7 de marzo de 2022

No caer en la tentación del halago fácil (versión 2022)

 Si alguien me preguntara alguna vez: "¿Tuviste una vida fácil?", la respuesta es no, claro que no. Hay quienes piensan que porque no te falta la comida y podés sobrevivir dignamente, eso es haber transitado con facilidad durante un período de años. Craso error.

Hay muchas cuestiones que nunca haré públicas por razones de privacidad, y si hubiera hecho lo contrario, sería al pedo también, porque a nadie le importaría. Eso es clave: Darte cuenta de que no sos tan "importante" como -quizás- alguien te lo hizo creer. Debo decir que a mí nadie intentó hacerme creer nada, pero desde el comienzo supe que era uno más del montón, aunque que contaba con muchas aptitudes. Lo que pasa es que, siendo idóneo en varias cosas, hay otras en las cuales soy un completo desastre. No me sale bien mentir, ni agredir, ni chicanear a nadie. No me sale bien "venderme" como un periodista con talento, porque no soy una cosa ni un producto. No me sale bien cocinar, u otras actividades más mundanas. 

Yo suelo escribir respecto a la producción periodística o lo que esté relacionado con mi laburo, pero no sobre mi persona. Si han leído otras notas por acá, verán que siempre consideré al talento como una capacidad superlativa para una determinada función, pero que si no se va puliendo, se termina oxidando como el hierro bajo la lluvia. Otro dato importante: "Amor propio" no es lo mismo que vanidad o fanfarronería. Más que de autoestima, yo hablaría de "autocuidado": Básicamente, no te hagas daño, no seas masoquista, no busques cosas que de antemano te harán sentir mal. Hay una expresión que no es argenta, pero que tendemos a repetir: "Saludos, un abrazo, cuidate". Esto proviene del inglés, sería algo así como "Take care", o "Take care of yourself". Yo no acostumbro decirle a nadie que se cuide, quizás haga una salvedad si veo que esa persona está medio desorientada o preocupada, y le digo cuidate de los chorros, cuidate de los garcas. Pero no es lo habitual.   

Voy al grano: Nadie está en condiciones de juzgar la vida, o la supuesta calidad de vida, de los demás. Hay gente acá en Lobos que la veo francamente arruinada (no sólo económicamente) y hasta podría indagar los motivos, pero no vienen al caso. A esos vecinos no les daría ningún consejo, primero porque no son mis amigos; y segundo, porque no me parece correcto decirle a los demás cómo tienen que vivir o que deberían hacer. No soy un gurú de la espiritualidad ni escribo libros de autoayuda. Si alguien, por propia voluntad, me comenta algo en confianza, puedo llegar a escuchar lo que quiera decirme, pero no mucho más. Si todos adoptáramos el mismo criterio, dejaríamos de buscar recetas mágicas y nos haríamos cargo de nuestros propios problemas. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 



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