12 de febrero de 2023

Por el piso

Domingo por la noche en la ciudad (ahora ya es lunes pero poco ha cambiado). Bueno, como ustedes saben, soy reacio a quejarme por cuestiones triviales como el frío o el calor. Pero estamos atravesando un verano impiadoso, y nos tocó en suerte un fin de de semana terrible bajo todo punto de vista. No importa cuánto sea el esfuerzo que hagas por mantener fresca tu habitación, me parece que da igual porque ese tufo de aire caliente circula por todas partes. Este verano 2023, le pelea el podio al de 2022. Pero la diferencia es que la temporada estival del año pasado fue más llovedora, si quieren verlo así. Y con respecto a la sequía, a veces no digo nada porque siento que mi aporte es totalmente prescindible. Ya se ha se ha dicho casi todo, del fenómeno de La Niña y de las pérdidas económicas que esto traerá aparejado. Mi principal preocupación, si es que cabe el término, es continuar ofreciendo contenido informativo de calidad a mis lectores. Me manejo con los recursos que tengo a disposición, si se vuelven limitantes o no, no lo sé. Simplemente es lo que tengo disponible por ahora. 

Cambio de tema: Como eso último ya lo mencioné en una nota anterior, lo que me interesa pensar es a nivel macro: Cómo nos está destruyendo esta última versión (aún vigente) del kirchnerismo. No importa si estás de acuerdo o no con el ideario K, pero si tenés un poco de espíritu crítico, desde 2003 hasta la actualidad, nunca fueron tan torpes e inoperantes. Somos un país sin futuro, pero ahora ningún actor o figura artística militante sale a decir "La Patria está en peligro" como lo hicieron durante el macrismo. Es curioso pensar que 4 años de una gestión de gobierno, a la cual yo también cuestioné, hayan tenido para algunos un efecto tan devastador como para enmendar los desaciertos kirchneristas. No jodamos, no nos tomen por estúpidos. A medida que pasa el tiempo, ver la los K haciendo berrinches y culpando a los cuatro años de Macri parece más pueril e infantil. Yo pensé que Massa iba a cerrar el grifo de los planes sociales, por un momento parecía que iba encaminado en esa dirección, pero todo terminó en la nada. La clase política nunca será la que haga el ajuste, olvídenlo. Y a su vez, ellos no  harán un ajuste hacia sus subordinados que implique pérdida de votos. 

En un país racional, el kirchnerismo no existiría más, pero aquí van a continuar porque CFK conserva aún un guarismo interesante de intención de voto. Es la única figura que ejerce, hoy por hoy, un efecto de polarización sin precedentes: cosecha amores y odios por igual. En la vereda de enfrente podés encontrarte con Larreta, Macri, Bullrich, o Milei. Aunque este último me da la impresión de que se irá "desinflando" progresivamente, sobre todo fuera de CABA o de los grandes centros urbanos. 

Como no tengo que rendirle cuentas a nadie por mis opiniones y creo que tengo honestidad intelectual, para mí el primer mandato K (es decir, el único de Néstor como Presidente), fue razonablemente bueno. Hubo un brusco reacomodamiento de precios a consecuencia de la caída del "1 a 1", pero había plata para gastar. Eso lo recuerdo muy bien. Todo lo que vino después, no me convenció como ciudadano. Y El Gato se mandó muchas cagadas, es cierto. No podés anunciar un acuerdo de $ 50.000 millones con el FMI en un mensaje grabado de 10 minutos. Eso empezó a socavar lo poco o mucho que había logrado hasta ese momento y derivó en una megadevaluación en 2018, que tampoco olvidaré. Son datos objetivos. El problema que tenemos ahora, en 2023, es que hay una feroz pelea en el seno del oficialismo como nunca antes: Alberto sabe que su ciclo está terminado pero quiere seguir, y no abundan quienes deseen apearse nuevamente al tren de un presidente que no tiene poder propio. Vuelvo a Milei: Básicamente, el país es muy grande, y si te ponés a pensar, ¿quién lo conoce en Jujuy, en Catamarca, en Santiago del Estero? Lo conocen por las estupideces que dice por televisión y que son al estilo de las proclamas incendiarias de Donald Trump. Mi sospecha es que, en el remoto caso de que gane, impulsaría una dolarización plena de la economía. Como en los '90, pero ya sin "peso convertible". Se usaría el dólar para todo tipo de transacciones y nada más. Es una jugada que en el corto plazo reduce la inflación, pero que luego genera recesión. Una película que ya vimos y conocemos. 

Los acuerdos de precios se remontan a mediados de los '80, y los empresarios negocian con el funcionario de turno un congelamiento temporario, pero eso no tiene una duración indefinida. Porque si vos avalás aumentos escalonados, o permitís la suba de los combustibles, lo que se incendia es ese papelucho que firmaron todos  para demostrar que tienen voluntad de diálogo. Para ser sincero y no aburrir al lector, no sé por quién voy a votar a nivel nacional, lo que sí puedo afirmar es que a varios "candidatos" no los votaría ni aunque me vendan el mejor de los mundos. La ventaja de ser independiente, es que no estás atado a ninguna estructura u organización, y cuando no te gusta lo que hay, se corrés de ahí y vas para otro lado. Siempre he preservado esa condición no sólo por mi profesión, sino porque descreo profundamente del periodismo militante y detesto la obsecuencia, entendida como el hecho de decirle que sí a todo o a ponderar medidas de gobierno que no son más que un fracaso anticipado. Quizás, la generaciones más jóvenes tengan otra mirada, porque son ellos quienes más padecen la falta de empleo y de recursos para vivir y alimentarse. En el '83, pensábamos que con la democracia por sí sola íbamos a tener acceso a una mejor educación, salud, alimentación, etc, como declamaba Alfonsín. Dicho sea de paso, con el tiempo se convirtió en el presidente más respetado, incluso por sus detractores de antaño. En fin, hoy sabemos que no es así. Hace falta mucho más, y los dirigentes que encabecen una lista y no tengan en cuenta el escenario actual, mejor que ni se postulen y que se queden en sus "palacios" de Puerto Madero. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 





 








 




 









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