Mientras me cebo unos mates, voy preparando el trabajo que me espera para mañana. En principio, no parece que se me vaya a complicar. Estimo que podré cumplir con todo, ustedes ya saben cómo es esto: Hay días que no dan respiro y otros en los que no te queda más opción que mirar el techo aunque te esfuerces en conseguir material. Pero he aprendido a pensar que el día siguiente siempre puede ser mejor, que no está dicha la última palabra, y que cada jornada tiene una parte previsible y también una dosis del factor sorpresa. Hay noticias que uno no quisiera tener que dar nunca, como accidentes, hechos policiales, o las frías necrológicas que dan cuenta del fallecimiento de gente que se ganó el aprecio de su pueblo por su hombría de bien. Pero he notado que en las actividades culturales, hay cierto “vedetismo”, me refiero a que si bien se invita a la prensa a presenciar un espectáculo, es como una hermandad, siempre son los mismos que se regodean con la lectura de poemas o canciones. Yo no sé bien a qué se debe eso, si es porque los que están son los únicos que le ponen pilas, o quizás porque hay una cuestión ideológica detrás que hace que el común de la gente desista de participar. El arte está atravesado por una ideología, ya que existe una forma de entender el mundo y la vida, y ésta no necesariamente está ligada a la política. Es una concepción de cómo funcionan los resortes de la sociedad, totalmente subjetiva, que cada uno va forjando con los años. Se puede ser peronista o gorila, por citar una dicotomía, pero lo que no se puede es soslayar un hecho artístico esgrimiendo esos motivos. Al menos a mí no me parece correcto.
Cuando leo un
libro, lo hago sin ningún prejuicio, a veces estoy de acuerdo con lo que
plantea el autor y otras no, pero es ese autor el que asume una posición y la
pone de manifiesto al lector. Si un peronista no va a leer a Borges por el
encono del escritor con Perón y su séquito, se está perdiendo de un amplio
universo literario. Hace un tiempo estuve leyendo un libro de Juan Grabois,
militante popular, y la verdad es que el tipo no es ningún boludo, sabe
expresarse, después lo que haga de su vida (o si es consecuente con sus actos) es
otra historia. Si un tipo “facho” y recalcitrante ha desarrollado una obra
pictórica destacada, lo demás corre por su cuenta, yo disfruto de su arte y de
cómo lo ha ido forjando. Lo que es desagradable es cuando se creen genios con
un aura bendita y un talento especial del cual seguramente carecen. Es decir,
no tienen humildad. Y como hemos dicho aquí alguna vez, no hay que confundir la
humildad con la falsa modestia. Un artista va a la verdulería, a la carnicería,
hace los mandados, paga cuentas. Es decir, que salvo casos muy concretos, no es
una persona que vive aislada y entregada a su obra. Ser un artesano de la
palabra es más complejo que serlo de las artes plásticas, se me ocurre pensar,
pero ya entraríamos en un debate sobre el concepto del arte que es largo y
aburrido. Después está el buen gusto, también un término controvertido, porque
se puede hacer una pintura reflejando esclavitud, genocidio o escenas
escatológicas y eso no le resta mérito alguno.
Pero lo que sí me
molesta es que se subestime a una determinada expresión artística porque es popular
o se volvió masiva. Claro que no es lo mismo el humor de Olmedo que el Les
Luthiers. Ni un recital de Los Auténticos Decadentes tiene parangón con un
concierto de Martha Argerich. El problema de fondo es que muchos de los que
hablan de Borges o de quien sea nunca los han escuchado o leído. Lo hacen
porque queda bien sacar chapa de mencionar a alguien consagrado por la crítica
especializada. Pero existe algo que une ambos extremos: Nadie se dedica de
lleno al arte para perder plata. Cualquiera que deja su profesión de lado no lo
hace para transitar una vida miserable y llena de privaciones. Persigue un fin
de lucro. Los libros no son gratis. Las pinturas y las obras musicales,
tampoco. Después podríamos debatir acerca de en qué vale la pena gastar el
dinero, si es que ese sujeto tiene un presupuesto holgado que le otorga un
excedente más allá de sus necesidades básicas. Nos estamos viendo pronto. Punto
final.
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