Ha transcurrido (casi) la primera semana de 2024, y no
parece haber mayores novedades que los noticieros crean necesario difundir,
excepto los típicos movileros en la Costa y en Punta del Este, entrevistando
turistas, preguntando precios, y todo lo demás.
Enero comienza con mucha efervescencia porque implica
(obviamente) el inicio de un nuevo ciclo y luego va menguando. Las salutaciones
y los buenos deseos quedaron atrás, ahora nos toca desandar el camino y ver con
qué nos encontramos. Eso sí: No hay un mango, el “piojo” es terrible, pero
están quienes prefieren tragarse el sapo y no decir nada porque han votado
esto. Como dije una vez, en principio pensé que era lógico darle al nuevo
Gobierno unos meses de plazo para ver cómo se van acomodando los melones, pero
viendo como viene la mano, tal vez revea esa postura.
Mientras tanto, los comercios cierran para tomarse
vacaciones y los que tienen una quinta con pileta, en lugar de aprovechar el
predio para refrescarse allí, hacen un mejor negocio al alquilarla por día, en
determinados casos a valores exorbitantes, con lo cual serán otros los chicos
del eterno bronceado lobense.
Esta nota la comencé a escribir ayer, pero fue casi un borrador, estaba un poco desordenado, de manera que la terminé de redactar este domingo 7. El Día de Reyes,
tuve bastante trabajo pero lo pude manejar bien, en líneas generales, no me
pesó en absoluto.
A veces, antes de sentarme frente a la pantalla de la compu,
ya tengo en claro qué idea o qué reflexión pretendo hacer llegar al lector.
Otra veces no, de manera que cuando eso pasa, prefiero no caer en un rejunte de
palabras intrascendentes y confusas.
Nunca me propuse hacer de este espacio un diario íntimo, y
si he reflejado experiencias personales, ha sido con el fin de desarrollar y
profundizar, sobre los usos y costumbres de la sociedad a los cuales yo tampoco
soy ajeno. Por supuesto, también entiendo que no sirve de mucho caer en una
mirada retrospectiva todo el tiempo, contrastar el pasado y el presente, lo
"bien" que supuestamente estábamos antes y lo "mal" que
estamos ahora. En muchos casos una simple anécdota alcanza para que la persona
que te lee pueda inferir lo que querés expresar.
Quizás le damos
demasiadas vueltas a todo, como si fuéramos tan importantes para que el resto
de la humanidad se preocupe en pensar en nosotros. Estamos acá, hoy y ahora, es
decir: las cosas son más simples de lo que suponemos. Inventamos obstáculos y
excusas que sólo existen en nuestra imaginación, con el único objetivo de
postergar, de procastinar. Es razonable postergar una decisión si lo considerás
válido (porque querés tener una segunda opinión, o lo que sea). Pero tarde o
temprano llega el momento en que hay que actuar, despertarse, reaccionar. Es un
error pensar que te podés preparar mentalmente para eso. Ustedes podrán imaginarse
varias situaciones límite que no dan lugar a nada, son tan sorpresivas que no dan margen para dudar.
Lo bueno que se
podría rescatar de todo esto, es que aprendés que "todo pasa". Ese
tránsito puede ser tortuoso o no, pero en alguna instancia se termina. Y lo que
viene después, es lo que te va a tocar afrontar. Yo puedo decir que hoy me
siento bien, pero mañana no lo sé, y tampoco creo que lo sepan ustedes. Así
funciona. Y otro problema que tenemos, es que vamos "heredando"
mandatos familiares, o frustraciones de terceros, de las que no deberíamos
hacernos cargo. Hace bastante tiempo ya, entendí claramente que no voy a ganar
mucho dinero siendo periodista, pese a haberme capacitado. Por lo tanto habrá
que diversificar el rubro, poner un maxikiosco, buscar alguna changa. No todos
los escritores triunfan en términos de prosperidad económica, no todos los
abogados, y podría hacerse extensivo a cualquier profesión. Pero que eso no te
impida, a vos y a mí, seguir dando lo mejor, si estás convencido de que fue tu elección.
Nos estaremos viendo pronto. Punto final.
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