Sabemos que la situación está jodida, pero acá estamos, cada
uno a su manera, luchando por salir adelante. Esta crisis demuestra que a los
políticos (o a la “clase política”) les importamos muy poco, que son capaces de
aliarse con cualquier grupúsculo para conseguir un voto más, y que son expertos
en hundir un país. Porque ellos son eso: una clase, una casta, una suerte de logia
totalmente ajena al pueblo que dicen representar. Desde tiempos inmemoriales nos han venido
cagando sistemáticamente, porque ese es el modo que conciben de llegar al
poder. Si ves el último debate presidencial, en noviembre de 2015, vas a
comprender mejor de qué estoy hablando. Las mentiras de Macri y Scioli son tan
evidentes que casi no resisten el menor análisis. Podríamos decir que salió
airoso (para la posteridad), Scioli porque fue quien perdió la elección y
anticipó muchas medidas que luego implementaría el macrismo, pero sería hacer
futurología pensar qué hubiera hecho él de haber resultado electo.
Vivimos en tiempos convulsionados, en los cuales muchas
veces debemos tomar decisiones que están vinculadas a nuestra calidad de vida.
O compro un remedio, o compro dos kilos de carne para comer durante el día. O
compro un paquete de yerba, o pago la cuota del club. Y por supuesto que es
frustrante y desalentador adaptarse a estos nuevos paradigmas. Cada vez que
tenés que resignar algo de comodidad o confort de la vida cotidiana, te jode.
Es natural que sea así. El FMI sostiene a este Gobierno porque ve que Macri es
funcional a sus propósitos, nada es gratis, no hacen beneficencia, se cobran
hasta el último centavo aunque después de Mauricio venga otro. Esa será la
“pesada herencia”, y no otra. La que cargarán nuestros hijos si es que deciden
continuar viviendo en un país con impuestos altísimos. Un país que tiene todas
las condiciones para convertirse en una potencia a nivel latinoamericano, pero
que se ha visto superado por otros como México o Brasil. Vemos una Argentina
disgregada, ausente, casi autista, ante lo que está sucediendo con la falta de
asistencia social. No basta con aumentar la AUH y promover incentivos al
consumo, hay que hacer una revisión integral de la situación de las clases
sociales de la Argentina y que cada uno reciba su parte en función de su
esfuerzo y del aporte que hace al Fisco. Punto final.