El acto de expresarse implica poner en palabras lo que nos pasa. El silencio puede ser útil en determinados momentos, y cada uno le otorga un valor diferente. Cerati cantaba, en una canción de Soda Stereo: "El silencio no es tiempo perdido". Un frase que invita a pensar. Cuando pensamos en algo concreto, quienes nos rodean no tienen acceso a esa información a menos que por nuestra propia voluntad manifestemos y hagamos público ese proyecto, esa idea. En algunas ocasiones es conveniente mantener en reserva esos planes hasta que finalmente se plasmen en la realidad (o no). No vale la pena hacer un anuncio sobre algo que no sabemos si va a ocurrir. Este fin de semana me propuse leer, indagar más, y no solamente ver lo que pasa por encima de nuestra nariz. Tener una mirada amplia nos permite comprender mejor aquello que parece indescifrable.
Si bien no sabemos lo que sucederá, en esta coyuntura la incertidumbre es mayor, porque todos los días nos bombardean con cifras y datos de la pandemia. Además de que se imponen nuevas restricciones y se flexibilizan otras. Todo se ha vuelto más cambiante, y por lo tanto, menos previsible. Vos ves a un grupo de tarados que hace un campeonato de fútbol a la vista de todos, y no te entra en la cabeza. Porque ni siquiera tuvieron la "viveza" (entre comillas) de conseguir una quinta o algún predio que no fuera abierto. Y hoy por hoy, la gente reacciona muchísimo a través de las redes sociales. Se ha asumido un protagonismo como nunca antes. Quien lee una noticia toma posición casi de inmediato, por ejemplo, ante una movilización del grupo "Padres Organizados". El rechazo de la sociedad hacia estas mujeres peticionantes ha sido unánime. Pero ojo, porque quizás si lo camuflás un poco y cambiás las caras, el mismo lector diría que aprueba ese reclamo. Hay un odio clasista tremendo en la Argentina. Siempre existió, pero nunca se expandió hacia todo tipo de ámbitos como está pasando ahora.
El tiempo es el mejor juez. Dejás transcurrir un mes, o un par de semanas, y vas a ver si te dio la razón o no. Las cosas van decantando por sí mismas. Cuando se exarcerban determinados sentimientos, no es momento aún para hacer un análisis. En necesario esperar. Ese protagonismo en las redes que mencionaba antes, suele traducirse en insultos y agresiones. Hay muchos militantes oficialistas u opositores que se esconden detrás de un falso perfil para tomar partido sobre alguna cuestión. La dicotomía no es entre Fernández y Macri. Va mucho más allá, es una división interna, un país fragmentado que no sabe cómo reaccionar. Por eso es que las consecuencias, a la larga, terminan siendo lamentables. Punto final.
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