Llegamos al último capítulo de septiembre. La recta final del año no nos deparará mayores novedades, todo parece indicar que seguiremos como hasta ahora. Es posible que haya alguna flexibilización para las Fiestas, pero fuera de eso no se avizoran grandes cambios para el resto de 2020. El desafío que uno se plantea es dotar de sentido a todo el tiempo transcurrido en medio de un ciclo totalmente atípico. Analizar si pudimos cumplir alguna modesta meta o logro personal en los 6 meses que pasaron, despojándonos por un momento de la locura colectiva. No estoy viendo mucha televisión, y menos aún los canales de noticias, que son terriblemente tendenciosos para un lado o para otro. Pero quizás lo que más llama la atención, es que nunca se llega a ninguna conclusión agitando una polémica sin sentido. Muchos que durante el gobierno de Macri callaron, ponen ahora el grito en el cielo, y también sucede a la inversa. Los peronistas que eran críticos del macrismo ahora se llamaron a silencio con Fernández. Es un juego tan obvio, que uno lo puede percibir a simple vista si analizamos los actores involucrados. Muchas veces veo que a Fernández se le perdonan demasiadas cosas por estar gobernando en medio de una pandemia. Y como la atención pública está puesta en eso, aprovechan la coyuntura para instalar temas que no son de prioridad, como la reforma judicial. Puede ser necesario una reforma, pero no en este momento, y menos aún si miramos más allá de la nariz y vemos los intereses que persiguen. Los jueces federales no son héroes ni justicieros, son magistrados que deben impartir un criterio despojado de pertenencias políticas o del poder de turno. Eso sería en un mundo utópico, desde luego. Si tuvimos magistrados como Oyarbide durante el kirchnerismo anterior, qué se puede esperar de los que hoy caminan los pasillos de Comodoro Py.
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Mientras redacto estas líneas me quedé pensando en unos chicos que vi ayer acá en Lobos, adolescentes o no tanto, que andaban pelotudeando sin barbijo ni sin ninguna medida de protección, creyéndose inmunes. Es probable que sus padres actúen del mismo modo, o que no les inculquen el cuidado hacia los demás. Si se contagian, allá ellos por negligentes, pero no me expongas a mí o a un tercero por tu insensatez. No es nada simpático usar el barbijo en un día caluroso como el de hoy, y menos lo va a ser en el verano, pero ya a esta altura todos nos hemos acostumbrado a usarlo.
Si bien no es lo mismo, me hacer acordar al preservativo, y cómo había tanta resistencia a usarlo para las relaciones sexuales. Nuestra generación lo adoptó enseguida, porque crecimos en los '90, con la amenaza del SIDA. En la actualidad, es lo más común llevar un profiláctico en la billetera, y hasta las propias chicas llevan uno en la cartera. Pues bien, debemos adoptar un criterio similar ante el COVID. Este año ha sido duro y agotador para todos, cada uno tendrá su historia personal que atraviesa la mirada global que se pueda hacer. Por lo tanto, no es de extrañar que el comienzo del verano nos resulte totalmente distinto a lo que solíamos conocer. Punto final.