Cada 1° de enero,
uno piensa: “No quiero que este año se me escape, quiero hacer esto o lo otro”.
Bueno, la realidad es que los meses van pasando, y en determinados casos
podemos conseguir una mínima meta, pero en líneas generales nos vamos
conformando con poco. ¿Por qué? Porque ya sabemos de antemano que pusimos una
vara muy alta para lo que somos capaces de hacer. Reflexiono sobre esto, porque
quedan dos meses para que termine 2023. No sé qué análisis hacer desde el plano
personal, recién en este momento me estaba percatando de eso, y en lugar de hacerlo tan rebuscado habría que pensar menos y hacer más de aquello que nos propusimos. Habrá hechos que me quedarán grabados en la memoria, pero que no tienen que ver conmigo, sino con
circunstancias que nos tocó vivir a niel país. No me gusta divagar en demasía
sobre el paso del tiempo, en principio porque ya lo he hecho muchas veces, y
además no se llega a ninguna conclusión. No obstante, si uno hace un registro
al estilo de un “diario íntimo”, y lo lee un año después, seguramente
encontrará perlitas de las cuales ni siquiera se acordaba.
Ahora bien,
imaginar lo que pasará después de las elecciones, sinceramente da miedo, del
mismo modo de lo que pueda suceder en los días previos. Hay que tratar de
mantener la calma, lo cual no es nada fácil cuando el avión entró en una
turbulencia y los pasajeros están en el medio del vuelo sin saber si llegarán a
destino sanos y salvos.
La capacidad de
crear, de innovar, es para mí lo que nos rescata de un inminente naufragio. No
significa que ganes más plata por eso, pero tu mente funciona. Tiene ideas,
proyectos. Sabe barajar los pro y los contra. Supuestamente, establece un orden
de prioridades, más allá del consumismo y del marketing que nos impone la
publicidad. Pero hay un componente emocional, sin duda, de lo contrario nuestro
cerebro sería una computadora, una mera máquina de calcular. Lo podés ver con
un ejemplo simple: Hay películas que te hacen llorar, porque te conmueven y
tocan tus fibras más íntimas, y hay otras que buscan hacer reír porque son
comedias. A veces, el absurdo y el ridículo causan gracia sin que sea el
objetivo buscado. Debemos aprender a no ser tan duros y exigentes con nosotros
mismos, darnos la chance de cagarnos de risa de nuestros errores o metidas de
pata, excepto que se vuelvan demasiado humillantes. Hay de todo para sumar al
anecdotario.
El problema está
cuando la gente se convierte en un espejismo de lo que solía ser. Puede que vos
no te des cuenta, pero los otros sí. Todo ello se vuelve una verdadera
carnicería para los programas de chimentos y los tabloides al estilo The Sun,
que existen en todas partes del mundo. Es erróneo pensar que sólo en Argentina
consumimos TV basura. Esos formatos están en todos lados porque tienen como
target un público determinado que hace foco en la caída en desgracia de grandes
figuras, no de ilustres anónimos como vos y yo. Bah, ya ni siquiera son grandes
figuras, sino personajes que cobran notoriedad por medios bastantes
variopintos. Precisamente, la diferencia sea esa: Los yanquis sacan al sol los
trapitos de gente más o menos conocida del jet set, no "construyen"
personajes mediáticos.
Cualquier persona
proyecta una imagen subjetiva, porque uno te podrá ver como un tipo macanudo y
de buen humor, y otro como un cínico descarado. Lo único que no se puede
controlar es la percepción de los demás, y claramente no sería bueno que
sucediera. Habrá gente que nos diga "qué bien que estás", pero si nos
sentimos para el culo, ese elogio no nos importará en lo más mínimo. ¿Y cuando
pasa al revés? Sería así: Alguien que nota algo perjudicial o preocupante en
vos te lo dice, pero si vos estás convencido de que no hay motivo para alarmarse
ante eso, no le darás bola tampoco. En cualquier sociedad abunda la envidia y
la competencia de por lo cual hay personas que están esperando que vos caigas
para verte morder el polvo. Por suerte estos últimos casos no son mayoritarios,
y si lo fuera, hay que “blindarse” contra ese clima asfixiante, porque una
virtud clave en la vida es la templanza. Nos estamos viendo pronto. Punto
final.
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