15 de septiembre de 2024

Reflexiones del domingo por la mañana

 

Entramos en la recta final rumbo a la primavera. Todavía nos quedarán por delante momentos del día donde el clima se presente fresco, mayormente por la mañana y por la noche. Me esfuerzo por seguir activo en las redes, pese a que me cuesta concentrarme y darle el contenido que yo pretendo expresar. Antes de hacer un nuevo posteo lo leo varias veces para evaluar si merece ser publicado, evitando así las reiteraciones innecesarias. Para comienzos de esta semana se prevé más calor, lo cual es propio para la época del año que estamos transitando. La decisión de escribir en este espacio surge como una manera de no perder el contacto y de continuar indagando sobre estos tiempos de cambios (cambios que se dan en todos los órdenes). Muchos de ellos son consecuencia del escenario político/económico y otros tienen más que ver con decisiones personales.

 

Habrá cosas por corregir, sin duda, pero no me desespero. Sé que elegí desandar un recorrido que se hace cuesta arriba, pero la vida es así. Estoy tratando de llegar de la mejor forma posible para completar el último tramo del año. De contribuir aportando una mirada diferente. Ha sido un período que transcurrió con muchas crisis, dificultades personales, duelos que hubo que sobrellevar, circunstancias fortuitas que me pusieron a prueba, y espero que cuando mire hacia atrás, pueda llevarme buenos resultados. Avanzo con la premisa de recuperar aquello que se fue perdiendo casi sin que yo me diera cuenta, y que sólo puede percibirse haciendo un análisis más amplio. Creo que no estoy tan lejos de conseguirlo. Para ello hace falta dotar de un sentido, una razón de ser, a cada cosa que hacemos. Si no se puede lograr al cabo de un tiempo, vamos a estar siempre tropezando con la misma piedra, como bichos cascoteados.

 

Por supuesto, cada uno buscará hacerlo como pueda. No se puede culpar al exterior, porque precisamente se trata de asumir la responsabilidad por lo que uno ha hecho o dejó de hacer. Tampoco sirve buscar pretextos o deslindar nuestra negligencia en presuntos culpables. El entorno nos condiciona, eso es cierto, pero la decisión final sigue siendo nuestra. Podemos optar entre un lamento eterno o bien un despegue personal hacia algo mejor. A menudo no sabemos qué es “lo mejor” para nosotros, o nos cuesta subir al siguiente escalón porque nos parece demasiado elevado, inalcanzable. La lección es esta: No es conveniente saltear peldaños, ya que como dije en otra nota, cada uno desandará el camino con las pausas y los descansos que sean necesarios. 


Hay personas con una mayor capacidad de resiliencia que otras, y si no entendemos esto, caeríamos en el error de suponer todos que podemos alcanzar el mismo nivel de bienestar en el mismo plazo. Si podemos identificar aquellos factores que nos hacen distintos, vamos a llegar a la conclusión de que el proceso que debemos activar no es para todos por igual. Por otra parte, si postergamos una decisión, lo único que lograremos es ganar algo de tiempo, pero en algún punto ese margen se agota y ya estaremos más complicados, porque hubo otros que optaron por jugar antes que nosotros. 

 

Es lógico que no sepamos cómo reaccionar ante determinadas situaciones. Nadie está preparado para todo. Y toda vez que supongamos que tenemos experiencia suficiente, habrá hechos que superen esa capacidad que creemos haber adquirido. Convengamos que si todo nos fuera predecible, tampoco habría espacio para la sorpresa ante un momento inédito como el que nos puede tocar en suerte. Las sorpresas pueden ser gratas también, no lo duden. Lo que pasa es que nuestra mente es muy masoquista y sólo tiende a recordarnos episodios amargos o sin lugar para el disfrute. Yo no sé qué tan extraño es eso, o si varía de una persona a otra. Pero de seguro que no es casualidad. 


