Miercoles 1°, Día del trabajo. Como siempre, en el contexto actual, uno no tiene más que agradecer el hecho de tener un empleo y de que la plata alcance -afinando un poco el lápiz- para los gastos esenciales. El modelo macrista ha expulsado a la calle a muchos trabajadores, ya sea por el despido de empleados públicos (no justificados), o bien por el cierre de fábricas e industrias que no han podido soportar el vendaval de la recesión. Pese a todo, no hay otra manera de vivir que no sea creyendo que el futuro puede ser mejor, pero no por la capacidad de gestión de nuestros dirigentes, que es por lo menos dudosa, sino por nuestra propia voluntad de seguir resistiendo como se pueda. Porque, además, no todo en la vida es estar 8 o 12 horas en un lugar cualquiera y llegar molidos a casa, con el cansancio que nos vence y nuestros hijos o familiares a quienes casi no vimos en todo el día. Estoy en desacuerdo con el paro general que hubo ayer, no porque los reclamos no sean justos, sino más bien porque vemos que siempre convocan los mismos que estuvieron currando con todos los gobiernos a costa del bolsillo de sus afiliados cautivos, con Moyano a la cabeza. Es decir, me refiero a los sindicalistas. Creo que el único que terminó preso fue Pedraza, pero por delitos aún más graves (el asesinato de un militante del Partido Obrero). En fin, hoy por hoy un paro de camioneros pone al país en jaque porque durante años se encargaron de destruir al ferrocarril de carga, con ramales que fueron cerrando, vías en pésimo estado, cero inversión, y coimas escandalosas para compra de chatarra como las que recibió Ricardo Jaime.
Sin embargo, esto viene de antes, cuando se vivía la fiesta menemista, la ola privatizadora, y el Turco dijo: "ramal que para, ramal que cierra". Con la famosa fantasía del "1 a 1", sueldos miserables (300 pesos/dólares en promedio), y jubilaciones que daban vergüenza, mientras la clase media de aquel entonces compraba televisores y basura importada. Se destruyó la industria del calzado, y la textil en general. Como verán, la historia demuestra que no hemos aprendido nada, al menos en tiempos recientes.
Las jubilaciones actuales tampoco alcanzan para nada, con la reforma previsional que se implementó y el cambio de la fórmula de cálculo de aumento de haberes (dos por año). La Reparación Histórica fue una medida positiva, pero escondía el velado propósito de renunciar a hacer juicio al Estado, los cuales se contaban por millones. Pero dado que estos juicios demandaban años y una persona de edad avanzada no estaba en condiciones de esperar, fue la mejor solución que se pudo encontrar. Por eso, cuando se habla de "reducción del gasto público", o "déficit fiscal primario", sepan que aunque esta terminología nos resulte ajena, no trae nada en beneficio del pueblo, porque cada vez pagamos impuestos más altos para un Estado que no retribuye en nada dicha erogación. Punto final.
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