Ola de frío polar en la ciudad. Los días de invierno se me hacen ridículamente largos: miro el reloj, y no puedo creer que sean las siete de la tarde. Además, me siento un poco frustrado porque ayer comenzó la semana, durante toda la jornada estuve tratando de conseguir una noticia y el resultado fue nulo. Si por mí fuera, me hubiera acostado a dormir ya mismo, lo tomo como un día perdido en términos laborales. Ante la falta de información, me mantuve ocupado leyendo un rato. Los feriados, sobre todo si se trata de días fríos y nublados, son igualmente horribles. Como el 21 de junio, que fue feriado puente por el Día de la Bandera. Es verdad lo que se dice acerca de los inviernos pasados. Cuando yo iba a la escuela, salías a la calle y hacía de cuenta que estabas en un freezer a cielo abierto. Mis viejos me vestían con toda clase de abrigos existentes, como pulóveres, buzos, bufandas... recuerdo también, que en mi casa estuvimos muchos años sin gas natural, por lo cual mi viejo iba a comprar las garrafas y las traía en la bicicleta.
No sé por qué, pero hay determinados hechos históricos que dejan una huella distinta en cada uno de nosotros. Por ejemplo, la mayoría se acuerda qué estaba haciendo el 11/9/2001, cuando ocurrió el atentado de las Torres Gemelas. O cómo te enteraste que se habían muerto Kirchner, Maradona, o "cualquier peso pesado" que dejó este mundo prematuramente. Nuestra relación con el tiempo es compleja. Cuando somos chicos, imitamos a los adultos, queremos ser como ellos. Es el peor error: no disfrutar la infancia, la etapa más linda de la vida. Yo ahora tengo 42, y cuando era chico y una persona de mi edad actual me parecía un viejo, a quien imaginaba con una vida monótona y aburrida. Una vez que pasaste los 30, los años cobran otra velocidad. Ese ritmo se lo impone uno mismo, por pretender conseguir metas u objetivos que no conducen a ninguna parte, buscando imitar a quienes se dicen exitosos. El sistema actual consiste en la suposición de que el esfuerzo y el sacrificio son necesarios para obtener un progreso económico o personal. Es posible que tengas más chances de lograr algo si le ponés pilas, pero no es taxativo. Porque existe el azar, lo imprevisible. La vida no es un camino recto y lineal, es un ruta bastante intrincada, llena de curvas y de baches. Los padres, por lo general, quieren que sus hijos puedan tener una mejor calidad de vida que la que tuvieron ellos, que no tengan que pasar por sacrificios o privaciones. Pero si a un pibe le das todo servido, nunca va a saber lo que es ganarse su propia plata. Hasta el hijo de Batistuta, que ganó millones con el fútbol, trabaja en una fotocopiadora (si es cierto lo que dice la publicación que se viralizó en las redes).
Imaginate un bebé que nació a principios de 2020. Ese niño o niña, a medida que irá creciendo, tendrá incorporados los hábitos de la pandemia como algo normal. Verá personas con barbijo todo el tiempo y no preguntará por qué, ya que para ese chico será algo natural. Y si esto dura, pongamos, 5 años, para ese nene la normalidad será distinta a la que nosotros conocimos. Calculá que los pronósticos más optimistas hablan de que, para países como el nuestro, recién superaremos el COVID en 2025, o 2026, habida cuenta de que entramos en la Tercera Ola. Vamos a tener que armarnos de paciencia, mientras una nueva generación no tendrá que adaptarse con tanta dificultad a una forma distinta de entender la vida en sociedad. Punto final.
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