29 de septiembre de 2024

Última nota del mes: Un período que se nos escapó como agua entre los dedos

 

Esta es la última nota del mes que escribo para el blog. Estaba pensando en todas las noticias que conocimos durante la semana pasada, y lo rápido que transcurrió todo. Mucha información que circula con excesiva rapidez. Para mañana tendré que buscar nuevo material, ya que no hubo demasiado por cubrir durante el finde. Sólo me esfuerzo ante aquello que sé que tendrá repercusión, no vale la pena un emprender un desgaste innecesario para algo que no recibirá mayor atención de parte de los lectores. Pero sea como fuere, cada nota la redacto con el mismo rigor periodístico, buscando siempre ser creativo, para aportar un enfoque diferente. Si todos publicáramos lo mismo, no tendría razón de ser leer una crónica en un medio que hacerlo en otro. Hay noticias que ameritan más desarrollo y profundidad que otras. No se le pueden pedir peras al olmo.

 

El año próximo tendremos elecciones de medio término, y buena parte de la cobertura estará relacionada con la política. Yo creo que habrá un voto castigo importante a nivel nacional, y si el Gobierno no es necio, tendrá que tomar nota de ese giro de 180 grados en la voluntad popular. Todavía es demasiado pronto como para pronosticarlo. Seguramente habrá un núcleo duro que volverá a votar al oficialismo, más por espanto que por convicción. Sienten terror ante el posible regreso de lo que se denomina populismo, y como un acto reflejo, votarán al primer monigote que se ponga en la vereda de enfrente.

 

Mientras tanto, y cambiando de tema, estoy reanudando la escritura de cuentos para mi próximo libro, que aún no tiene fecha de publicación. Tampoco sé cuándo sucederá, porque este año no habrá novedades. Decidí postergarlo porque la crisis que estamos atravesando no ayuda a que la gente desembolse su dinero para comprar un libro. Además, yo debo hacer una inversión para solventar los costos de impresión y demás gastos que demanda una editorial, y si en algún momento lo hago es porque sé que esos ejemplares serán vendibles. No voy a publicar sólo para satisfacer mi vanidad, sino que me interesa que el libro se lea. Ya tomé nota de aquello que debo corregir en cuanto a la difusión, porque cuando tuve la presentación de mi primer ejemplar, en 2022, hubo gente que no estuvo porque no me percaté de enviar invitaciones personalizadas como debería haber hecho. Pero esto es como las fiestas navideñas: No hay que pensar en los que no están, sino en aquellos que sí hicieron acto de presencia porque quisieron compartir ese momento con vos. De manera que yo continuaré dándole forma a los textos que ya escribí, hasta que sean lo más “redondos” posibles, sumado ello a que agregaré uno o dos relatos nuevos. Y cuando todo esté listo, pediré presupuestos para publicar. Si se me hace muy costoso, tendré que descartarlo, pero en tal caso buscaré que esos textos salgan publicados en alguna revista. Mi intención es mejorar la calidad literaria respecto de mi primer libro, y lograr un resultado superador en todo sentido.

Así que, en resumidas cuentas, los meses subsiguientes traerán consigo muchas horas frente al teclado, tanto para reforzar el contenido de mi portal como para ir puliendo los manuscritos que escribí hasta ahora. Con hacer tu trabajo lo mejor posible ya es motivo para quedarse tranquilo, sabiendo que diste todo de vos mismo para que el resultado final sea una crónica que merezca ser leída. Estoy conforme con lo que logré hasta ahora, pero todavía me falta para llegar adonde pretendo. Tengo que aprovechar esta etapa para patear el tablero y consolidarme en otra posición que me sea más provechosa. Reitero que no escribiré para satisfacer mi ego, y en lo que respecta a la literatura, sólo voy a dar el paso de publicar si considero que están dadas las condiciones para poder vender. Acá no se trata de imprimir libros porque sí, si no hay un público que los vaya a comprar. Y hoy por hoy, viendo la situación que estamos viviendo, hay otras prioridades antes que gastar 15.000 pesos o más para llevarse un libro a su casa. Ojalá que el escenario cambie y que la industria cultural pueda recuperarse en todo sentido. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

 


27 de septiembre de 2024

Momento de reflexión

 

Mediodía de viernes en la ciudad. Una linda jornada, y un fin de semana que promete. Voy preparándome para darle contenido a mi portal de noticias como mencioné en el posteo anterior. La verdad es que me complace brindar nuevo material que sea de interés para los lectores. Es como una gimnasia, y hay que ejercitarla a diario, pese a que no siempre uno pueda rendir al 100 %. Con hacer tu trabajo lo mejor posible ya es motivo para quedarse tranquilo, sabiendo que diste todo de vos mismo para que el resultado final sea una crónica que merezca ser leída. 


Estoy conforme con lo que he conseguido en los últimos meses, pero todavía me falta bastante para llegar hacia donde pretendo. Tengo que aprovechar esta etapa para patear el tablero y consolidarme en otra posición que me sea más provechosa. De esa manera podré llegar a fin de año con algunos objetivos cumplidos. Quizás le esté dando mucha rosca al asunto, pensando demasiado en un cierre de año como una meta ambiciosa y en realidad no es más que una percepción. No hacen falta efemérides para implementar un cambio, puede hacerse en cualquier momento. Lo que sí se necesita es tener en claro cómo llevarlo a cabo, que no es poco decir. Cabe hacer esta salvedad porque muchas veces somos conscientes de que debemos reformular varios aspectos, pero no sabemos ni cómo ni dónde empezar. Hay que ser pacientes en ese sentido. Sería como pretender bajar 10 kilos yendo 3 meses al gimnasio para llegar con una figura estilizada al verano. Es fácil: No hay que dejarse estar, pero tampoco apresurarse y avanzar contrarreloj.


