16 de diciembre de 2021

Lesionado otra vez

 El domingo pasado, me di una ducha como cualquiera de nosotros hacemos habitualmente, y desde luego, el piso estaba mojado. Salí de la ducha propiamente dicha, me calcé las sandalias estilo Crocs que uso cuando estoy de entrecasa, patiné y me pegué tremendo golpe. Todo el peso de mi cuerpo cayó sobre mi brazo y mano derechas, y estuve unos minutos sin poder levantarme. Me aferré al mango de la jabonera y, no sé cómo, conseguí volver a ponerme de pie mientras que me iba secando con la toalla suavemente, porque casi no me podía mover. La suela de las Crocs estaba bastante desgastada, casi no tenía "grip",y ese fue el principal motivo que hizo que terminara en el suelo. 

Me la banqué un par de días tomando diclofenac, que me anestesiaba el dolor, pero tan pronto como el efecto de la  medicación iba reduciéndose, ese dolor volvía a aparecer de modo persistente. De más está decir que lo primero que hice es tirar las infames chancletas a la basura y comprarme unas nuevas. 

Pero lo que me pasó a mí, no es particularmente relevante, ya entenderán hacia dónde pretendo apuntar. Esta mañana parecía ser normal respecto a la evolución de la lesión, que me provocó una hematoma considerable en el antebrazo. Iba a cambiar el dial de la radio de la cocina, y sentí un dolor fortísimo, que iba desde el hombro hasta la mano. Decidí entonces no esperar más e ir a la Guardia del Hospital, donde tuve que aguardar alrededor de una hora. La espera no me molestó para nada, porque es lógico que la prioridad la tengan los pacientes que tienen su salud más comprometida. Cuando finalmente me atendieron, me pidieron que me hiciera una placa en el mismo Hospital, y a partir de ese momento ya todo fue más rápido. Podría haberme fracturado y terminar peor, me salvé de milagro. Tengo que continuar tomando diclofenac junto con otro miorrelajante, y aplicarme calor seco en la zona afectada. Tardará unos semanas más, quizás un mes a lo sumo, pero me recuperaré. Por ahora, a olvidarse de ir al gimnasio, es totalmente contraproducente forzar los músculos.

Lo llamativo, es que todas las lesiones y porrazos que me he dado en los últimos tiempos, se producen en el lado derecho de mi cuerpo, a saber: 

- Perdí audición en el oído derecho, tengo un zumbido agudo (lo que se conoce como acúfeno), y a su vez ese oído es el que segrega más cera. Nunca supe las causas, pero lo atribuyo a un recital de Charly García, uno de los pocos que fui, donde en el afán por estar lo más cerca posible del escenario y ver a mi músico más admirado, el excesivo volumen de las torres de sonido me hizo pedazos. 

- A principios de este año, cuando iba a subirme a la bici, perdí el equilibrio, me caí, y mi rodilla derecha quedó hecha mierda. La curación demandó varias semanas. 

- Tuve un esguince en mi tobillo derecho cuando me caí de una escalera en 2016, y en ese momento me apliqué hielo y remedios caseros, lo cual fue un error, porque tendría que haber hecho kinesiología. Pese a todo, pude recuperarme, aunque si tengo que correr un trayecto relativamente largo me empieza a joder de nuevo. 

- Mi mano más hábil, la que uso para escribir, irónicamente, es la izquierda.

Retomo lo que venía diciendo: En la Guardia había pacientes de mayor gravedad que yo, como un señor que se dedica a la tornería y casi pierde un dedo. Básicamente, el dedo mayor le quedó "colgando", y si los profesionales no lograron hacerle un injerto ya se lo habrán amputado. Más de una decena de personas ingresaron al pabellón preguntando dónde debían hacerse los hisopados por COVID, ese es un detalle a corregir, porque habría que señalizar ese sector claramente para que no entren a la Guardia personas potencialmente contagiadas. Fuera de eso, debo decir que la atención fue muy buena. En tiempos recientes, todas las veces que he ido al Hospital me he sentido bien tratado, y creo que ello es mérito de los médicos que están ante cualquier emergencia, como así también de los directivos. Se pusieron al hombro una responsabilidad enorme, que es la de haber asumido en plena pandemia, y más allá de alguna observación puntual que pueda hacer, tengo el mejor reconocimiento para ellos. Es más, en muchos casos, la aparatología disponible está a la altura de cualquier clínica privada. Suelo escribir notas con espíritu crítico, pero en esta oportunidad no lo haré, porque no tengo nada que objetar en líneas generales. 

Sí, estoy lesionado otra vez, y no es grato para nadie, pero tengo la tranquilidad de saber que el personal -al  menos el que me ha atendido a mí últimamente- está comprometido con el Hospital. Y ponerse la camiseta por la salud pública, es algo que no todos suelen hacer, porque privilegian la actividad que realizan para el sector privado. Siempre ha sido así, por una cuestión económica en el común de los casos. Ahora, no me queda otra que cuidarme el tiempo que se requiera, y de tomar todos los recaudos necesarios cada vez que que vuelva a bañarme, probablemente, colocando esa especie de plantillas de goma que te dan cierta seguridad de que estás pisando en terreno firme. Gracias a todos los que me hicieron volver a creer que la atención eficiente en un hospital público es posible. Punto final.    


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