27 de septiembre de 2024

Momento de reflexión

 

Mediodía de viernes en la ciudad. Una linda jornada, y un fin de semana que promete. Voy preparándome para darle contenido a mi portal de noticias como mencioné en el posteo anterior. La verdad es que me complace brindar nuevo material que sea de interés para los lectores. Es como una gimnasia, y hay que ejercitarla a diario, pese a que no siempre uno pueda rendir al 100 %. Con hacer tu trabajo lo mejor posible ya es motivo para quedarse tranquilo, sabiendo que diste todo de vos mismo para que el resultado final sea una crónica que merezca ser leída. 


Estoy conforme con lo que he conseguido en los últimos meses, pero todavía me falta bastante para llegar hacia donde pretendo. Tengo que aprovechar esta etapa para patear el tablero y consolidarme en otra posición que me sea más provechosa. De esa manera podré llegar a fin de año con algunos objetivos cumplidos. Quizás le esté dando mucha rosca al asunto, pensando demasiado en un cierre de año como una meta ambiciosa y en realidad no es más que una percepción. No hacen falta efemérides para implementar un cambio, puede hacerse en cualquier momento. Lo que sí se necesita es tener en claro cómo llevarlo a cabo, que no es poco decir. Cabe hacer esta salvedad porque muchas veces somos conscientes de que debemos reformular varios aspectos, pero no sabemos ni cómo ni dónde empezar. Hay que ser pacientes en ese sentido. Sería como pretender bajar 10 kilos yendo 3 meses al gimnasio para llegar con una figura estilizada al verano. Es fácil: No hay que dejarse estar, pero tampoco apresurarse y avanzar contrarreloj.


Yo empecé a pensar en la necesidad de un cambio a mediados de junio, casi en coincidencia con mi cumpleaños, porque se dio la ocasión propicia para que me cayeran todas las fichas y me agarró un “viejazo” que me hizo maquinar más de lo aconsejable. El hecho de observar cómo estaba llegando a cierta edad me hizo replantear varias cosas. Seguramente durante todos estos años he alcanzado metas que no suelo mencionarlas ya que las doy por sentado como si fueran algo natural. Sin embargo, requirieron de un esfuerzo y una planificación. No afirmaría que toda mi vida ha sido un fracaso porque sería muy drástico e injusto plantearlo de ese modo. Más de una vez dije que la vida ha sido demasiado generosa conmigo. Si puedo escribir y poner en palabras aquello que quiero expresar, al menos puedo dejar de lado lo que sería un eterno lamento para focalizarme en algo más concreto. 


La única forma de obtener más dinero es trabajando y a su vez, actualizando los costos para tener una idea clara de cuánta plata entra y cuánta sale. Hay que hacer números porque es la única manera de saber por qué uno llega a fin de mes tan ajustado. Claro que no es el mejor escenario para pretender recuperar rentabilidad. Estamos en una época de bolsillos flacos. Por supuesto que el dinero en sí no me obsesiona, sino la posibilidad de comprar aquello que necesito y que hoy por hoy debo postergar porque no me alcanza para hacer frente a todo.


En resumen, yo pensé que llegaría a los 45 de otra manera, y me encuentro con esto que me descoloca y moviliza a la vez. Trato de no compararme con nadie y simplemente me pongo a reflexionar en el futuro que quiero para mí. Porque si yo me pusiera a cotejar mi realidad con la de los otros, estaría mirando sólo lo superficial, lo que se ve. Es probable que esa gente tenga una vida de mierda, puertas adentro, llena de conflictos y rencillas, pero es el lado oscuro que no se ve en las relaciones públicas. Por otra parte, no hay mal que por bien no venga. Celebro que me esté cuestionando estas cosas ahora y que tenga la capacidad de dar un golpe de timón. Porque si no me sucedía en esta coyuntura, iba a seguir pasando el tiempo y cada vez estaría más lejos de alcanzar aquello que deseo. El deseo es el motor de todo, no tengo dudas.  


Normalmente, un cumpleaños constituye una celebración, un día de festejo en compañía de los seres queridos. Y debo decir que eso estuvo presente, no la pasé mal. Pero los días posteriores, me puse a reflexionar acerca de la forma en que yo había arribado a esa edad. Como mencioné en el párrafo anterior, uno suele ser muy injusto cuando mira el medio vaso lleno o el medio vaso vacío. En definitiva, el vaso es uno solo y cada cual lo observa como mejor le plazca. Tal vez no estamos en condiciones de ser objetivos, pero sí imparciales. O al revés.

 

Es muy importante reconocer nuestra subjetividad y saber que no podemos hacernos cargo de todas las expectativas que los demás tienen puestas en nosotros. Sería una carga muy pesada de sobrellevar. Cuando éramos jóvenes, nos imaginábamos llegando a la madurez con una situación resuelta, y hoy vemos que no es así. Y creemos que somos los únicos a los que le pasa esto cuando hay mucha gente que no está del todo satisfecha con lo que le tocó en suerte. Y aquellos que sí prosperaron, posiblemente se han esforzado más que nosotros, uno nunca sabe porque no se pone a preguntarles a los demás el secreto del éxito. Bueno, hablar del secreto del éxito suena demasiado pretencioso, y eso es lo que debemos evitar: Idealizar la situación en la que viven los demás y pensar que esa gente tiene su vida resuelta. Por eso no es saludable compararse con nadie, sino emprender un camino propio. No todos somos artífices de nuestro destino, pero al menos vamos haciendo méritos para construir la vida que queremos. Con nuevos vínculos y otra perspectiva. De esto se trata. Punto final.

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