Yo empecé a pensar en la necesidad de un cambio a mediados de junio, casi en coincidencia con mi cumpleaños, porque se dio la ocasión propicia para que me cayeran todas las fichas y me agarró un “viejazo” que me hizo maquinar más de lo aconsejable. El hecho de observar cómo estaba llegando a cierta edad me hizo replantear varias cosas. Seguramente durante todos estos años he alcanzado metas que no suelo mencionarlas ya que las doy por sentado como si fueran algo natural. Sin embargo, requirieron de un esfuerzo y una planificación. No afirmaría que toda mi vida ha sido un fracaso porque sería muy drástico e injusto plantearlo de ese modo. Más de una vez dije que la vida ha sido demasiado generosa conmigo. Si puedo escribir y poner en palabras aquello que quiero expresar, al menos puedo dejar de lado lo que sería un eterno lamento para focalizarme en algo más concreto. 


La única forma de obtener más dinero es trabajando y a su vez, actualizando los costos para tener una idea clara de cuánta plata entra y cuánta sale. Hay que hacer números porque es la única manera de saber por qué uno llega a fin de mes tan ajustado. Claro que no es el mejor escenario para pretender recuperar rentabilidad. Estamos en una época de bolsillos flacos. Por supuesto que el dinero en sí no me obsesiona, sino la posibilidad de comprar aquello que necesito y que hoy por hoy debo postergar porque no me alcanza para hacer frente a todo.


En resumen, yo pensé que llegaría a los 45 de otra manera, y me encuentro con esto que me descoloca y moviliza a la vez. Trato de no compararme con nadie y simplemente me pongo a reflexionar en el futuro que quiero para mí. Porque si yo me pusiera a cotejar mi realidad con la de los otros, estaría mirando sólo lo superficial, lo que se ve. Es probable que esa gente tenga una vida de mierda, puertas adentro, llena de conflictos y rencillas, pero es el lado oscuro que no se ve en las relaciones públicas. Por otra parte, no hay mal que por bien no venga. Celebro que me esté cuestionando estas cosas ahora y que tenga la capacidad de dar un golpe de timón. Porque si no me sucedía en esta coyuntura, iba a seguir pasando el tiempo y cada vez estaría más lejos de alcanzar aquello que deseo. El deseo es el motor de todo, no tengo dudas.  


Normalmente, un cumpleaños constituye una celebración, un día de festejo en compañía de los seres queridos. Y debo decir que eso estuvo presente, no la pasé mal. Pero los días posteriores, me puse a reflexionar acerca de la forma en que yo había arribado a esa edad. Como mencioné en el párrafo anterior, uno suele ser muy injusto cuando mira el medio vaso lleno o el medio vaso vacío. En definitiva, el vaso es uno solo y cada cual lo observa como mejor le plazca. Tal vez no estamos en condiciones de ser objetivos, pero sí imparciales. O al revés.

 

Es muy importante reconocer nuestra subjetividad y saber que no podemos hacernos cargo de todas las expectativas que los demás tienen puestas en nosotros. Sería una carga muy pesada de sobrellevar. Cuando éramos jóvenes, nos imaginábamos llegando a la madurez con una situación resuelta, y hoy vemos que no es así. Y creemos que somos los únicos a los que le pasa esto cuando hay mucha gente que no está del todo satisfecha con lo que le tocó en suerte. Y aquellos que sí prosperaron, posiblemente se han esforzado más que nosotros, uno nunca sabe porque no se pone a preguntarles a los demás el secreto del éxito. Bueno, hablar del secreto del éxito suena demasiado pretencioso, y eso es lo que debemos evitar: Idealizar la situación en la que viven los demás y pensar que esa gente tiene su vida resuelta. Por eso no es saludable compararse con nadie, sino emprender un camino propio. No todos somos artífices de nuestro destino, pero al menos vamos haciendo méritos para construir la vida que queremos. Con nuevos vínculos y otra perspectiva. De esto se trata. Punto final.

26 de septiembre de 2024

Volver a las aulas

 

Jueves por la mañana en la ciudad. En las primeras horas del día todavía está fresco, hay una gran amplitud térmica y eso se nota, porque a las 14 o 15 hs. el sol ya pega fuerte y es momento de quitarse el buzo o el pulóver de encima. La semana se pasó rápido, y ahora lo que resta es ver qué se puede cubrir periodísticamente durante el finde. En principio no hay nada programado, pero siempre a uno se le escapan actividades que anotó mentalmente en algún lado y que no recuerda bien. Tengo una función de teatro, de eso sí me acuerdo. Siempre que voy a un evento de ese tipo dejo en claro que no soy crítico de nada, por eso me abstengo de evaluar el desempeño de los actores. No es algo que acostumbre hacer, no me parece que me corresponda, será el público quien juzgará la calidad de las actuaciones o de la obra en su conjunto.


Si hablamos de periodismo, suelo remarcar lo siguiente: Yo no tengo compromisos con nadie, pero eso no me convierte en un kamikaze: si alguien me "tira" un rumor, corresponde chequearlo varias veces antes de publicar algo porque te podés comer un juicio. El periodismo está cambiando y se va adaptando a la pantalla de la tablet o el celular. Sin embargo, con todas estas "redes sociales" que proliferan cada vez más, cualquiera se cree con derecho a todo. Por ejemplo, la metodología del escrache: Consiste en manchar el buen nombre y honor de una persona sin prueba alguna. Aun así, si las pruebas existiesen, no es el modo ni el lugar para hacerlo. Me considero un laburante como cualquiera, que estudió, se capacitó, y hace lo mejor que puede. Incluso los medios impresos que aún funcionan, tienen faltas de ortografía y errores de sintaxis que hasta yo, sin ser un profesor de Lengua, me voy cuenta. Es por ello que, una y otra vez, me pregunto por el futuro de los diarios en papel.


Ser redactor de un diario "online" representa la misma responsabilidad que la de redactar en un diario impreso. Eso sí: Se deben escribir, en la medida de lo posible, textos más breves, porque la gente busca actualidad y el lector es más disperso. Es algo que muchos me han dicho que debo mejorar. Lo que sucede es que uno es "de la vieja escuela", cuando aprendíamos mecanografía en el Secundario, o unos años más hacia acá, cuando nadie te preguntaba (o te juzgaba) si leías Clarín o Tiempo Argentino... en fin, las cosas han cambiado. Muchos de mis "maestros", de aquellos profesores que me formaron, han fallecido. Pero me enseñaron que ser periodista no es joda, y que al menos que te bajes los pantalones, o tengas éxito con alguna investigación, no es garantía de no pasar privaciones al igual que en cualquier otro laburo.

 

Hay que reforzar la formación de los futuros periodistas que trabajan en soportes digitales. Es una asignatura pendiente, porque la mayoría de los que ya pasamos los 40 tuvimos que hacer esa transición forzosamente. En cambio, los chicos que hoy se disponen a ser comunicadores crecieron dentro de la burbuja digital. Por lo cual, uno supone que será más fácil para ellos. Otro factor importante es que la manera de informar cambió no sólo por el formato, sino por los nuevos paradigmas de la sociedad. Hasta los ’70 u ’80, las crónicas eran muy rebuscadas, llenas de adjetivos intrascendentes, un estilo muy barroco, podríamos decir. Hoy hay que ir directo a los bifes, por lo que decíamos antes: El lector no quiere perder tiempo, y si lo que está leyendo no le resulta útil, va a otro sitio web y se acabó. 


Existen varias formas de redactar una nota, eso ya lo sabemos, pero lo que se mantiene como una regla de oro es concentrar la información importante en el primer párrafo, respondiendo a las preguntas básicas: Qué, quién, cómo, dónde, cuándo… Luego cada periodista desarrollará su propia impronta.


Yo no sé si me equivoqué de profesión, en parte creo que no porque me gusta lo que hago, pero no caben dudas de que hay otras más rentables. Que sean más rentables no significa que se trate de profesiones complejas o de mucho compromiso. A veces no es así. No estamos hablando sólo de Medicina o Abogacía. El universo de carreras a estudiar es muy amplio, por eso la Guía del Estudiante es un ladrillo de 500 páginas. Siempre hay que tratar de que se otorgue un título oficial, que sea reconocido por las autoridades que correspondan cuando hay que homologar el analítico. Lo que me parece bueno es la posibilidad de hacer cursos breves y con salida laboral, como abundan aquí en Lobos. En muchos casos son gratuitos, todo lo que hay que hacer es estar atentos cuando salgan a difusión.


También se puede obtener un posgrado o un postítulo, pero en ese caso es más factible que sean arancelados. Muchos abogados hacen la capacitación docente para poder dar clases de Historia o Instrucción Cívica y obtener mayor puntaje. Es una buena alternativa. Y como esas hay varias. 


Yo me siento muy a gusto al hacer dos cursos del Centro de Formación Laboral. Habrá cosas que no me convenzan del todo, pero es normal que se dé así. Con ser respetuoso y prestar atención a lo que te enseñan no vas a tener problemas. Nos ayudamos entre todos, y la camaradería y compañerismo son dos aspectos fundamentales. Van por encima de lo que uno vaya a aprender. El clima es muy bueno, siendo que cada uno llega con diferentes expectativas. Yo diría que todos llegan para adquirir nuevos conocimientos, y eso no se puede soslayar. Está destinado a un público adulto que ya no quiere perder el tiempo y que tiene otras obligaciones. En mi caso, siendo una persona inconstante y que muchas veces deja las cosas por la mitad, finalizar un curso es muy importante. Es un desafío personal y yo lo entiendo así. Creo que si hay algo que pueda destacar de 2024, es esa experiencia de volver a las aulas. Nos estamos viendo pronto. Punto final.    

24 de septiembre de 2024

Tiempo de florecer

 Estoy tranquilo, porque descubrí todo lo que soy capaz de hacer para mejorar. Claro que de allí a que vaya a implementarlo, es otra cosa, pero por lo menos voy en esa dirección. Voy más seguido al gimnasio, e intento rodearme de gente que no sea pesada o demandante. En el gym cada uno hace su rutina sin joder al resto, y ya con eso es suficiente para pensar que es un buen lugar. No da para socializar demasiado, pero eso uno debe buscarlo en otros ámbitos. No sirve de nada ir siempre en contra de la corriente ni contagiarse del pesimismo de los que te rodean, porque si vamos al caso todos tenemos problemas y hay que aprender a lidiar con eso. Como dije en una nota anterior, todavía nos quedan unos meses por delante ante de hacer una evaluación sobre qué tal ha sido 2024 para nosotros. Hasta el momento no parece haber sido un ciclo para el recuerdo, pero uno nunca sabe cómo se puede dar vuelta la torta.

Sigo haciendo mi programa de tele, es algo que me gratifica, y cuando no me siento en la disposición de hacerlo dejo pasar una semana o dos. No tengo ninguna obligación contractual. Con cinco temporadas encima, a veces cuesta conseguir invitados que no hayan estado antes y que tengan algo interesante para compartir con la audiencia. Creo que mejoré bastante respecto de los primeros programas, y sin duda es un espacio al cual en cada nueva emisión hay que dotar de contenido. ¿Si le puedo encontrar una veta rentable? Bueno, es una posibilidad que siempre está latente. Siempre se me ha hecho cuesta arriba cuando tengo que vender un producto. Digamos que hay muchas asignaturas pendientes y todo está por verse. Tengo la sensación de que este mes se ha pasado rapidísimo, y cuando menos lo espere vamos a estar cerrando el año. Será entonces, y no antes, cuando uno pueda esbozar algún balance si es que cabe. Quizás no esté bueno plantearlo a ese nivel, porque mirar hacia atrás no parece muy edificante. Sólo es útil para evitar cometer los mismos errores y para modificar conductas que no nos han ayudado. Todo lo que puedo decir es que para mí es positivo mirar hacia el interior de cada uno. Si no lo hiciéramos, serían los demás quienes nos dirían qué está bien o qué está mal. Pero si nosotros somos conscientes de ello y si podemos ejercer una honestidad intelectual, no hace falta que nadie nos diga lo que tenemos que hacer.

 

¿Hay que pensar antes de actuar? En principio sí, pero no podemos meditar cada decisión hasta el infinito porque de ser así no avanzaríamos nunca. El instinto no admite contradicciones. Es lo que tenemos, y si bien no somos animales, nos comportamos como tales durante buena parte del día sin que nos demos cuenta.

 

Yo he dedicado este blog a reflexionar sobre Lobos y sobre el país porque vivo aquí, eso es evidente. Si viviera en otro lugar, no me importaría. Si tuviéramos estabilidad emocional, todo sería más fácil, porque nos adaptaríamos mejor. Cuando hay que manejar la ansiedad o el enojo, la cosa cambia. Y cuando estás condicionado esos sentimientos, lo más aconsejable es no tomar decisiones importantes, porque lo que decidas va a estar teñido de cómo te sientas. En algún momento ese mar de fondo va a pasar y entonces sí se puede remontar vuelo sin turbulencias.

 

Por eso, ya que hablamos de balances y de poner cada cosa en su sitio, lo único que puedo decirles es que cuando termine este año yo espero que el saldo me sea favorable. Habrá cuestiones que serán de mi exclusiva responsabilidad y otras que no, siempre es así. No es posible ser tan minucioso en los detalles. Si hasta ahora 2024 no parece ser un gran año, habrá que recapitular y seguramente algo positivo surgirá de todo este período. Tal vez, allá por enero, cuando empezó todo, nos parecía que en tiempo no transcurría nunca, y sin embargo hoy estamos transitando la última etapa. Esa percepción, real por cierto, no es tan extraña como suponemos. Tuvimos un invierno largo, y quién te dice, a lo mejor ahora sea el tiempo de florecer. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

 

20 de septiembre de 2024

El futuro siempre es imperfecto

 

Estoy tratando de darle para adelante a pesar de las dificultades. Se trata de activar el chip. En estas vísperas de primavera, me siento con fuerzas para afrontar lo que venga. Claro que no todos los días son iguales, y seguramente habrá etapas que serán más complicadas que otras. Más de uno estará haciendo cálculos para llegar a fin de mes, algo que se ha convertido en el gran karma de la clase media argentina. Hay que replantearse objetivos todo el tiempo, porque la realidad es así, nos lleva en esa dirección y no nos da respiro. Por ese motivo tenemos que rever constantemente las expectativas que teníamos e irlas adaptando a un contexto diferente. Para mí, el hecho de que podamos seguir preguntándonos cosas es valioso. No dar nada por sentado. Aceptar lo que nos toca en suerte, porque lo que subyace en estos días es lo impredecible. A veces tendemos a creer que todo se encuentra estable y consolidado cuando no es así. Es un error de cálculo, ni más ni menos. La vida ya no se construye como un pliego de bases y condiciones, sino que va mutando de un momento a otro. Y quizás lo más sensato sea asumir que seguiremos bajo este status quo por un par de años más. Todos necesitamos cierta estabilidad emocional para tomar decisiones más acertadas, pero en este escenario es poco probable que podamos manejarnos con verdades irrefutables.

 

Precisamente, en los últimos años parece ser que todo es materia de debate y discusión, hay una permanente vocación revisionista que en muchos casos conduce a la quita de derechos o a un retroceso sobre el rol de las minorías dentro de la sociedad. Minorías étnicas y sexuales, sobre todo, lo cual se puso de manifiesto al dar de baja organismos como el INADI. Tiene que existir un ente gubernamental donde la gente pueda denunciar casos de discriminación. Pero parece que no es la prioridad, que todo lo que está en juego es la economía. Y si es el tema excluyente, bien podemos afirmar que ni siquiera focalizándonos en eso hallaremos un alivio. No hay dinero para pensar demasiado, con comprar la comida y pagar los impuestos ya se te escurre buena parte de tus ingresos, y ni hablar si tenés que pagar un alquiler. Es una carga muy pesada para los bajos salarios que percibe la mayoría de la gente. Hoy por hoy, estamos atravesados por ese estigma, y llevará mucho tiempo volver a foja cero. La única forma para arribar a conclusiones más amplias es ampliando la mirada. Indagar en las causas de nuestros problemas y ver si es posible esbozar algún paliativo que nos haga sentir mejor. Que la incomodidad no nos domine, esa es la idea. Si podemos continuar cuestionándonos lo que nos pasa, al menos no perderemos la brújula o el foco de nuestros planteos. Quizás uno debería quejarse menos ante aquello que no puede resolver, pero en muchos casos estamos hablando de necesidades básicas.

 

Nos costó mucho superar la pandemia, la peor crisis sanitaria de nuestra historia. Ahora nos enfrentamos a otra crisis, que también nos puede enfermar pero a otro nivel: Vivir en un estado de alerta perjudica nuestra salud mental. No podemos estar bien del bocho si nos apuramos a subirnos a una montaña rusa con anuncios y desmentidas que se repiten insólitamente. Hay personajes que tienen vocación de poder pero no saben cómo ejercerlo, porque son novatos en la política y a esa orfandad la ven como una virtud, cuando en realidad es todo lo contrario. Es una carencia, un punto débil. Un déficit que no se puede permitir un país que tiene más dirigentes idóneo para conducirlo. Y aunque yo parezca reiterativo al afirmarlo, creo que no tiene sentido detenerse a pensar quién votó esto o aquello. Eso ya pasó. Ahora no nos queda otra opción que mirar para adelante, pero siendo protagonistas, no testigos pasivos. 


El pueblo irá reaccionando en la medida que fortalezca su capacidad de cuestionarse a sí mismo y a quienes lo gobiernan. Nadie le otorgó un cheque en blanco a los que están ahora en la Casa Rosada. Podríamos pensar que en 2027 se van y listo, a otra cosa. Pero no es oportuno trazar ese tipo de pronósticos: Si la economía mejora, es posible que se queden otros cuatro años, pero –como dije antes- lanzar especulaciones de ese tenor es hacer futurología. Eso no conduce a nada, al menos cuando queda tanto camino por recorrer aún. Esforcémonos por atrincherarnos en nuestros seres queridos, que son lo más preciado que tenemos, para seguirla remando y no claudicar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

18 de septiembre de 2024

Asado en Olivos

 

No importa si pagaron o no, acá pesa más lo simbólico. El asado al que convocó Milei agasajando a los diputados que apoyaron el veto contra los jubilados es una afrenta al pueblo, una vergüenza. Y encima que se los tilde de “héroes” no hace más que exacerbar la indignación en un país empobrecido y sin horizontes. Podrían haber obviado ese gesto, esa pantomima, y no haberlo hecho. Porque con sólo haberlo hecho (y haber asistido) ya son cómplices. Reitero, no es relevante si pagaron por comer, sino que hayan elegido la Quinta de Olivos como lugar para celebrar quién sabe qué. Y los 5 diputados radicales que previamente se dieron vuelta y avalaron el veto, deberían ser expulsados de sus filas por inmorales y corruptos. Hay muchas prebendas que son parte de la vieja política que Milei dijo pretender desterrar. Con estos “festejos”, está claro que el toma y daca goza de buena salud.


¿Si los diputados ganan 9 millones, qué les cuesta haber desembolsado 20.000 pesos para ser parte de un mitin autoindulgente? Es casi un vuelto para ellos. Me llama la atención que los grandes medios hayan hecho la vista gorda ante esto. No habla bien del periodismo independiente el avalar con el silencio estos actos abyectos. Los jubilados ganan menos de $ 300.000, una retribución ínfima por haber trabajado 30 años, mientras que los legisladores que están en el Congreso ya tienen asegurada una jubilación de privilegio que les garantiza un buen pasar durante su vejez. No es fácil entender lo que está pasando y el nivel de degradación al cual hemos llegado en apenas 9 meses. Por supuesto, antes de que asumiera esta gestión ya había varios problemas por resolver, pero lejos de solucionarse, se están acrecentando. Y no se vislumbra que haya voluntad política para cambiar la historia. Lo que no hicieron hasta ahora, que tenían una opinión pública favorable, no creo que lo vayan a hacer más adelante. Por eso este gobierno es una gran decepción, tanto para quienes lo votaron como para los que no. 


No hay plan, que no sea el vaciamiento o eventual privatización de empresas públicas, sumado al aumento de tarifas. Para quien debe tomar micros o trenes todos los días para llegar a su trabajo, el costo del transporte se convierte en una carga muy pesada de sobrellevar. Los alquileres siguen escalando niveles altísimos, al igual que las expensas de los departamentos. Vivir en CABA o en el Conurbano implica un desembolso considerable para llegar con las cuentas al día a fin de mes. Y nosotros, que estamos un poco más alejados, tampoco estamos exentos de la licuación de los salarios. Si todos tuviéramos guita y pudiéramos comprar lo que quisiéramos, no nos parecería lamentable que los diputados oficialistas se coman un asado. Pero visto que estamos lejos de que eso suceda, estas actitudes de espaldas a la gente y con tan poco timing no hacen más que acentuar el malestar. Espero que alguien tome nota de esto, para que los mismos que se prodigaron un suculento menú, algún día rindan cuentas ante la sociedad. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

15 de septiembre de 2024

Reflexiones del domingo por la mañana

 

Entramos en la recta final rumbo a la primavera. Todavía nos quedarán por delante momentos del día donde el clima se presente fresco, mayormente por la mañana y por la noche. Me esfuerzo por seguir activo en las redes, pese a que me cuesta concentrarme y darle el contenido que yo pretendo expresar. Antes de hacer un nuevo posteo lo leo varias veces para evaluar si merece ser publicado, evitando así las reiteraciones innecesarias. Para comienzos de esta semana se prevé más calor, lo cual es propio para la época del año que estamos transitando. La decisión de escribir en este espacio surge como una manera de no perder el contacto y de continuar indagando sobre estos tiempos de cambios (cambios que se dan en todos los órdenes). Muchos de ellos son consecuencia del escenario político/económico y otros tienen más que ver con decisiones personales.

 

Habrá cosas por corregir, sin duda, pero no me desespero. Sé que elegí desandar un recorrido que se hace cuesta arriba, pero la vida es así. Estoy tratando de llegar de la mejor forma posible para completar el último tramo del año. De contribuir aportando una mirada diferente. Ha sido un período que transcurrió con muchas crisis, dificultades personales, duelos que hubo que sobrellevar, circunstancias fortuitas que me pusieron a prueba, y espero que cuando mire hacia atrás, pueda llevarme buenos resultados. Avanzo con la premisa de recuperar aquello que se fue perdiendo casi sin que yo me diera cuenta, y que sólo puede percibirse haciendo un análisis más amplio. Creo que no estoy tan lejos de conseguirlo. Para ello hace falta dotar de un sentido, una razón de ser, a cada cosa que hacemos. Si no se puede lograr al cabo de un tiempo, vamos a estar siempre tropezando con la misma piedra, como bichos cascoteados.

 

Por supuesto, cada uno buscará hacerlo como pueda. No se puede culpar al exterior, porque precisamente se trata de asumir la responsabilidad por lo que uno ha hecho o dejó de hacer. Tampoco sirve buscar pretextos o deslindar nuestra negligencia en presuntos culpables. El entorno nos condiciona, eso es cierto, pero la decisión final sigue siendo nuestra. Podemos optar entre un lamento eterno o bien un despegue personal hacia algo mejor. A menudo no sabemos qué es “lo mejor” para nosotros, o nos cuesta subir al siguiente escalón porque nos parece demasiado elevado, inalcanzable. La lección es esta: No es conveniente saltear peldaños, ya que como dije en otra nota, cada uno desandará el camino con las pausas y los descansos que sean necesarios. 


Hay personas con una mayor capacidad de resiliencia que otras, y si no entendemos esto, caeríamos en el error de suponer todos que podemos alcanzar el mismo nivel de bienestar en el mismo plazo. Si podemos identificar aquellos factores que nos hacen distintos, vamos a llegar a la conclusión de que el proceso que debemos activar no es para todos por igual. Por otra parte, si postergamos una decisión, lo único que lograremos es ganar algo de tiempo, pero en algún punto ese margen se agota y ya estaremos más complicados, porque hubo otros que optaron por jugar antes que nosotros. 

 

Es lógico que no sepamos cómo reaccionar ante determinadas situaciones. Nadie está preparado para todo. Y toda vez que supongamos que tenemos experiencia suficiente, habrá hechos que superen esa capacidad que creemos haber adquirido. Convengamos que si todo nos fuera predecible, tampoco habría espacio para la sorpresa ante un momento inédito como el que nos puede tocar en suerte. Las sorpresas pueden ser gratas también, no lo duden. Lo que pasa es que nuestra mente es muy masoquista y sólo tiende a recordarnos episodios amargos o sin lugar para el disfrute. Yo no sé qué tan extraño es eso, o si varía de una persona a otra. Pero de seguro que no es casualidad. 


Cualquiera puede ser optimista si tiene motivos para pensar que el futuro será mejor. Pero cuando las cartas ya están echadas y te tocaron los peores naipes, hay que jugar la mano igual. Es como el póker, para los que conocen de la timba. Podés apostar mucha guita y perderla en diez minutos, y a la inversa: Podés ser cauteloso con la apuesta y por lo tanto en caso de ganar no te llevarás una gran fortuna. El misterio de estar en este mundo tiene que ver con eso. Cuando creíste haberlo visto todo, siempre hay algo que supera tu capacidad de asombro. Y la sociedad tiene mucho que ver con eso, porque el comportamiento predominante carece de estabilidad. Puede considerarse un defecto o una virtud, ustedes elijan, pero más allá de eso, les aseguro que es así. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

12 de septiembre de 2024

En modo "stand by"

 

Luego de un largo tiempo sin escribir nada nuevo por aquí, me reencuentro con los lectores. En este lapso me volqué más hacia mi trabajo, a pensar cómo obtener una mayor rentabilidad, a hacer números. Es importante saber con qué recursos uno cuenta para ir atendiendo lo esencial en forma prioritaria, ya que muchas veces lo damos por sentado, pero cuando hay que pagar alguna cuenta esa plata se fue por otro lado. Hay que hacer un ajuste de las tarifas que los clientes puedan afrontar, esa es la idea. Los valores quedan desactualizados muy rápidamente y eso genera un desfasaje que luego es más engorroso corregir. La idea es cerrar el año con los costos definidos, para de ese modo calcular mejor cuánta plata ingresará y qué es lo que hay que abonar. Yo creo que podré hacerlo sin que ningún cliente patalee, porque los aumentos son razonables y no representan un desembolso significativo para ellos. Lo hago simplemente para no seguir perdiendo con la inflación.


Al igual que muchos de ustedes, estoy en una etapa de transición hacia algo mejor. No sé bien qué será, pero estoy convencido de que será mejor porque yo quiero que se dé de esa manera. La etapa de las quejas y recriminaciones la doy por finalizada, al menos por un tiempo. Tengo que pensar en lo que yo soy capaz de hacer, y les sugiero que hagan lo mismo. No es aconsejable tirar demasiado de la soga, todo lo contrario. Forzar los vínculos tampoco es bueno. La gente sabe cómo y dónde encontrarte si desea socializar con vos. Por lo tanto, no hay necesidad de remarla constantemente. Y si nadie se arrima al fogón, habrá que encenderlo igual, sentarse alrededor del calor de los leños encendidos y cebarse unos mates tranqui. Leer, escuchar música, escribir, sacar fotos, dotar de más impulso a aquello que sabemos que nos hace bien. Evitar que la mente nos traicione con pensamientos negativos. Darle forma a nuestros sueños hasta que se vayan materializando. Porque lo cierto es que las ilusiones, los deseos, se pueden transformar en hechos concretos sólo si están enmarcado en una perspectiva real dentro de nuestras posibilidades. Nadie se propone ser millonario o convertirse en un magnate de los negocios, porque de hacerlo estaríamos poniendo una vara muy alta desde antes de dar el primer paso.


Yo creo que se puede construir algo diferente, pero hay que pensarlo bien, dedicarle tiempo, no surge de un día para otro. Es necesaria una planificación que no se vea afectada por la coyuntura, sino que pueda surfear por encima de ella. Mientras le doy un sorbo a la bombilla, voy pensando en eso. El último registro de la inflación arrojó una cifra más alta que la esperada, y eso se debe a que los servicios (luz, agua, gas) se incrementaron notablemente. Vamos a tener que adaptarnos a este nuevo escenario, y aprender a no ser tan demandantes, porque nos va desgastando y se torna reiterativo. Es decir, que habrá que dejar los reclamos en suspenso, esperando otra ocasión. El diagnóstico social no puede ser una constante, mirando por encima de los hechos. No se trata de claudicar. Simplemente, de entender que es esto lo que nos toca atravesar, por complejo que sea, y de aceptar que es una instancia que en algún momento se revertirá. Hasta que eso no suceda no nos queda otra alternativa que seguir peleándola desde la trinchera, ya no en una actitud pasiva, sino despojándonos de la nostalgia por un mejor porvenir. 


Por mucho que pretendamos modificar la realidad, es desde adentro como podemos generar un cambio. Si logramos internalizar y asimilar todo este proceso, no nos sentiremos tan excluidos y comprenderemos que la estrategia tiene que ser otra. Vale remarcar lo siguiente: Quizás estuvimos haciendo un abordaje equivocado de la situación, con un sesgo crítico que si bien es atendible, no aporta soluciones. Para sobrellevar de la mejor manera un contexto adverso, deberemos moderar nuestras expectativas y buscar que se vayan amoldando a lo que hoy por hoy se puede lograr. La vara, como dije antes, puede estar muy alta, y quizás nos resistimos a bajar el nivel porque sería una forma de renunciar a nuestras pretensiones. Pero en este momento no queda otra opción que recalcular, y eso implica que deberemos dejar en stand by nuestros anhelos más elevados y ambiciosos. No se preocupen por eso, no teman ni caigan en la zozobra, porque como suele decirse, “también esto pasará”. Nos estamos viendo pronto para seguir abonando el terreno hacia un enfoque diferente. Punto final.

6 de septiembre de 2024

2024

 

Todavía es demasiado pronto para trazar un balance de 2024. Pensándolo bien, no sería atinado hacerlo. El motivo ineludible es que nos quedan tres meses por delante, que no es poco. Sin embargo, puedo decir que este año hasta ahora no me ha dejado nada trascendente ni memorable. No ha sido un año para el recuerdo. Insisto, uno espera que algo pase para que cambie ese escenario y pueda llevarme una gran alegría antes de diciembre. Parte de las cosas que no salieron bien han sido culpa mía, y otras por factores ajenos a mi voluntad. Estamos atravesando una recesión económica que no ayuda para congratularse de los logros individuales. He escrito bastante sobre esto porque me vi sumamente perjudicado por las medidas que se adoptaron desde el Gobierno y que no han traído ningún beneficio, ni para mí ni para nadie de la extinta clase media. Pero hay que indagar más en el interior de cada uno para hallar instantes de plenitud, que sin duda los habrá. Yo espero encontrarlos, en algún lugar tienen que estar escondidos, esperándonos para que nos reconciliemos con nuestro propio pasado.


Todo año arranca, al menos en el hemisferio Sur, con una modorra producto del calor del verano. Ya para marzo o abril eso se termina y se abre otra etapa, con días más cortos, fríos y lluviosos. Ahora estamos entrando en el cuarto trimestre, un período donde para muchos las cartas ya están echadas y a su vez abunda la incertidumbre. No podemos pensar en 2025 aún, ni siquiera sabemos qué sucederá mañana. Sí es posible tratar de proyectar lo más inmediato, ver de qué manera lo afrontamos y los resolvemos. Yo percibo que hay un clima enrarecido, como el de 2000 o 2001, pero sin perspectivas de que se repita aquel desenlace. Es un contexto de crisis, eso no se puede negar, y si los que están gobernando se consideran capaces, deberían buscar la forma de paliarla.

 

Cualquier objetivo presenta escollos en el camino. Lo que yo he descubierto es que ya no me interesa discutir ni polemizar con nadie, aunque pensemos de modos opuestos. No le encuentro ninguna satisfacción al hecho de argumentar dentro de una dialéctica inútil. Estamos todos rascando el fondo de la olla, así que piense como piense cada uno, es irrelevante. Sí es cierto que hay quienes ven al ajuste como un mal transitorio, pero yo no puedo determinar cuánto durará esta malaria. Cada mes que se difunden nuevas estadísticas, caen el consumo y la actividad industrial. Se produce menos porque la gente compra menos. La gente compra menos porque la plata no alcanza. Y la plata no alcanza porque los precios están muy por encima de un salario promedio. Esos serían enunciados básicos pero no desprovistos de lógica. Después habría que analizar en las causas, por qué el dinero vale tan poco, por qué las tarifas son tan caras, y tenemos tanta carga impositiva y fiscal. Nos mintieron en la cara diciendo que no aumentarían los impuestos. Nos dijeron que el peso era “un excremento” y ahora salen a decir que se convertirá en una moneda fuerte. Todo eso es falso y no se lo cree nadie, de lo contrario la gente no buscaría abastecerse de dólares para que sus ahorros no pierdan valor.  


Hago la salvedad de que no quiero pecar de desagradecido, porque quizás si me pongo a recapitular o a hilar más fino encuentre momentos de satisfacción. Siempre los hay. Lo que ocurre es que a veces no logran colmarnos del todo, o no los mencionamos porque nuestra memoria tiene un sesgo negativo. Si volvemos a hablar de los objetivos, cuando nos planteamos uno en concreto todo es más claro, porque al cabo de un tiempo podemos ver si los concretamos o no. Si entendemos que hay factores externos que nos superan, podemos verlo desde dos lados. Sirven como una excusa para lo que no pudimos lograr, culpando a lo que está “afuera”, o bien pueden atenuar ese desasosiego al comprender que no todo pasa por nosotros. 


Hay situaciones que nos exceden, que escapan a nuestro control. Yo no imaginaba que el país iba a estar tan venido abajo como ahora. Y digo esto sin que parezca que lo anterior fuera bueno. Mi análisis abarca todo lo que yo he vivido, todo lo que he escuchado y he visto al cabo de más de 40 años. Los aumentos constantes y la degradación de la clase media no se pueden negar, porque cada medida oficial va en esa dirección. Ahí está el punto a resolver, y no hay otra alternativa para hacerlo que votando una opción superadora. No está de más recordar que los que estuvieron antes nos vendieron el verso de "asado y heladera llena", y nada de eso se plasmó en los hechos.


