7 de diciembre de 2023

72 horas

Una transición de gobierno debe (o debería ser) un proceso relativamente normal. Pero acá no ha sido así. Desde que se realizó el balotaje y se conocieron los resultados, los diarios han saturado con todo tipo de titulares los integrantes del futuro Gabinete, versiones que luego cayeron por su propio peso, marchas y contramarchas, movimientos erráticos por doquier. Faltan 3 días y mucha gente lo está viviendo como si fuera la final del Mundial, aunque no sin euforia sino con sensaciones de otra índole. Algunos tendrán temor, otros incertidumbre, y una minoría conservará una dosis de esperanza. En fin, será lo que tenga que ser. 

No conviene anticiparse, aunque en algún punto es casi inevitable porque cuando vas a tomar un café o a hacer un mandado, la gente habla de eso que se vuelve omnipresente. Los que se están por ir, ya que estaban, le hicieron un regalito a Milei con una nueva devaluación del dólar oficial (6 %). Si bien no es significativa, no corresponde. Si hablamos de que faltan apenas 72 horas, debe hacerlo el próximo presidente. Creo, sin embargo, que realmente la preocupación que pueda existir no pasa por el 10 de diciembre en sí, sino por el día posterior. ¿Con qué nos desayunaremos el lunes? En ese caso, comparto el sentir del común de la sociedad. 

Recuerdo cuando Macri ganó en 2015, y si hablamos de cambios de Gobierno, en aquel momento el triunfo del Gato no tuvo al país en vilo como ahora está pasando, sumado a que el ex presidente se las arregló para seguir en el poder como infiltrado luego de la victoria de LLA, por aquel acuerdo infame sobre el que ya se ha polemizado tanto. La ambición desmedida lo impulsa a regresar como presidente de Boca, un club que maneja una "caja" de millones de dólares. 

Todavía hay cabezas de termo que repiten: "El (o ella) es millonario, no va a robar". No tiene nada que ver, sobran ejemplos que refutan esa afirmación, no sólo en Argentina, sino en varios países vecinos. Pero profundizando un poco más, me parece que lo que predomina -hoy por hoy- es la resignación. El hecho de pensar "peor de lo que estamos no podíamos estar", "tocamos fondo", y pronósticos similares. No es tan certero como se cree, hemos atravesado tantas crisis que sería arduo elegir una para determinar cuál fue la peor de todas. 

Algo que siempre tuve en claro, por otra parte, es lo siguiente: No es lo mismo el antiperonismo que el anti-kirchnerismo. Perón ya forma parte de la historia (con sus luces y sus sombras). En cambio el kirchnerismo, si ha llegado a su fin, no será recordado de la misma manera. Pero eso recién lo sabremos al cabo de unos años.

El concepto de justicia social es fundamental para comprender todo lo que uno intente analizar. Y hay que saber que no es privativo del peronismo: Es entender una gestión en la cual el Estado esté presente, y muchas cosas que la mayoría ya ha escuchado o leído. Alfonsín fue un presidente que tomó parte de esas ideas, y lo hizo lo mejor que pudo. Lo que no logró es ordenar la economía, que es lo mismo que esta ocurriendo ahora. Quizás por eso, hoy la historia lo reivindica por su defensa de los Derechos Humanos y de las instituciones, más que por una época convulsionada y colapsada por la inflación. Nos estaremos viendo pronto. Punto final. 

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