Estoy tratando de
darle para adelante a pesar de las dificultades. Se trata de activar el chip.
En estas vísperas de primavera, me siento con fuerzas para afrontar lo que
venga. Claro que no todos los días son iguales, y seguramente habrá etapas que
serán más complicadas que otras. Más de uno estará haciendo cálculos para
llegar a fin de mes, algo que se ha convertido en el gran karma de la clase
media argentina. Hay que replantearse objetivos todo el tiempo, porque la
realidad es así, nos lleva en esa dirección y no nos da respiro. Por ese motivo
tenemos que rever constantemente las expectativas que teníamos e irlas
adaptando a un contexto diferente. Para mí, el hecho de que podamos seguir
preguntándonos cosas es valioso. No dar nada por sentado. Aceptar lo que nos toca en
suerte, porque lo que subyace en estos días es lo impredecible. A veces tendemos a creer
que todo se encuentra estable y consolidado cuando no es así. Es un error de
cálculo, ni más ni menos. La vida ya no se construye como un pliego de bases y
condiciones, sino que va mutando de un momento a otro. Y quizás lo más sensato sea asumir
que seguiremos bajo este status quo por un par de años más. Todos necesitamos
cierta estabilidad emocional para tomar decisiones más acertadas, pero en este
escenario es poco probable que podamos manejarnos con verdades irrefutables.
Precisamente, en
los últimos años parece ser que todo es materia de debate y discusión, hay una
permanente vocación revisionista que en muchos casos conduce a la quita de
derechos o a un retroceso sobre el rol de las minorías dentro de la sociedad.
Minorías étnicas y sexuales, sobre todo, lo cual se puso de manifiesto al dar
de baja organismos como el INADI. Tiene que existir un ente gubernamental donde
la gente pueda denunciar casos de discriminación. Pero parece que no es la
prioridad, que todo lo que está en juego es la economía. Y si es el tema
excluyente, bien podemos afirmar que ni siquiera focalizándonos en eso
hallaremos un alivio. No hay dinero para pensar demasiado, con comprar la
comida y pagar los impuestos ya se te escurre buena parte de tus ingresos, y ni
hablar si tenés que pagar un alquiler. Es una carga muy pesada para los bajos
salarios que percibe la mayoría de la gente. Hoy por hoy, estamos atravesados
por ese estigma, y llevará mucho tiempo volver a foja cero. La única forma para
arribar a conclusiones más amplias es ampliando la mirada. Indagar en las
causas de nuestros problemas y ver si es posible esbozar algún paliativo que
nos haga sentir mejor. Que la incomodidad no nos domine, esa es la idea. Si
podemos continuar cuestionándonos lo que nos pasa, al menos no perderemos la
brújula o el foco de nuestros planteos. Quizás uno debería quejarse menos ante
aquello que no puede resolver, pero en muchos casos estamos hablando de
necesidades básicas.
Nos costó mucho superar la pandemia, la peor crisis sanitaria de nuestra historia. Ahora nos enfrentamos a otra crisis, que también nos puede enfermar pero a otro nivel: Vivir en un estado de alerta perjudica nuestra salud mental. No podemos estar bien del bocho si nos apuramos a subirnos a una montaña rusa con anuncios y desmentidas que se repiten insólitamente. Hay personajes que tienen vocación de poder pero no saben cómo ejercerlo, porque son novatos en la política y a esa orfandad la ven como una virtud, cuando en realidad es todo lo contrario. Es una carencia, un punto débil. Un déficit que no se puede permitir un país que tiene más dirigentes idóneo para conducirlo. Y aunque yo parezca reiterativo al afirmarlo, creo que no tiene sentido detenerse a pensar quién votó esto o aquello. Eso ya pasó. Ahora no nos queda otra opción que mirar para adelante, pero siendo protagonistas, no testigos pasivos.
El pueblo irá reaccionando en la medida que fortalezca su capacidad de cuestionarse a sí mismo y a quienes
lo gobiernan. Nadie le otorgó un cheque en blanco a los que están ahora en la
Casa Rosada. Podríamos pensar que en 2027 se van y listo, a otra cosa. Pero no
es oportuno trazar ese tipo de pronósticos: Si la economía mejora, es posible
que se queden otros cuatro años, pero –como dije antes- lanzar especulaciones
de ese tenor es hacer futurología. Eso no conduce a nada, al menos cuando queda
tanto camino por recorrer aún. Esforcémonos por atrincherarnos en nuestros
seres queridos, que son lo más preciado que tenemos, para seguirla remando y no
claudicar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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