Las fechas patrias, inevitablemente, nos incitan a reflexionar, más aún en un país como el nuestro que no ha podido llegar a un acuerdo con su propia historia. Vivimos un presente extremadamente duro y difícil, quizás por eso se acrecienta el legado de nuestros próceres que rompieron lanzas con el Imperio Español y soñaron con una nación independiente. Hoy vemos que el imperio no es geopolítico, sino financiero, razón por la cual estaremos endeudados indefinidamente con el FMI o el organismo de crédito que fuere. Si contraer un préstamo trajera consigo un atisbo de prosperidad, quizás la percepción de la sociedad cambiaría, sin embargo vemos que seguimos tomando deuda y no logramos despegar. Las desigualdades se acrecientan en "Las Provincias Unidas del Sud". Un chico que vive en Capital seguramente tendrá mayores oportunidades que otro de su misma edad que nació en Formosa o Santiago del Estero. Esto no es nuevo, obviamente, pero se ha profundizado de un modo notable. También es falso el slogan que pregonaba el kirchnerismo, de que "La Patria es el otro". La Patria somos todos, desde el vagabundo que duerme bajo un puente hasta el Gerente de una empresa multinacional. Pero nos resistimos a comprenderlo, tal vez porque somos demasiado egocéntricos y excluimos como parte de la nación a los más desprotegidos. O no nos decidimos a qué queremos ser. Mientras tanto, somos superados por la cruda realidad, que nos muestra que países con menos recursos naturales que el nuestro han conseguido el bienestar para sus habitantes.
El argentino se indaga a sí mismo, se interroga, se pregunta, pero nunca llega a ninguna parte. Excepto para publicar libros o ensayos, ese ejercicio mental no arroja mayores resultados a los efectos prácticos. Si tenemos en claro qué necesitamos para mejorar y no lo hacemos, es típico de un necio o un estúpido. Si tenemos una dirigencia política que no representa en nada a sus ciudadanos, se trata de una elite que no aporta nada más que un gasto en sueldos todos los meses de las arcas de sus súdbitos.
Cuando llegue el 22 de junio y ya estén todos los precandidatos con las cartas sobre la mesa, quizás podremos hablar con más propiedad. Pero hasta el momento, no se vislumbra ninguna figura a nivel nacional que prometa una renovación, un poco de oxígeno en medio de tanto tufillo caudillista. Punto final.
PD: El título de este posteo lo tomé prestado de la novela homónima del gran Osvaldo Soriano.
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25 de mayo de 2019
Un resumen de 20 años
Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para ...
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Que si se disculpa, que si no… Que uno saca al embajador, el otro lo deja… Todas estas idas y vueltas entre Milei y el presidente de Españ...