Sábado 23. En este momento no tengo ganas de hablar (tampoco de escribir) sobre política o economía. Solamente lo hago cuando me moviliza la necesidad de expresarme: Aunque lo que yo pueda decir lo lean 10 personas, no me interesa. Nunca he tenido la pretensión de ser influyente, sino de analizar la realidad en base la formación periodística que tengo y tomando como referencia lo que he vivido antes. Es decir, los antecedentes que existen sobre modelos que ya han fracasado.
Pienso en el futuro, en el de mi familia y seres queridos. En la Nochebuena, no importa qué haya de comer en la mesa, sino el placer de compartir un momento que puede tener un mayor o menor trasfondo religioso según las creencias de cada uno. Si sabés que te vas a encontrar con personas que no te agradan, mejor no ir, resulta una hipocresía fingir concordia y armonía por el mero propósito de hacer un rejunte de parientes al pedo, y -desde luego - eviten mencionar temas que pueden derivar fácilmente en una discusión. Es una decisión personal celebrar algo o tomarlo como un día más, creo que algún día avanzaremos en ese sentido y aprenderemos a respetar al que quiere comer un plato de fideos en su casa mientras mira televisión, sin ser tan demandantes en lo que respecta a invitaciones casi forzadas para pasar las noche del 24 en tal o cual domicilio.
Estarán aquellos que harán lo imposible por obsequiar regalos costosos, o por arrojar pirotecnia, o por reventarse comiendo lechón y bebidas por doquier.
Claro que después, la vida sigue. El martes 26, se vuelve a la normalidad, se acaba la joda, el menú vuelve a ser el de siempre, y ya no habrá nada que "festejar" (por elegir una palabra) hasta vísperas de Año Nuevo. De manera que cuando llegamos a esa instancia, se termina todo el jolgorio. Arranca el segundo día de 2024 y con él, se abre un capítulo más que vendrá con las complicaciones y dificultades propias de lo cotidiano, pero lo que define esa percepción es la mirada con la cual las afrontemos. Es la eterna disyuntiva del "medio vaso lleno", o del "medio vaso vacío". Uno puede contar un hecho que pasó hace 10 o 20 años y parece nada en términos temporales, pero recién te das cuenta de ello cuando recapitulás al finalizar los 365 días que tenemos por delante.
Pongámosle unas fichas a lo que vendrá, se los dice alguien que no se caracteriza particularmente por derrochar optimismo. Démonos esa chance. Aprendamos la sabiduría que implica envejecer, el único punto rescatable de nuestro ciclo biológico. Y brindemos por cualquier cosa, sin importar lo utópico que parezca. Con agua, con soda, con sidra, con cerveza, con vino espumante, con lo que haya. Sáquense todas las fotos que quieran, ríanse, distiendan la situación, antes de que más de uno entre en la borrachera y se empiece a poner cargoso. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario