¿Cuántas veces hemos escuchado la palabra "ajuste" (a favor y en contra), referida ésta a una nueva política económica? Deberían saber que ya está todo inventado. Yo creo que en determinados momentos un ajuste es necesario, mientras incluya a todos por igual,y que mientras los que calientan el culo en una silla, también paguen el costo de la "fiesta" y del despilfarro. De hecho, Macri sabía que debía hacerlo, probablemente también De La Rúa, pero se encontraron ante de un enorme quilombo. No es esta una defensa hacia el Gato o al Presidente de la Siesta, ya que hasta una persona con sentido común, como yo o cualquiera de ustedes, conocemos las consecuencia el desastre en que se implementó esa decisión de cerrar abruptamente el grifo del gasto público.
Por otra parte, si recortás algunos beneficios te vas a encontrar casi de inmediato con la oposición de los sindicatos, organizaciones sociales, y empleados públicos que vivían de poner un sello en el papel, dentro del generoso tiempo que tenían (y aún tienen) para tomar mate y dedicarse al chusmerío, o a hablar del partido de fútbol del domingo anterior.
Son tiempos de zozobra y no es lo más prudente dilapidarlo, como suele decirse, en chicanas para ver "quién la tiene más larga". Los sindicatos o gremios defienden los intereses de sus afiliados, o al menos deberían disimular que lo hacen. Nunca vas a ver a uno de esos pesos pesados que se reúnen en el Ministerio de Trabajo viviendo en un modesto departamento. Ellos se sienten a gusto con su madriguera en lo más "Top" de Buenos Aires, como Recoleta o Puerto Madero. Básicamente, los afiliados son cautivos de estos caciques porque reciben algunas migajas en las paritarias, que nunca vienen mal para la economía doméstica. Pero ojo: Ellos, en esas reuniones que aparentan ser cordiales y con rostros sonrientes para la foto, ya tienen asegurada una parte del botín de la corrupción. Por lo general, con coimas.
Por otra parte, mucha gente se ha enterado de que durante varios años le estuvieron reteniendo parte de su sueldo sin su consentimiento, con lo cual le estaban robando la plata. Y el trámite para romper lanzas con ese sindicato que te adhirió porque sí, es tan farragoso que más de una vez requiere de la intervención de un abogado. Hoy escuché por la radio a un tipo que desentonaba con el pensamiento dominante, y por eso me detuve unos segundos para ver como explicaba la idea: En síntesis, sostenía que hay que bancarse dos años (tal vez un poco menos) de recesión y una posible suba del desempleo, para que los dos años subsiguientes tengan el camino ya despejado para el "crecimiento" que ellos imaginan conseguir. Esa película ya la vimos, y a decir verdad dos años con los números en rojo, aunque sea con un objetivo controvertidamente superador, es inviable en un país como el nuestro. Y esa concepción, ocurre cuando el pragmatismo y la realidad son dos polos completamente disociados. A esta altura, ya agotadas todas las posibilidades de que la economía repunte de acá a 2023, perpetrar ese tipo de estrategias sólo es el camino perfecto para terminar como un cadáver político.
Otros países de Europa que la pasaron bastante mal (por ejemplo, cuando Grecia entró en default al igual que acá en 2001), lograron encontrarle la vuelta basándose en medidas equilibradas, no en cirugía mayor. La Grecia del Siglo XXI, (no aquella que con la postal del Partenón que nos enseñaron en los libros de Historia), no es un país súper desarrollado. Pero, insisto, le encontraron la vuelta para no ser furgón de cola de la UE y para negociar. Todo lo que pueda agregar a lo que ya expresé en esta nota, tengo la impresión de que sería redundante. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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