28 de febrero de 2023

Final para un mes de inusual intensidad

Martes 28. Se termina un mes que ha sido más intenso que lo habitual, qué duda cabe. Las compras de útiles escolares se adelantaron ya desde mediados de enero, previendo que la inflación iba a dar lugar a una nueva remarcación de los precios a medida que se fuera aproximando el comienzo de las clases. Todavía permanecen en las góndolas de algunos supermercados todos los productos típicos de la canasta navideña que les quedaron de remanente y que difícilmente encuentren interesados. Los están liquidando con un 30 o 50 % de descuento porque prefieren resignar ese margen de ganancias antes que tener que descartar los turrones, confites, garrapiñadas, y todos esos productos propios de hace dos meses y que nadie tiene intención de consumir ahora, por lo cual procuran venderlos como sea antes de su caducidad o fecha de vencimiento. 

Si me pongo a pensar, podría haber escrito más notas este mes, que de hecho fue más intenso que igual período de años anteriores, al menos esa es mi percepción. Pero no tiene sentido -incluso para un texto destinado a un blog-, hacer un registro minucioso de cada cosa que a uno le pasa. Quizás cobraron importancia cuando sucedieron, pero el transcurso del tiempo va erosionando también esa significación tan particular que le otorgamos a los hechos. No me molesta que alguien me haga notar un error o una equivocación, en la medida que sea con buena fe y no para sacar chapa. Hay días en que salís a la calle con todas las energías para afrontar lo que venga y otros en que sos apenas un mosquito molesto en medio de mutantes. En Lobos, como en cualquier sociedad, el trato cotidiano y el conocimiento de la gente te va orientando hacia aquellos que revisten una u otra intencionalidad.

No vale la pena discutir contra necios, en determinada instancia es uno mismo quien debe adoptar esa actitud, porque es una cuestión de supervivencia: O lográs que todo lo superfluo te resulte indiferente (lo cual no es fácil), o te vas a envenenar de resentimiento y bronca contra personas que te buscan deliberadamente que se sientas para el orto. Atención con eso, a no darle lugar, porque es evidente que actúan una indisimulable malicia. No es fácil para la clase trabajadora (llamémoslo así), tener que cuidar cada moneda para darse un gusto personal mientras ves cómo otros se llenan los bolsillos sin el menor esfuerzo.

Lo que la vida te da por un lado, te lo quita por otro. Podés ganar más guita a costa de horas que resignaste para compartir con tu familia, y varios ejemplos más. Eso dalo por hecho. En este país estamos acostumbrados a ver cómo los nuevos ricos se creen que la fortuna les va a durar para toda la vida. Cuando cambie el gobierno (porque algún día va a cambiar) y las reglas de juego sean otras, van a quedar c… para arriba. Porque como decía Martín Fierro, no van a encontrar un palenque donde rascarse. Son puestos políticos, obviamente, que teniendo en cuenta que Kicillof va camino a ser reelecto sin problemas, persistirán en oficinas públicas que dependen de la Provincia. 

Hay un rasgo muy particular que distingue a este verano que se va, y a los anteriores: todo el mundo parece esperar la misma hora para hacer las compras, para ir al supermercado o donde carajo sea, y hay que hacer colas interminables para comprar las dos o tres boludeces que uno necesita para alimentarse a diario. Desde las 18 hs en adelante, es como patear un hormiguero, casi como pensar que todos se hubieran puesto de acuerdo para salir a la misma hora. De todos modos,  estimo que seguiremos teniendo algunos días calurosos hasta marzo, más tarde que temprano, mientras los padres ya están viviendo toda la vorágine del inminente comienzo de las clases de mañana. Es la misma historia de todos los años, quizá con protagonistas diferentes, con gente que viene a Lobos porque eligió vivir aquí y otra que se va porque ya no soporta el tedio de la "tranquilidad pueblerina", que ya ha dejado de tener méritos para ostentar ese calificativo. Desde hace tiempo dejó de ser una ciudad tranquila, no sólo por la inseguridad, sino también porque la zona urbana se está expandiendo. Sigo reclamando a los concejales que se pongan las pilas para avanzar en una Ordenanza de Zonificación que se ajuste a los estándares actuales, pero puedo estar esperando hasta el infinito que alguno de ellos me brinde una explicación razonable. Hasta ahora, no la he encontrado, y no es una cuestión menor como para seguir postergándola aunque a algunos no le interese en absoluto. Punto final.

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