2 de septiembre de 2024

Poniéndole pilas a una nueva etapa

 

Damos comienzo a un nuevo ciclo, que nos invita a analizar la realidad desde una perspectiva diferente. Esto suelo decirlo siempre, pero no está de más recordarlo. No es que vayamos a cambiar del todo nuestra forma de pensar, sino que estaremos abiertos a otros enfoques e interpretaciones. Dejaremos de creernos que somos el ombligo del mundo en medio de esta novela tragicómica signada por la crisis y la tribulación. Cuando los hechos nos interpelan no es bueno permanecer indiferentes, aunque finjamos estarlo. 


Cada vez que nos preguntamos “de qué me quejo” y hallamos pocos hechos para enunciar, podemos estar agradecidos de que algún aspecto de nuestras vidas marcha bien. El amor es lo único que nos va a salvar: Amor a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestros amigos. Suena como una cursilería, pero la fuerza que tiene supera cualquier obstáculo que se nos pueda presentar. Parece una frase extraída de algún libro de autoayuda, pero yo hace rato que me convencí de que es la única salida que hay. No ser rencorosos, no tener cuentas pendientes con nadie.


Septiembre promete ser un mes con mayores actividades al aire libre, debido al clima y a que se lo relaciona con ciertas postales de felicidad, como el Día de la Primavera o Día del Estudiante. Es, también, un momento propicio para darle volumen y contenido a todo aquello que nos quedó inconcluso. No sé cómo será en el caso de ustedes, pero yo más de una vez postergo demasiadas acciones del devenir cotidiano y así caigo en la procastinación. Dejo para después lo que podría haber resulto antes. Claro que cuando las papas queman no se puede esperar y se requieren decisiones rápidas, hay que actuar sin margen para la duda o una segunda lectura. 

Lo que pude aprender todos estos meses es que hay pocas cosas que son realmente importantes: La familia, los amigos, el trabajo, y no mucho más. El dinero se obtiene mediante el trabajo, así que también está incluido en el combo. Como decía un amigo: “Yo me arrepiento más de lo que no hice, que de lo que hice”. No se trata de un juego de palabras: Es una sensación sombría llegar a cierta edad y comprobar que tus planes se diluyeron porque no les diste vida a tus sueños, o bien porque cediste ante el peso de la realidad de un país inestable que las fue cancelando por tiempo indeterminado. Sólo me resta decir que empiezo este noveno mes con otro impulso, que no es el mismo de junio o julio, por citar dos casos. Padecí mucho el invierno y el encierro, de manera que ahora destinaré el tiempo que me quede libre a reencontrarme con lo que pospuse, conectarme con el deseo pero sin que sea sólo un placer, también una obligación de honrar la vida desde nuestro humilde y sencillo lugar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

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