En fin, dicho esto, realmente estoy muy preocupado por la cantidad de casos de COVID en Lobos: ayer hubo 28, hoy se registró casi la misma cifra sumado a ello un fallecido, y al parecer desde el Municipio nadie tiene la intención de dar marcha atrás con habilitaciones y permisos, como ya lo hizo Roque Pérez. Pero también pude leer, en una nota de otro medio, que el 80 % de los contagios se produce por reuniones sociales. Cuando comience la primavera y los días cálidos y soleados se presten para ir a la plaza o al parque a dar un paseo, tendremos un serio problema, ya que en anteriores ocasiones era un "vale todo". A todos nos gusta ir a tomar mate al Parque, pero hay dos inconvenientes: en primer lugar, no se puede (o no se debería) compartir esta noble infusión. Y en segundo lugar, desde el momento que te sacás el barbijo ya te estás quitando la principal protección que tenemos hasta ahora, junto con el lavado de manos y todo lo que ya se sabe. En este afán de abrir compulsivamente la economía lobense porque "la gente necesita trabajar", el Municipio está cometiendo un error mayúsculo, que se cobra vidas y que está a punto de hacer colapsar el sistema de salud. Por supuesto yo también necesito trabajar y de hecho lo hago, pero prefiero resignar ciertas libertades y poder vivir para contarlo. Ya comenté en otra nota que la ganancia que yo tenía por mi laburo se desplomó casi un 50 %, pero mientras pueda continuar, lo voy a hacer. Será cuestión de recortar gastos: no será la primera ni la última vez que me veo obligado a hacerlo.
Todos
abrigamos, aunque no nos guste reconocerlo, el deseo de trascender, y es una de
las grandes fuerzas movilizadoras de la historia de la humanidad. Si no hubiera
la aspiración de dejar algo antes de abandonar este mundo, el hombre no se
embarcaría en desafiar a la naturaleza, en luchar contra
lo establecido para construir nuevos paradigmas.
Mi
principal lucha es vencer mis propias limitaciones y permanecer al margen de la
mediocridad. Poco me importa cómo me recuerden en el futuro, si yo ya no estaré
aquí. Quizás no me gustaría ser recordado como un mal tipo, porque no lo soy, nada más. Pero
todo lo que quieran hablar o decir sobre mi persona, queda en un segundo plano.
No persigo metas grandilocuentes, soy uno más del montón que trata de cumplir con sus
obligaciones laborales y familiares lo mejor posible. Por supuesto, siempre es
grato que alguien nos elogie o nos felicite por algo, es una pequeña
caricia en pos de un objetivo que depara varias dificultades: ni más ni
menos que crecer y reinventarse en todo sentido, siguiendo el pulso de la
sociedad pero sin ser esclavos de rebaño. Punto final.