Cualquiera puede ser optimista si tiene motivos para pensar que el futuro será mejor. Pero cuando las cartas ya están echadas y te tocaron los peores naipes, hay que jugar la mano igual. Es como el póker, para lo que conocen de la timba. Podés apostar mucha guita y perderla en diez minutos, y a la inversa: Podés ser cauteloso con la apuesta y por lo tanto en caso de ganar no te llevarás una gran fortuna. El misterio de estar en este mundo tiene que ver con eso. Cuando creíste haberlo visto todo, siempre hay algo que supera tu capacidad de asombro. Y la sociedad tiene mucho que ver con eso, porque el comportamiento que predomina no es predecible bajo ningún punto de vista. Puede considerarse un defecto o una virtud, ustedes elijan, pero más allá de eso, les aseguro que es así. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

12 de septiembre de 2024

En modo "stand by"

 

Luego de un largo tiempo sin escribir nada nuevo por aquí, me reencuentro con los lectores. En este lapso me volqué más hacia mi trabajo, a pensar cómo obtener una mayor rentabilidad, a hacer números. Es importante saber con qué recursos uno cuenta para ir atendiendo lo esencial en forma prioritaria, ya que muchas veces lo damos por sentado, pero cuando hay que pagar alguna cuenta esa plata se fue por otro lado. Hay que hacer un ajuste de las tarifas que los clientes puedan afrontar, esa es la idea. Los valores quedan desactualizados muy rápidamente y eso genera un desfasaje que luego es más engorroso corregir. La idea es cerrar el año con los costos definidos, para de ese modo calcular mejor cuánta plata ingresará y qué es lo que hay que abonar. Yo creo que podré hacerlo sin que ningún cliente patalee, porque los aumentos son razonables y no representan un desembolso significativo para ellos. Lo hago simplemente para no seguir perdiendo con la inflación.


Al igual que muchos de ustedes, estoy en una etapa de transición hacia algo mejor. No sé bien qué será, pero estoy convencido de que será mejor porque yo quiero que se dé de esa manera. La etapa de las quejas y recriminaciones la doy por finalizada, al menos por un tiempo. Tengo que pensar en lo que yo soy capaz de hacer, y les sugiero que hagan lo mismo. No es aconsejable tirar demasiado de la soga, todo lo contrario. Forzar los vínculos tampoco es bueno. La gente sabe cómo y dónde encontrarte si desea socializar con vos. Por lo tanto, no hay necesidad de remarla constantemente. Y si nadie se arrima al fogón, habrá que encenderlo igual, sentarse alrededor del calor de los leños encendidos y cebarse unos mates tranqui. Leer, escuchar música, escribir, sacar fotos, dotar de más impulso a aquello que sabemos que nos hace bien. Evitar que la mente nos traicione con pensamientos negativos. Darle forma a nuestros sueños hasta que se vayan materializando. Porque lo cierto es que las ilusiones, los deseos, se pueden transformar en hechos concretos sólo si están enmarcado en una perspectiva real dentro de nuestras posibilidades. Nadie se propone ser millonario o convertirse en un magnate de los negocios, porque de hacerlo estaríamos poniendo una vara muy alta desde antes de dar el primer paso.


Yo creo que se puede construir algo diferente, pero hay que pensarlo bien, dedicarle tiempo, no surge de un día para otro. Es necesaria una planificación que no se vea afectada por la coyuntura, sino que pueda surfear por encima de ella. Mientras le doy un sorbo a la bombilla, voy pensando en eso. El último registro de la inflación arrojó una cifra más alta que la esperada, y eso se debe a que los servicios (luz, agua, gas) se incrementaron notablemente. Vamos a tener que adaptarnos a este nuevo escenario, y aprender a no ser tan demandantes, porque nos va desgastando y se torna reiterativo. Es decir, que habrá que dejar los reclamos en suspenso, esperando otra ocasión. El diagnóstico social no puede ser una constante, mirando por encima de los hechos. No se trata de claudicar. Simplemente, de entender que es esto lo que nos toca atravesar, por complejo que sea, y de aceptar que es una instancia que en algún momento se revertirá. Hasta que eso no suceda no nos queda otra alternativa que seguir peleándola desde la trinchera, ya no en una actitud pasiva, sino despojándonos de la nostalgia por un mejor porvenir. 


