No importa si
pagaron o no, acá pesa más lo simbólico. El asado al que convocó Milei
agasajando a los diputados que apoyaron el veto contra los jubilados es una
afrenta al pueblo, una vergüenza. Y encima que se los tilde de “héroes” no hace
más que exacerbar la indignación en un país empobrecido y sin horizontes.
Podrían haber obviado ese gesto, esa pantomima, y no haberlo hecho. Porque con
sólo haberlo hecho (y haber asistido) ya son cómplices. Reitero, no es
relevante si pagaron por comer, sino que hayan elegido la Quinta de Olivos como
lugar para celebrar quién sabe qué. Y los 5 diputados radicales que previamente
se dieron vuelta y avalaron el veto, deberían ser expulsados de sus filas por
inmorales y corruptos. Hay muchas prebendas que son parte de la vieja política
que Milei dijo pretender desterrar. Con estos “festejos”, está claro que el
toma y daca goza de buena salud.
¿Si los diputados ganan 9 millones, qué les cuesta haber desembolsado 20.000 pesos para ser parte de un mitin autoindulgente? Es casi un vuelto para ellos. Me llama la atención que los grandes medios hayan hecho la vista gorda ante esto. No habla bien del periodismo independiente el avalar con el silencio estos actos abyectos. Los jubilados ganan menos de $ 300.000, una retribución ínfima por haber trabajado 30 años, mientras que los legisladores que están en el Congreso ya tienen asegurada una jubilación de privilegio que les garantiza un buen pasar durante su vejez. No es fácil entender lo que está pasando y el nivel de degradación al cual hemos llegado en apenas 9 meses. Por supuesto, antes de que asumiera esta gestión ya había varios problemas por resolver, pero lejos de solucionarse, se están acrecentando. Y no se vislumbra que haya voluntad política para cambiar la historia. Lo que no hicieron hasta ahora, que tenían una opinión pública favorable, no creo que lo vayan a hacer más adelante. Por eso este gobierno es una gran decepción, tanto para quienes lo votaron como para los que no.
No hay
plan, que no sea el vaciamiento o eventual privatización de empresas públicas,
sumado al aumento de tarifas. Para quien debe tomar micros o trenes todos los
días para llegar a su trabajo, el costo del transporte se convierte en una
carga muy pesada de sobrellevar. Los alquileres siguen escalando niveles
altísimos, al igual que las expensas de los departamentos. Vivir en CABA o en
el Conurbano implica un desembolso considerable para llegar con las cuentas al
día a fin de mes. Y nosotros, que estamos un poco más alejados, tampoco estamos
exentos de la licuación de los salarios. Si todos tuviéramos guita y pudiéramos
comprar lo que quisiéramos, no nos parecería lamentable que los diputados
oficialistas se coman un asado. Pero visto que estamos lejos de que eso suceda,
estas actitudes de espaldas a la gente y con tan poco timing no hacen más que acentuar el malestar.
Espero que alguien tome nota de esto, para que los mismos que se prodigaron un suculento menú, algún día rindan cuentas ante la sociedad. Nos estamos viendo pronto.
Punto final.
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