Qué loco, ¿no? Muchos medios se dedicaron durante varias semanas (por no decir meses) a ningunear y poner en duda la efectividad de la vacuna, y cuando estalló el escándalo de aquellos sujetos denominados "VIP" que la recibieron antes que el resto de la sociedad, pusieron el grito en el cielo. No me malinterpreten: por supuesto que este tipo de privilegios son una vergüenza y una afrenta para la gente que sacó su turno por Internet y todavía está esperando que la llamen. Pero si la vacuna era una porquería como sostenían, y ahora parece ser que todos los inoculados eran "Vip", es evidente que hay una doble vara. Verbitsky no es ningún boludo, confesó que había recibido la dosis sabiendo lo que iba a provocar. Su "viejo amigo" (textual), Ginés González García, tuvo que renunciar de inmediato y el Gobierno procuró desactivar cuanto antes lo que era una bomba de tiempo. Nadie es ingenuo ni inocente en este juego: Vizzotti, la segunda del saliente Ministro, no podía desconocer o estar ajena a lo que estaba pasando. El Presidente se disponía a hacer una visita de Estado a México, que de hecho la hizo, pero quedó en offside. Pasa en las mejores familias.
Hay que reconocer, como mencioné antes, que Verbitsky fue muy hábil. No le importaba mucho confesar lo inconfesable, si al fin y al cabo había logrado aplicarse la vacuna sabiendo que no lo estaba haciendo bajo los procedimientos normales. Provocó un cimbronazo en todo el arco político y le dio de comer a la oposición, forzó la salida de Ginés, y posteriormente se hizo de gil. La verdad es que le salió bien la jugada, aunque no sé qué otros intereses persigue. Y, a decir verdad, cualquier dirigente de J XC no hubiera dejado pasar la ocasión para demostrar la corrupción del oficialismo en esta cuestión.
Mientras tanto, la rueda sigue girando, y los que somos simples ciudadanos de a pie tenemos que inscribirnos para acceder a la vacuna como cualquier persona, sin ninguna consideración especial en cuanto al orden de prioridades. Por otra parte, la "nueva normalidad" que estamos viviendo nos hace suponer que ese será el status quo en el futuro. Por lo menos, de 5 años en adelante. Aquella normalidad que conocíamos en 2019, por ejemplo, ya no volverá. Lo que estamos viendo ahora es un descenso progresivo de casos positivos a nivel país que abre el camino a la apertura de nuevos rubros que habían quedado postergados. El barbijo ya forma parte de nuestra indumentaria, el alcohol en gel es parte de nuestra vida. Todo eso se mantendrá por largo tiempo, me atrevo a pronosticar. Y la vuelta a clases será sumamente tediosa para los más chicos, aunque necesaria. Tendrán que volver a vincularse luego de casi un año en que se veían por la pantalla de un celular. Algunos pibes se reunían porque habían cultivado una amistad y con la anuencia de sus padres, pero no es lo mismo que convivir en un aula para aprender contenidos.
Todo parece indicar que el regreso a clases tendrá mucho de "prueba y error", más allá de las medidas sanitarias. Es imposible suponer que los primeros días saldrá todo bien, porque tanto docentes como alumnos estarán ante un nuevo escenario con restricciones de acercamiento, uso de sanitizantes, y mascarilla. El tema es que si se seguía debatiendo qué conviene y qué no, no empezarían más. Si los docentes aceptan vacunarse (porque es voluntario), se podrá evitar un hipotético contagio a los estudiantes. Pero todo está por verse. Es comprensible que haya que corregir cosas sobre la marcha, pero también lo es que se vuelva a la presencialidad, con modo "burbuja" o como fuere. Evitar el contacto estrecho entre los propios chicos, los abrazos, los besos, será complicado dentro de un aula. No obstante, insisto en que es lo que hay, y a los padres también les cabe la responsabilidad de ir preparando a sus hijos para un ciclo lectivo atípico. Mucho se habló en los últimos meses acerca de la modalidad a adoptar, y todo ese debate ha quedado atrás. El lunes será la hora de la verdad. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.
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