Por mucho que pretendamos modificar la realidad, es desde adentro como podemos generar un cambio. Si logramos internalizar y asimilar todo este proceso, no nos sentiremos tan excluidos y comprenderemos que la estrategia tiene que ser otra. Vale remarcar lo siguiente: Quizás estuvimos haciendo un abordaje equivocado de la situación, con un sesgo crítico que si bien es atendible, no aporta soluciones. Para sobrellevar de la mejor manera un contexto adverso, deberemos moderar nuestras expectativas y buscar que se vayan amoldando a lo que hoy por hoy se puede lograr. La vara, como dije antes, puede estar muy alta, y quizás nos resistimos a bajar el nivel porque sería una forma de renunciar a nuestras pretensiones. Pero en este momento no queda otra opción que recalcular, y eso implica que deberemos dejar en stand by nuestros anhelos más elevados y ambiciosos. No se preocupen por eso, no teman ni caigan en la zozobra, porque como suele decirse, “también esto pasará”. Nos estamos viendo pronto para seguir abonando el terreno hacia un enfoque diferente. Punto final.

6 de septiembre de 2024

2024

 

Todavía es demasiado pronto para trazar un balance de 2024. Pensándolo bien, no sería atinado hacerlo. El motivo ineludible es que nos quedan tres meses por delante, que no es poco. Sin embargo, puedo decir que este año hasta ahora no me ha dejado nada trascendente ni memorable. No ha sido un año para el recuerdo. Insisto, uno espera que algo pase para que cambie ese escenario y pueda llevarme una gran alegría antes de diciembre. Parte de las cosas que no salieron bien han sido culpa mía, y otras por factores ajenos a mi voluntad. Estamos atravesando una recesión económica que no ayuda para congratularse de los logros individuales. He escrito bastante sobre esto porque me vi sumamente perjudicado por las medidas que se adoptaron desde el Gobierno y que no han traído ningún beneficio, ni para mí ni para nadie de la extinta clase media. Pero hay que indagar más en el interior de cada uno para hallar instantes de plenitud, que sin duda los habrá. Yo espero encontrarlos, en algún lugar tienen que estar escondidos, esperándonos para que nos reconciliemos con nuestro propio pasado.


Todo año arranca, al menos en el hemisferio Sur, con una modorra producto del calor del verano. Ya para marzo o abril eso se termina y se abre otra etapa, con días más cortos, fríos y lluviosos. Ahora estamos entrando en el cuarto trimestre, un período donde para muchos las cartas ya están echadas y a su vez abunda la incertidumbre. No podemos pensar en 2025 aún, ni siquiera sabemos qué sucederá mañana. Sí es posible tratar de proyectar lo más inmediato, ver de qué manera lo afrontamos y los resolvemos. Yo percibo que hay un clima enrarecido, como el de 2000 o 2001, pero sin perspectivas de que se repita aquel desenlace. Es un contexto de crisis, eso no se puede negar, y si los que están gobernando se consideran capaces, deberían buscar la forma de paliarla.

 

Cualquier objetivo presenta escollos en el camino. Lo que yo he descubierto es que ya no me interesa discutir ni polemizar con nadie, aunque pensemos de modos opuestos. No le encuentro ninguna satisfacción al hecho de argumentar dentro de una dialéctica inútil. Estamos todos rascando el fondo de la olla, así que piense como piense cada uno, es irrelevante. Sí es cierto que hay quienes ven al ajuste como un mal transitorio, pero yo no puedo determinar cuánto durará esta malaria. Cada mes que se difunden nuevas estadísticas, caen el consumo y la actividad industrial. Se produce menos porque la gente compra menos. La gente compra menos porque la plata no alcanza. Y la plata no alcanza porque los precios están muy por encima de un salario promedio. Esos serían enunciados básicos pero no desprovistos de lógica. Después habría que analizar en las causas, por qué el dinero vale tan poco, por qué las tarifas son tan caras, y tenemos tanta carga impositiva y fiscal. Nos mintieron en la cara diciendo que no aumentarían los impuestos. Nos dijeron que el peso era “un excremento” y ahora salen a decir que se convertirá en una moneda fuerte. Todo eso es falso y no se lo cree nadie, de lo contrario la gente no buscaría abastecerse de dólares para que sus ahorros no pierdan valor.  


