todos argentinos". Lo cierto es que la Argentina se ha convertido en un "no-lugar" para muchos compatriotas, una tierra arrasada que los expulsa progresivamente. No es inconcebible que no se pueda comprar un corte de carne o un litro de leche. Se vuelven inaccesibles porque no alcanza la guita, siendo que no representan un lujo ni mucho menos.
Quienes aún tenemos la posibilidad de contar con los alimentos y los remedios para nuestra salud, podemos considerarnos satisfechos y reconstruir el ejercicio de vivir, transitando la vida con dignidad y sin descuidar su belleza intrínseca. Punto final.
Para ellos, definitivamente la vida dista de ser bella, se asemeja más a una lucha diaria por subsistir. Las profundas desigualdades sociales se han acentuado en los últimos años, por motivos que sería largo enumerar y que además muchos de los lectores conocen. Asimismo, esto hace que se desdibuje nuestra identidad como nación. Muchas veces, para apaciguar una discusión, solemos decir: "Somos todos argentinos". Lo cierto es que la Argentina se ha convertido en un "no-lugar" para muchos compatriotas, una tierra arrasada que los expulsa progresivamente. No es inconcebible que no se pueda comprar un corte de carne o un litro de leche. Se vuelven inaccesibles porque no alcanza la guita, siendo que no representan un lujo ni mucho menos.
Quienes aún tenemos la posibilidad de contar con los alimentos y los remedios para nuestra salud, podemos considerarnos satisfechos y reconstruir el ejercicio de vivir, transitando la vida con dignidad y sin descuidar su belleza intrínseca. Punto final.