15 de septiembre de 2021

Hay que buscar la vereda del sol, siempre

 Luego de trabajar a full durante las dos o tres semanas de la campaña política, se aquietaron las aguas. Hay pocas noticias, todos parecen estar haciendo "la plancha", y ese cambio me sorprendió casi sin darme cuenta. Realmente pensé que cuando pasara todo me iba a sentir mejor, pero se dio al revés. Pasar de la vorágine política a la nada misma, te deja descolocado. Pero bueno, habrá que seguir pateando la calle para ofrecer material a los lectores, que es lo menos que se merecen. Y, lo más importante, que sea de interés, no vale la pena publicar cualquier pavada por el sólo hecho de agregar contenido. A partir del lunes me empezó a pintar el bajón por todo lo que acabo de mencionar, pero ya me siento mucho mejor porque comprendí que mientras haga lo humanamente posible, lo demás llegará solo. Hoy grabé el programa de tele, la verdad es que por un momento me pareció excesivamente largo, pero fue una impresión meramente subjetiva dado que duró menos que muchos otros programas que han superado más de una hora.

Y, claro, no podría faltar: Uno se pone a pensar, inevitablemente, que faltan tres meses para que se termine el año. Un 2021 que, sin demasiado esfuerzo, se muestra como un ciclo más alentador de lo que fue 2020. Hace unos días me preguntaba, por ejemplo, hasta cuándo deberemos seguir usando el barbijo, y las estimaciones más optimistas indican que habrá que continuar haciéndolo hasta mediados de 2023. Estoy un poco más tranquilo porque pude aplicarme las dos dosis de la vacuna (AstraZeneca), creo que ya comenté que fue un trámite rápido, ambas dosis fueron a parar a mi brazo derecho, y no tuve ningún tipo de secuelas hasta ahora.

Abundan las teorías conspirativas en torno al COVID, entre ellas, hay una que no parece tan descabellada. "Alguien" (no sé quién o quiénes) propagaron la peste, y luego los laboratorios se hicieron un gran negocio vendiendo la vacuna. Es algo similar a lo que sucede cuando instalás un antivirus en tu computadora: los virus informáticos aparecen súbitamente y después te venden o te ofrecen un producto para que no te infecten la PC. Lejos estoy de convertirme en un negacionista a ultranza, porque no es algo que me interese. Lo que sigo sosteniendo, aunque suene pesimista, es que el concepto de "normalidad" entra un poco en el limbo. Nada va a ser igual, porque nosotros ya no somos los mismos. Tenemos suerte de estar vivos para contarlo cuando muchos vecinos sucumbieron ante el COVID, con una cifra (oficial) de 87 fallecimientos. Todo esto dejó familias destrozadas y una enorme tristeza, además de fortalecer la idea de que nadie está exento. Tuvimos (y tenemos) temor por nuestra propia salud y la de nuestros seres queridos. Hoy los números indican que los casos descendieron notablemente, y mi mayor deseo es que esta tendencia se mantenga. Pero hemos visto tantas idas y vueltas durante casi 17 meses, que nadie se anima a a "firmar" un fecha estimada del fin de la pandemia. Como bien decía aquel caudillo de Anillaco, "estamos mal, pero vamos bien". Punto final. 

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