Hago la salvedad de que no quiero pecar de desagradecido, porque quizás si me pongo a recapitular o a hilar más fino encuentre momentos de satisfacción. Siempre los hay. Lo que ocurre es que a veces no logran colmarnos del todo, o no los mencionamos porque nuestra memoria tiene un sesgo negativo. Si volvemos a hablar de los objetivos, cuando nos planteamos uno en concreto todo es más claro, porque al cabo de un tiempo podemos ver si los concretamos o no. Si entendemos que hay factores externos que nos superan, podemos verlo desde dos lados. Sirven como una excusa para lo que no pudimos lograr, culpando a lo que está “afuera”, o bien pueden atenuar ese desasosiego al comprender que no todo pasa por nosotros. 


Hay situaciones que nos exceden, que escapan a nuestro control. Yo no imaginaba que el país iba a estar tan venido abajo como ahora. Y digo esto sin que parezca que lo anterior fuera bueno. Mi análisis abarca todo lo que yo he vivido, todo lo que he escuchado y he visto al cabo de más de 40 años. Los aumentos constantes y la degradación de la clase media no se pueden negar, porque cada medida oficial va en esa dirección. Ahí está el punto a resolver, y no hay otra alternativa para hacerlo que votando una opción superadora. No está de más recordar que los que estuvieron antes nos vendieron el verso de "asado y heladera llena", y nada de eso se plasmó en los hechos.


Yo no sé qué nos depararán los próximos meses porque aún no estamos en campaña electoral ni hay candidatos para escoger, pero sí estoy seguro de que el camino que estamos transitando no es el correcto desde mi punto de vista. Tampoco estoy juzgando a Fulano o Mengano, cada uno vota a quien le parece mejor, y nadie debería cuestionar la voluntad popular. Sin embargo, podemos afirmar que es un error seguir creyendo que el pueblo nunca se equivoca. Si fuéramos tan sagaces, no estaríamos sumidos en la decadencia. Que no viene de ahora, pero se ha agudizado muchísimo en menos de un año de gestión libertaria. Ni siquiera saber hablar y expresarse como corresponde, todo lo que hacen es emitir decretos o resoluciones que implosionan los cuadros tarifarios de los servicios. Disculpen si ofendo a alguien, pero falta sensibilidad, y a mí no me gusta vivir en una sociedad donde rige la ley de la selva o el sálvese quien pueda. Y hay otro problema mayor: El que asuma del signo político opuesto, en primer lugar deberá recomponer el tejido social y no actuar con el revanchismo que hacen siempre. Lo que pasó sólo merece ser recordado por los libros de historia. A partir de 2025, cuando haya elecciones, sólo nos queda mirar hacia el futuro. Punto final.

5 de septiembre de 2024

La sociedad necesita cambiar el chip

 

Nos aguardan tiempos complejos, pero no debemos sentir temor, sino simplemente tratar de estar preparados para afrontarlos. La resistencia a la frustración no se va forjando de un día para el otro. Uno se vuelve más tolerante a medida que enfrenta situaciones adversas y debe lidiar con ellas. Y algo importante: También aceptando nuevos enfoques.


Es normal decepcionarse ante el fracaso, pero lo único que nos salva es tomar impulso para salir a flote. No hay una receta para lograrlo, sólo es cuestión de aceptar de que nos fue mal porque asumimos el riesgo de intentarlo y que no nos quedamos en la comodidad de no hacer nada por nosotros mismos. Por ejemplo, cada semana cuando hago mi programa de entrevistas escucho historias motivadoras, de superación, de gente que no ha aflojado ante un contexto aciago y que hoy puede asumir otra postura frente a la vida. Pero a su vez, no todos los programas tienen el mismo éxito o repercusión en la audiencia. Si invito a alguien conocido y popular, tendrá mayor impacto que si se trata de un artista emergente, por citar un caso. No obstante, todos merecen su espacio.


