7 de enero de 2024

Volvimos a las pistas

Ha transcurrido (casi) la primera semana de 2024, y no parece haber mayores novedades que los noticieros crean necesario difundir, excepto los típicos movileros en la Costa y en Punta del Este, entrevistando turistas, preguntando precios, y todo lo demás.

 Enero comienza con mucha efervescencia porque implica (obviamente) el inicio de un nuevo ciclo y luego va menguando. Las salutaciones y los buenos deseos quedaron atrás, ahora nos toca desandar el camino y ver con qué nos encontramos. Eso sí: No hay un mango, el “piojo” es terrible, pero están quienes prefieren tragarse el sapo y no decir nada porque han votado esto. Como dije una vez, en principio pensé que era lógico darle al nuevo Gobierno unos meses de plazo para ver cómo se van acomodando los melones, pero viendo como viene la mano, tal vez revea esa postura.

 Mientras tanto, los comercios cierran para tomarse vacaciones y los que tienen una quinta con pileta, en lugar de aprovechar el predio para refrescarse allí, hacen un mejor negocio al alquilarla por día, en determinados casos a valores exorbitantes, con lo cual serán otros los chicos del eterno bronceado lobense.

 Esta nota la comencé a escribir ayer, pero fue casi un borrador, estaba un poco desordenado, de manera que la terminé de redactar este domingo 7. El Día de Reyes, tuve bastante trabajo pero lo pude manejar bien, en líneas generales, no me pesó en absoluto.

 A veces, antes de sentarme frente a la pantalla de la compu, ya tengo en claro qué idea o qué reflexión pretendo hacer llegar al lector. Otra veces no, de manera que cuando eso pasa, prefiero no caer en un rejunte de palabras intrascendentes y confusas.

 Nunca me propuse hacer de este espacio un diario íntimo, y si he reflejado experiencias personales, ha sido con el fin de desarrollar y profundizar, sobre los usos y costumbres de la sociedad a los cuales yo tampoco soy ajeno. Por supuesto, también entiendo que no sirve de mucho caer en una mirada retrospectiva todo el tiempo, contrastar el pasado y el presente, lo "bien" que supuestamente estábamos antes y lo "mal" que estamos ahora. En muchos casos una simple anécdota alcanza para que la persona que te lee pueda inferir lo que querés expresar.

 Quizás le damos demasiadas vueltas a todo, como si fuéramos tan importantes para que el resto de la humanidad se preocupe en pensar en nosotros. Estamos acá, hoy y ahora, es decir: las cosas son más simples de lo que suponemos. Inventamos obstáculos y excusas que sólo existen en nuestra imaginación, con el único objetivo de postergar, de procastinar. Es razonable postergar una decisión si lo considerás válido (porque querés tener una segunda opinión, o lo que sea). Pero tarde o temprano llega el momento en que hay que actuar, despertarse, reaccionar. Es un error pensar que te podés preparar mentalmente para eso. Ustedes podrán imaginarse varias situaciones límite que no dan lugar a nada, son tan sorpresivas que no dan margen para dudar. 

 Lo bueno que se podría rescatar de todo esto, es que aprendés que "todo pasa". Ese tránsito puede ser tortuoso o no, pero en alguna instancia se termina. Y lo que viene después, es lo que te va a tocar afrontar. Yo puedo decir que hoy me siento bien, pero mañana no lo sé, y tampoco creo que lo sepan ustedes. Así funciona. Y otro problema que tenemos, es que vamos "heredando" mandatos familiares, o frustraciones de terceros, de las que no deberíamos hacernos cargo. Hace bastante tiempo ya, entendí claramente que no voy a ganar mucho dinero siendo periodista, pese a haberme capacitado. Por lo tanto habrá que diversificar el rubro, poner un maxikiosco, buscar alguna changa. No todos los escritores triunfan en términos de prosperidad económica, no todos los abogados, y podría hacerse extensivo a cualquier profesión. Pero que eso no te impida, a vos y a mí, seguir dando lo mejor, si estás convencido de que fue tu elección. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.


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