Ese sentimiento de soledad, desamparo y abandono: por quienes decían ser nuestros amigos, por el Estado, por las instituciones que parecen no entender que estamos laburando a media máquina, como podemos. Como les había comentado en otra nota, tuve que llevar la computadora a reparar y ello hizo que no pudiera redactar nada nuevo por unos días. De hecho, en este momento estoy usando un CPU que me prestaron para salir del paso.
Estoy empezando a incorporar más producción periodística, que es un modo de volver a las fuentes, a lo que siempre hice: redactar mis propias notas en base a entrevistas que yo mismo conseguí. De esta manera puedo diferenciar mi producto del resto, publicando material que fue grabado y fotografiado por mi cuenta. Puedo tomar un texto citando la fuente, pero no me gusta abusar del "copiar y pegar". Lo mejor es darle una vuelta de tuerca a las cosas, para que la gente lea crónicas o reportajes que no suelen abundar en otros medios. A veces las pretensiones de hacer algo original chocan contra las limitaciones que uno mismo se impone o con la disponibilidad que tenga la persona que deseamos entrevistar. No es tan fácil. Una vez que la entrevista terminó, hay que desgrabar el audio lo más fielmente posible procurando que la lectura no resulte aburrida y engorrosa.
Ese rasgo imprevisible de la Argentina hace que todos los días nos enteremos de algo nuevo, generalmente peor de lo que ya sabíamos, pero en algún lugar siempre se encuentran notas de gente anónima, como vos y yo. Personas que contribuyen haciendo Patria desde lo cotidiano, con orgullo pero sin vanidad. Y por sobre todas las cosas, no esperando que te golpeen la puerta de tu casa para venirte a buscar, porque no es así como funciona. Hay que caminar la calle y remarla, si no vos no lo hacés, nadie lo hará en tu lugar.
También es cierto que hoy, más que nunca, necesitamos motivos para creer que se puede seguir luchando, que el esfuerzo vale la pena, que la persona que trabaja no es un gil. Y los medios tienen que promover el desarrollo de una sociedad en la cual haya objetivos claros y definidos. Porque nuestro gran problema ha sido siempre no llegar a un acuerdo en el modelo de país que queremos. Somos tan volátiles e inestables emocionalmente que pasamos de la euforia a la indignación. Un ejemplo elocuente es que el argentino promedio no se hace cargo de haber votado a Menem, De la Rúa, Macri o los propios K: se los demoniza, se los culpa de la destrucción de la industria y del empleo, de la decadencia de los valores, es decir, de todas las cosas que la mayoría ha propiciado con su voto y nunca tuvo la dignidad de reconocer que es una falacia aquello de que "el pueblo nunca se equivoca".
Estoy empezando a incorporar más producción periodística, que es un modo de volver a las fuentes, a lo que siempre hice: redactar mis propias notas en base a entrevistas que yo mismo conseguí. De esta manera puedo diferenciar mi producto del resto, publicando material que fue grabado y fotografiado por mi cuenta. Puedo tomar un texto citando la fuente, pero no me gusta abusar del "copiar y pegar". Lo mejor es darle una vuelta de tuerca a las cosas, para que la gente lea crónicas o reportajes que no suelen abundar en otros medios. A veces las pretensiones de hacer algo original chocan contra las limitaciones que uno mismo se impone o con la disponibilidad que tenga la persona que deseamos entrevistar. No es tan fácil. Una vez que la entrevista terminó, hay que desgrabar el audio lo más fielmente posible procurando que la lectura no resulte aburrida y engorrosa.
Ese rasgo imprevisible de la Argentina hace que todos los días nos enteremos de algo nuevo, generalmente peor de lo que ya sabíamos, pero en algún lugar siempre se encuentran notas de gente anónima, como vos y yo. Personas que contribuyen haciendo Patria desde lo cotidiano, con orgullo pero sin vanidad. Y por sobre todas las cosas, no esperando que te golpeen la puerta de tu casa para venirte a buscar, porque no es así como funciona. Hay que caminar la calle y remarla, si no vos no lo hacés, nadie lo hará en tu lugar.
También es cierto que hoy, más que nunca, necesitamos motivos para creer que se puede seguir luchando, que el esfuerzo vale la pena, que la persona que trabaja no es un gil. Y los medios tienen que promover el desarrollo de una sociedad en la cual haya objetivos claros y definidos. Porque nuestro gran problema ha sido siempre no llegar a un acuerdo en el modelo de país que queremos. Somos tan volátiles e inestables emocionalmente que pasamos de la euforia a la indignación. Un ejemplo elocuente es que el argentino promedio no se hace cargo de haber votado a Menem, De la Rúa, Macri o los propios K: se los demoniza, se los culpa de la destrucción de la industria y del empleo, de la decadencia de los valores, es decir, de todas las cosas que la mayoría ha propiciado con su voto y nunca tuvo la dignidad de reconocer que es una falacia aquello de que "el pueblo nunca se equivoca".
No sé, hoy es miércoles pero parece domingo, y quizá me da por redactar textos como
éstos en los cuales les digo que ya estoy harto de que nos traten como torpes marionetas en esta compulsa que existe entre los grandes medios
y el Gobierno. Nos estamos enfermando de vivir así y seguimos sin poder ponerle
freno a esta locura colectiva. Si de algo estoy convencido es de que este modo
de vivir definitivamente nos conduce a la irritación, a la violencia, y quizás a perder noción de las normas no escritas que rigen nuestra sociedad, cada vez más desdibujadas del escenario global. Punto final.