Yo no sé qué nos depararán los próximos meses porque aún no estamos en campaña electoral ni hay candidatos para escoger, pero sí estoy seguro de que el camino que estamos transitando no es el correcto desde mi punto de vista. Tampoco estoy juzgando a Fulano o Mengano, cada uno vota a quien le parece mejor, y nadie debería cuestionar la voluntad popular. Sin embargo, podemos afirmar que es un error seguir creyendo que el pueblo nunca se equivoca. Si fuéramos tan sagaces, no estaríamos sumidos en la decadencia. Que no viene de ahora, pero se ha agudizado muchísimo en menos de un año de gestión libertaria. Ni siquiera saber hablar y expresarse como corresponde, todo lo que hacen es emitir decretos o resoluciones que implosionan los cuadros tarifarios de los servicios. Disculpen si ofendo a alguien, pero falta sensibilidad, y a mí no me gusta vivir en una sociedad donde rige la ley de la selva o el sálvese quien pueda. Y hay otro problema mayor: El que asuma del signo político opuesto, en primer lugar deberá recomponer el tejido social y no actuar con el revanchismo que hacen siempre. Lo que pasó sólo merece ser recordado por los libros de historia. A partir de 2025, cuando haya elecciones, sólo nos queda mirar hacia el futuro. Punto final.

5 de septiembre de 2024

La sociedad necesita cambiar el chip

 

Nos aguardan tiempos complejos, pero no debemos sentir temor, sino simplemente tratar de estar preparados para afrontarlos. La resistencia a la frustración no se va forjando de un día para el otro. Uno se vuelve más tolerante a medida que enfrenta situaciones adversas y debe lidiar con ellas. Y algo importante: También aceptando nuevos enfoques.


Es normal decepcionarse ante el fracaso, pero lo único que nos salva es tomar impulso para salir a flote. No hay una receta para lograrlo, sólo es cuestión de aceptar de que nos fue mal porque asumimos el riesgo de intentarlo y que no nos quedamos en la comodidad de no hacer nada por nosotros mismos. Por ejemplo, cada semana cuando hago mi programa de entrevistas escucho historias motivadoras, de superación, de gente que no ha aflojado ante un contexto aciago y que hoy puede asumir otra postura frente a la vida. Pero a su vez, no todos los programas tienen el mismo éxito o repercusión en la audiencia. Si invito a alguien conocido y popular, tendrá mayor impacto que si se trata de un artista emergente, por citar un caso. No obstante, todos merecen su espacio.


Hay una delgada línea entre ser exigente con vos mismo y pasarte de rosca. Y yo creo que la autoaceptación está ligada a eso. El éxito no te acompañará siempre, no existe una fórmula única e irrebatible, porque de haberla todos seríamos triunfadores. Por eso cada uno debe manejarse a su ritmo, conociendo sus limitaciones y fortalezas. Ojalá quienes nos gobiernan lo supieran entender y se rodearan de gente idónea para compensar su incompetencia. Pero ellos buscan aduladores, personas que les digan que sí a cualquier estupidez. 


Que vos seas alguien de confianza no significa que debas darle la razón en todo. Precisamente, esa confianza es la que te otorga el “atrevimiento” de disentir. Por ejemplo, los amigos te aconsejan, te critican, te cuestionan, pero lo hacen desde el aprecio que te tienen. Parece algo muy básico, pero no lo tenemos naturalizado lo suficiente. Pienso que necesitamos una sociedad menos violenta y donde se ejerza más el debate honesto, con fundamentos. No sé qué tan viable es conseguirlo luego de tantos años de retroceso. Llevará tiempo, y se necesita un cambio cultural. Porque si seguimos con el mismo chip de hace 30 años, deberíamos darnos cuenta de que ya quedó obsoleto. Punto final.

2 de septiembre de 2024

Poniéndole pilas a una nueva etapa

 

Damos comienzo a un nuevo ciclo, que nos invita a analizar la realidad desde una perspectiva diferente. Esto suelo decirlo siempre, pero no está de más recordarlo. No es que vayamos a cambiar del todo nuestra forma de pensar, sino que estaremos abiertos a otros enfoques e interpretaciones. Dejaremos de creernos que somos el ombligo del mundo en medio de esta novela tragicómica signada por la crisis y la tribulación. Cuando los hechos nos interpelan no es bueno permanecer indiferentes, aunque finjamos estarlo. 


Cada vez que nos preguntamos “de qué me quejo” y hallamos pocos hechos para enunciar, podemos estar agradecidos de que algún aspecto de nuestras vidas marcha bien. El amor es lo único que nos va a salvar: Amor a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestros amigos. Suena como una cursilería, pero la fuerza que tiene supera cualquier obstáculo que se nos pueda presentar. Parece una frase extraída de algún libro de autoayuda, pero yo hace rato que me convencí de que es la única salida que hay. No ser rencorosos, no tener cuentas pendientes con nadie.


Septiembre promete ser un mes con mayores actividades al aire libre, debido al clima y a que se lo relaciona con ciertas postales de felicidad, como el Día de la Primavera o Día del Estudiante. Es, también, un momento propicio para darle volumen y contenido a todo aquello que nos quedó inconcluso. No sé cómo será en el caso de ustedes, pero yo más de una vez postergo demasiadas acciones del devenir cotidiano y así caigo en la procastinación. Dejo para después lo que podría haber resulto antes. Claro que cuando las papas queman no se puede esperar y se requieren decisiones rápidas, hay que actuar sin margen para la duda o una segunda lectura. 

Lo que pude aprender todos estos meses es que hay pocas cosas que son realmente importantes: La familia, los amigos, el trabajo, y no mucho más. El dinero se obtiene mediante el trabajo, así que también está incluido en el combo. Como decía un amigo: “Yo me arrepiento más de lo que no hice, que de lo que hice”. No se trata de un juego de palabras: Es una sensación sombría llegar a cierta edad y comprobar que tus planes se diluyeron porque no les diste vida a tus sueños, o bien porque cediste ante el peso de la realidad de un país inestable que las fue cancelando por tiempo indeterminado. Sólo me resta decir que empiezo este noveno mes con otro impulso, que no es el mismo de junio o julio, por citar dos casos. Padecí mucho el invierno y el encierro, de manera que ahora destinaré el tiempo que me quede libre a reencontrarme con lo que pospuse, conectarme con el deseo pero sin que sea sólo un placer, también una obligación de honrar la vida desde nuestro humilde y sencillo lugar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...