La semana comenzó tranquila. Esta mañana me levanté más temprano que de costumbre, porque nuestros veteranos de Malvinas realizaron un sencillo acto en la Plaza de la Soberanía y sentí que no podía fallarles. Por la tarde traté de dormir una breve siesta, pero lo que me suele pasar es que me despierto como si no hubiera descansado. En fin, nada demasiado preocupante. Lo que sí me preocupó, durante el fin de semana, es un problema de salud que tengo en los intestinos, pero hasta que no obtenga un diagnóstico médico no sirve de nada hacer conjeturas al pedo. Eso lo puedo afirmar hoy, lunes, pero viste cómo es, empezás a buscar en Internet las posibles causas, y te alarmás más aún, porque un cuadro clínico puede deberse a varias causas. Por lo tanto, sólo resta esperar a la consulta, y así poder evacuar todas las dudas que me fueron surgiendo en los últimos días.
Este episodio que por ahora está en "suspenso", me hizo reflexionar acerca de algo que siempre debemos tener en cuenta. No nos queda mucho tiempo. Los años se te vienen encima. Y cuando querés acordar, ya sos demasiado viejo para mucha metas que te habías propuesto durante la juventud o la mediana edad. Se te pasó el tren. Un día cualquiera, te mirás al espejo y ves que estás canoso, ojeroso, con la piel de la cara llena de manchas... y te preguntás: "¿Cuándo pasó todo esto?". Pues bien, pasó durante todos los años en los cuales desperdiciaste parte de tu vida en disgustos que no valían la pena, en gente que no te aportaba nada desde lo afectivo, en hacer una búsqueda espiritual que no siempre da resultados... De hecho, la veces que intenté realizar meditación no lo logré, supongo que debe ser un ejercicio diario que se va fortaleciendo con el tiempo, pero mi mente no se podía concentrar para obtener la relajación física.
Porque el bocho es muy parecido a una computadora: hay archivos que necesitás para que funcione de manera óptima, y otros que son archivos basura que te van contaminando sin que te des cuenta. Son los que, en la compu, mandás a la "papelera de reciclaje". Pero el ser humano es mucho más complejo de lo que parece, vos podés buscar una música relajada y tranquila que es propicia para una meditación, y aun así no siempre lográs desconectarte del todo. Eso puede pasar porque tenés varios frentes de tormenta, y te ves sobrepasado por ellos.
Este finde que transcurrió me di cuenta, además, de que desperdicio demasiado tiempo con el celular, las redes sociales, y aplicaciones que no sirven para nada. Por eso, cuando ya me dispongo a dormir, opté por apagar ese aparatito, a menos que haya programado la alarma para despertarme a determinada hora. Los mensajes, los WhatsApp fuera del horario de trabajo, pueden esperar. Y si alguien necesita comunicarse con vos por algún asunto urgente, ya encontrará la manera de hacerlo. Pocas cosas son tan urgentes o impostergables como creemos en esta era de plena conectividad. ¿Cuántas veces vas a entrar a revisar tu cuenta de Facebook? Dos o cuatro veces al día, no más. No tiene sentido hacerlo en más ocasiones. Pero lo que debemos evitar, es reprimir el enojo o la bronca. No se trata de ser irrespetuosos o de insultar a nadie, pero si algo te molesta y no se lo hacés saber a esa persona, tragás veneno. Por dos motivos: el otro no lo va a saber a menos que se lo digas, y en el hipotético caso de que le ch... un h... esa ofensa, no importa. Hay que decirlo.
Mientras más sigamos prendidos en estupideces, más tiempo estaremos desperdiciando, y algún día va a ocurrir ese desenlace que mencioné en el segundo párrafo. Porque todos tenemos "fecha de vencimiento": Ya estás viejo, te preguntás qué hiciste de tu vida, y aunque hayas logrado varias cosas, nunca va a ser suficiente. No vinimos a este mundo para trabajar y pagar cuentas, obviamente que eso hay que hacerlo, pero la vida es mucho más profunda, porque se va construyendo de momentos pequeños o no tanto. Si por tus ocupaciones, reuniones, o lo que fuere, no pudiste ver crecer a tu hijo, no hay forma del retroceder el reloj. Y tu hijo, en algún momento te lo va a recriminar. Y cuando eso suceda, te vas a quedar sin argumentos porque sabés que tiene razón al no haber compartido con él, momentos que él consideraba importantes. No tengo hijos, pero esto puede hacerse extensivo a cualquier amigo o persona de tu familia. Nos estamos viendo pronto, les agradezco su lectura. Punto final.
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