Lunes por la tarde en la ciudad. Es frecuente que uno se fije metas para el año venidero (que generalmente no se cumplen), pero creo que en esta coyuntura que estamos viviendo no es lo más aconsejable. Pensemos lo que ganamos y lo que perdimos, y aprendamos a lidiar con eso. Vimos cercenadas nuestras libertades, pero ello se dio en un contexto de emergencia que recién ahora se está flexibilizando. Por otra parte, somos sobrevivientes, porque mientras hubo conocidos o vecinos que contraían el virus o estaban más expuestos, nosotros pagamos el costo de quedarnos en casa a cambio de tener protección ante un enemigo desconocido. La llegada de la vacuna abre una esperanza, desde luego, pero como dicen en el campo, no hay que contar los pollos antes de que nazcan. Todavía no hay nada, y este proceso de adquirir todas las dosis necesarias a un precio que sea accesible al público demandará tiempo.
Creo que si no cambiás tu manera de pensar con el paso de los años, estás en problemas. Si sólo cambia tu cuerpo, pero no tu razonamiento, seguramente querrás vivir de la fuente de la eterna juventud, algo que no es posible (al menos hasta ahora). Argentina es un pueblo "manso", demasiado tranquilo... como hablaba hoy con un amigo, la gente sólo se moviliza cuando le tocan el bolsillo. Y no está mal que reclames por tus ahorros o por tu plata, pero a nadie le importa que se talen bosques, que los indios wichi se caguen de hambre en Formosa, que los docentes reclamen condiciones adecuadas para volver a las aulas post-pandemia, que el Gobierno esté en una suerte de "piloto automático"...y podría seguir enumerando. Esto último que mencioné tiene que ver con el hecho de que Cristina quiere controlar todo y no aceptar delegar en sus funcionarios, pese a ser vicepresidenta. Yo no me refiero a su investidura o a su autoridad, sino al hecho de que no podés controlar todo, ni siquiera a aquellos candidatos devenidos funcionarios que vos misma elegiste a dedo. La Casa Rosada está en un "limbo" mientras Fernández permanece aislado luego de compartir una cena de más de 10 personas con el infame Evo Morales en Jujuy. Sin tapabocas ni distancia social, haz lo que yo digo pero no lo que yo hago.
Los ministros
más verborrágicos del Gabinete salen todas las mañanas por la radio a hablar
boludeces. Esto me hacer acordar a Capitanich, el último Jefe de Gabiente que
tuvo CFK, quien de vez en cuando decía algo coherente y gambeteaba las
preguntas complicadas mejor que Messi, pero en la maraña de adjetivos
superlativos uno terminaba perdiéndose, preguntándose: "¿Qué quiso decir
este tipo?". O peor aún: "¿Dijo algo en concreto?". Eso es lo
lamentable, hablar por hablar, darles prensa a tipos como Milei o Espert, con
esta nueva ola de “libertarios” que no deja de ser un invento para posicionarse
dentro de un grupo de intelectuales bienpensantes.
El problema
que tienen todos, en esta puja por espacios de poder, es que ven al periodismo
como una amenaza a sus intereses y no como lo que en realidad es: un medio de facilitar
a los ciudadanos el acceso a información que los demás pretenden ocultar. Por
supuesto que hay medios que ejercen una posición dominante o defienden
determinados intereses, pero cualquiera que se tome un tiempo para analizar la
línea editorial de cada uno de ellos puede sacar sus propias conclusiones. Lo
peor que te puede pasar es que dejes que los demás piensen por vos. Punto
final.
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