Domingo por la tarde en la ciudad.
Tema 1: Pienso que, si ante un determinado hecho, sólo opinaran los que saben o los que tiene la verdad de la milanesa, sería un gran aporte para evitar la desinformación y las versiones disparatadas que escuchamos todo el tiempo. Y no hablo exclusivamente de política, podría ser extensivo a cualquier tópico, como el fútbol o deportes menos populares. Esto último se nota claramente cuando se acercan los juegos olímpicos, y hay muchísimas disciplinas sobre las cuales nadie tiene la menor idea. Lo único que importa es si nos pudimos llevar alguna medalla durante la competencia, el resto no "garpa" para las transmisiones televisivas.
Tampoco es suficiente la formación periodística que uno haya recibido, ni los años que lleves dedicándote a esto. Hay que capacitarse regularmente, y no sacar chapa de que las sabés todas, y ya nadie te va a enseñar nada que no conozcas.
Tema 2: Ayer fue la presentación de mi primer libro. Es el fin de un largo proceso que por momentos parecía naufragar. Finalmente llegó la fecha y aunque el auditorio estaba integrado en su mayoría por familiares y amigos, no pude evitar sentirme nervioso, porque en esa clase de eventos siempre he estado del "otro lado del mostrador", entrevistando a quienes hacían lo mismo que en esta ocasión hice yo. Cuando me tocó el turno de hablar (reitero), estaba nervioso, evidentemente. Traté de no extenderme demasiado, y de hacer una breve reseña del ejemplar sin caer en el tedio. Tenía la garganta reseca. Había una jarra con agua y una copa o un vaso, no recuerdo bien, pero pensé: "Si así como estoy ahora, pretendo servirme un poco de agua, es posible que involuntariamente una torpeza mía terminen con la jarra y el vaso en el piso, con el consecuente estropicio". Me la banqué como pude. Fue muy emotivo, una experiencia nueva para mí. Y sí, para ser honesto, hubo cosas que, ya superado el momento más formal, consideré que se podrían haber hecho mejor, o que alguien que no vino podría haberse acercado a saludar unos minutos, o que podría haber dijo tal o cual cosa. Me exigí de tal forma que eran inevitables algunos tropiezos, o estar pendiente que todo lo que estaba sucediendo durante esos 90 minutos para que obtuviera mi total conformidad, algo que ni otros más ilustres que yo han podido dorteri. Pero eso fue decantando solo. Paulatinamente empecé a darle el justo y merecido valor a las cosas que fui consiguiendo, y mi única aspiración es que, aquellos que compraron un libro, no se sientan defraudados, y que asimismo sientan que se llevaron algo que -en términos de esfuerzo y dedicación- costó más de 6 meses de laburo, entre una cosa y otra. Así como quizás volvería a corregir o a agregar algún texto al resultado final, también yo hubiera reaccionado con más aplomo. En el futuro, si se da otra presentación (nunca digas nunca), sentiré al menos que estoy pisando sobre un terreno que ya conozco. Quiero agradecerles a todos los que asistieron, a aquellos que no pudieron hacerlo pero que me enviaron sus felicitaciones y su buena onda, y la vida sigue, no hay tiempo para dormirse en los laureles ni tampoco vale la pena quedarse estancado en un momento, por más grato que sea. Seguiré escribiendo ficción pero también todo aquello que me haga sentir que voy hacia el lugar correcto. Una búsqueda que se renueva a cada instante. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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