Hay una delgada línea entre ser exigente con vos mismo y pasarte de rosca. Y yo creo que la autoaceptación está ligada a eso. El éxito no te acompañará siempre, no existe una fórmula única e irrebatible, porque de haberla todos seríamos triunfadores. Por eso cada uno debe manejarse a su ritmo, conociendo sus limitaciones y fortalezas. Ojalá quienes nos gobiernan lo supieran entender y se rodearan de gente idónea para compensar su incompetencia. Pero ellos buscan aduladores, personas que les digan que sí a cualquier estupidez. 


Que vos seas alguien de confianza no significa que debas darle la razón en todo. Precisamente, esa confianza es la que te otorga el “atrevimiento” de disentir. Por ejemplo, los amigos te aconsejan, te critican, te cuestionan, pero lo hacen desde el aprecio que te tienen. Parece algo muy básico, pero no lo tenemos naturalizado lo suficiente. Pienso que necesitamos una sociedad menos violenta y donde se ejerza más el debate honesto, con fundamentos. No sé qué tan viable es conseguirlo luego de tantos años de retroceso. Llevará tiempo, y se necesita un cambio cultural. Porque si seguimos con el mismo chip de hace 30 años, deberíamos darnos cuenta de que ya quedó obsoleto. Punto final.

2 de septiembre de 2024

Poniéndole pilas a un nuevo ciclo

 

Damos comienzo a un nuevo ciclo, que nos invita a analizar la realidad desde una perspectiva diferente. Esto suelo decirlo siempre, pero no está de más recordarlo. No es que vayamos a cambiar del todo nuestra forma de pensar, sino que estaremos abiertos a otros enfoques e interpretaciones. Dejaremos de creernos que somos el ombligo del mundo en medio de esta novela tragicómica signada por la crisis y la tribulación. Cuando los hechos nos interpelan no es bueno permanecer indiferentes, aunque finjamos estarlo. 


Cada vez que nos preguntamos “de qué me quejo” y hallamos pocos hechos para enunciar, podemos estar agradecidos de que algún aspecto de nuestras vidas marcha bien. El amor es lo único que nos va a salvar: Amor a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestros amigos. Suena como una cursilería, pero la fuerza que tiene supera cualquier obstáculo que se nos pueda presentar. Parece una frase extraída de algún libro de autoayuda, pero yo hace rato que me convencí de que es la única salida que hay. No ser rencorosos, no tener cuentas pendientes con nadie.


Septiembre promete ser un mes con mayores actividades al aire libre, debido al clima y a que se lo relaciona con ciertas postales de felicidad, como el Día de la Primavera o Día del Estudiante. Es, también, un momento propicio para darle volumen y contenido a todo aquello que nos quedó inconcluso. No sé cómo será en el caso de ustedes, pero yo más de una vez postergo demasiadas acciones del devenir cotidiano y así caigo en la procastinación. Dejo para después lo que podría haber resulto antes. Claro que cuando las papas queman no se puede esperar y se requieren decisiones rápidas, hay que actuar sin margen para la duda o una segunda lectura. 

Lo que pude aprender todos estos meses es que hay pocas cosas que son realmente importantes: La familia, los amigos, el trabajo, y no mucho más. El dinero se obtiene mediante el trabajo, así que también está incluido en el combo. Como decía un amigo: “Yo me arrepiento más de lo que no hice, que de lo que hice”. No se trata de un juego de palabras: Es una sensación sombría llegar a cierta edad y comprobar que tus planes se diluyeron porque no les diste vida a tus sueños, o bien porque cediste ante el peso de la realidad de un país inestable que las fue cancelando por tiempo indeterminado. Sólo me resta decir que empiezo este noveno mes con otro impulso, que no es el mismo de junio o julio, por citar dos casos. Padecí mucho el invierno y el encierro, de manera que ahora destinaré el tiempo que me quede libre a reencontrarme con lo que pospuse, conectarme con el deseo pero sin que sea sólo un placer, también una obligación de honrar la vida desde nuestro humilde y sencillo lugar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

Reflexiones del domingo por la mañana

  Entramos en la recta final rumbo a la primavera. Todavía nos quedarán por delante momentos del día donde el clima se presente fresco, mayo...