Jueves 19. Primavera atípica. Aire enrarecido. Ya
está, se extinguieron los agotadores spots televisivos y radiales que
constituyeron una verdadera pesadilla para la audiencia, y ya se hicieron los actos
de cierre de campaña. El domingo se vota y ya no hay más nada que hacer, me
refiero a que los números hablarán por sí mismos.
Pero me permito
pensar en cuestiones más profundas, aunque tal vez no logre ser claro en lo que
pretendo expresar. Hay varios grados de responsabilidad que a cierta edad es
necesario asumir. Sin embargo, no dudaría en afirmar que el más importante de
todos, es la responsabilidad ante tu propia vida. Ejercer un autocuidado para
que los posibles excesos, o la "toxicidad" del entorno, no terminen destruyéndote. Sobran ejemplos de personas
comunes y de celebridades que no entendieron esto, o desarrollaron una adicción
de la cual no encontraron salida, entre otros motivos. Luego debés ser
responsable en tu laburo, no sólo cumplir un horario, sino ser eficiente. Ya
sea que trabajes por tu cuenta o para otros, nadie aceptaría pagar por algo
hecho sin profesionalismo.
Celebrar la vida, implica valorarla. O quizás honrarla, como dice la famosa canción de Eladia Blázquez. No es necesario esbozar planteos existencialistas, sobre qué viene después. Hoy por hoy, es lo que tenemos y es nuestro mayor capital. Conozco gente que está atravesando momentos de sufrimiento o dolor, pero que tienen voluntad de seguir y no de permanecer tirados en la cama. Tienen la esperanza (o la expectativa) de que su situación actual mejorará, y esa es la llama encendida para seguir adelante.
Todos hemos tenido un
mal día. El problema es cuando ese malestar se extiende por varios meses, o
incluso más. No hay que tener miedo de pedir ayuda ante un profesional, o
aunque más no sea a alguien de tu confianza para contarle lo que te está
pasando. Si tomamos conciencia de que la vida es corta, y lo menos que podemos esperar es que sea un
viaje placentero.
Y hablar del sentido de la vida, es complejo,
porque muchos dirán que no sabemos para qué estamos acá ni cuál es nuestro
propósito. Si tenés hijos, o seres queridos, ellos hacen que todo cobre sentido.
Si te volcás de lleno a un proyecto laboral o a estudiar algo, también habrá
quien lo vea de esa manera, no hay una respuesta única y concluyente ante una
cuestión que el ser humano se ha planteado desde hace siglos.
Lo más valioso del
ser humano es la capacidad de razonar, discernir, decidir. Pero los animales no
tienen ese tipo de facultades mentales, y sin embargo todo me lleva a suponer
que son felices, podríamos citar los animales domésticos o mascotas cuyo dueño
tiene un afecto que le es retribuido. En fin, sea como fuere, sería oportuno
saber que el camino a transitar –dejando de lado variables económicas- dista
significativamente de ser un oasis. Por ese motivo, cuando te sentís pleno, hay
que capturar y atesorar esos instantes, porque no abundan. Cuando sos adulto te
toca afrontar dificultades que sin duda forman parte del destino que cada uno
elija, pero que también emergen sin que las busquemos. No siempre hay tiempo
para meditar una decisión: Hay momentos cruciales que requieren actuar con
urgencia, y por ende el resultado se torna más incierto.
Sí, todos nos quejamos y es normal. Me ha pasado más de una vez que deslizo alguna queja a través de este blog, o con la gente que me rodea. La clave, quizás, sea tomar distancia de uno mismo, desdoblarse, y evaluar con más objetividad eso que te está jodiendo. Es la única manera en que vas a poder dimensionar si realmente amerita algo así. A lo mejor no, pero sea como fuere en un buen ejercicio mental para tener en cuenta.
Las insatisfacciones cotidianas se compensan con
los grandes o módicos logros que uno ha podido alcanzar, y que tienen valor
porque fuiste vos quien los conseguiste. Vale la pena poner el foco en ello, no
porque lo diga yo, sino porque nos hace bien. Nos estamos viendo pronto. Punto
final.
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