14 de mayo de 2019

Cómo salir de la burbuja y conectarnos con la realidad


No hay nada más contraproducente que buscar respuestas en lugares equivocados. No es casualidad que haya tanta gente que está cautiva de las sectas o grupos fundamentalistas, o que hace años que malgastan su dinero con malos profesionales de la salud mental. La terapia en sí misma constituye una extraordinaria alternativa para salir adelante de un momento difícil, pero cuando el propio paciente no percibe evolución alguna es momento de recurrir a otro psicólogo o psiquiatra para no perder tiempo ni dinero en una situación que es desgastante emocionalmente.

Todos hemos tropezado dos veces con la misma piedra, y si bien es cierto que de los errores se aprende, hay momentos o situaciones que nos inducen a repetir el furcio. Las cosas no ocurren porque sí, al menos para mí. Cada uno actúa en función de las opciones que tiene disponibles, y hay veces en que hay que elegir el mal menor, porque ninguna de ellas nos satisface plenamente. Ya hemos hablado aquí del boom que tuvieron en su momento los libros de autoayuda, un fenómeno típico de la posmodernidad, de una sociedad y de un estilo de vida que se ha ido imponiendo en los últimos años. El mundo de hoy exige rapidez, información al instante, comunicación inmediata vía Internet, y confundimos a esto con un avance o una evolución. Es absurdo renegar de la tecnología, pero también lo es volverse prisionero de ella. Para los fanáticos de los discos de vinilo, por ejemplo, la aparición del CD en la década del '90 significó el principio del fin. Y para quienes crecimos después y adoptamos el CD, los formatos de compresión de audio como el MP3 o  un simple pendrive para escuchar música implicaron adaptar nuevos hábitos. Es lo mismo que pasó con el videocassette, el DVD, y ahora Netflix. 

Lo que ocurre es que el concepto del  ocio también ha cambiado. Tomar mate en un parque o en una plaza ya no es tenido en cuenta para un grupo de adolescentes que pasan horas frente a una Playstation. El hábito de comprar un diario es totalmente ajeno para estos jóvenes, que sólo leen los textos escolares, en el mejor de los casos. Tampoco les interesa navegar en un diario online, porque las redes sociales insumen la mayoría de su tiempo. Creo que muchas cosas están cambiando, y no todos podemos adaptarnos a ese cambio, porque somos de generaciones diferentes. Si a mí, que soy relativamente joven, a veces me cuesta, no quiero ni pensar el esfuerzo que le demanda a una persona de 70 años, por ejemplo. Tener que hacer un reclamo por teléfono es casi una tortura. Ya no hay una persona detrás de un mostrador, hay un número al cual llamar para elevar una queja que nunca llega, lo mismo cabe para un reclamo de EDEN, es un centro de telemarketing y nadie da la cara del otro lado de la línea. En fin, así estamos. Esta noche de marte ando algo pesimista, parece. Quizás no es ni más ni menos que un signo de los tiempos que vivimos. Punto final.

Un resumen de 20 años

  Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para ...