13 de noviembre de 2020

No le juegues muchas fichas a 2021 y que pase lo que tenga que pasar

Hola amigos, estuve unos días "ausente sin aviso" por aquí porque no me gusta compartir cualquier estupidez que me venga a la cabeza, además de que no tuve suficiente tiempo libre. Cuando hay algo que me nace escribir y me parece que es de interés público, lo hago. Pues bien: Esta apertura que se está dando en determinadas actividades, luego de tantos meses de restricciones y de ese complejo entramado de habilitaciones y protocolos, nos pone ante la necesidad de hacer un uso responsable de ellas. Si hay personas que circulan sin casco o sin cinturón de seguridad, nuestra propia capacidad de asumir una responsabilidad individual no es muy alentadora.

La incipiente reactivación de la economía que tanto pregona el Gobierno yo no la veo por ningún lado, disculpen que se los diga. El impacto de la cuarentena ha sido tal, que pensar en una recuperación a corto plazo es subestimar a la gente que tiene que parar la olla todos los días. Cuando el dólar estuvo cerca de alcanzar los $ 200, las empresas e industrias se apresuraron a remarcar los precios a ese valor, de manera que es un tanto irrelevante que la cotización baje, en lo que respecta a los alimentos. Con suerte, puede suceder que no sigan subiendo, pero todos sabemos que son productos que carecen de insumos importados, por lo cual podemos afirmar con ingenuidad que no se justifica el aumento. Cada nueva escalada del dólar es un golpe al bolsillo doméstico tratándose de una economía bimonetaria como la nuestra. 

La inflación del último mes se disparó por el alza del billete, a lo cual se suma un cóctel de desaciertos y medidas de apuro que muestran la incapacidad del Gobierno para generar confianza. Si la gente confía en la política económica, es menos probable que pase sus ahorros a dólares. Cuando vos ves que la plata no vale nada, si tenés un margen para hacerlo, comprás dólares. Recalco esto último: si tenés un margen, porque la mayoría de nosotros vive al día y no puede separar una suma en pesos para volcarla a un plazo fijo, por ejemplo. 

Básicamente, lo que busca el argentino promedio es ganarle a la inflación, y hay diversas estrategias posibles. Una de las más convenientes es "stockearse" de mercadería, en el súper o en el almacén, como hacían nuestros padres en la época de la hiperinflación de Alfonsín, cuando el precio de las góndolas cambiaba varias veces en cuestión de horas. Obviamente, que la situación no es la misma, no hay saltos abruptos, pero todo lo que sea productos no perecederos es una buena inversión, si se quiere, aunque inversión no sea la palabra más adecuada. 

Nadie sabe cuándo se recuperará el consumo, y tampoco nadie sabe si eso ocurrirá. Las internas del Gobierno no ayudan demasiado a dar la imagen de una gestión donde todos apuntan hacia el mismo lado. Nunca fui tan poco optimista hacia un próximo año como a 2021. O sea, no tengo ninguna expectativa, ni buena ni mala, trato de no pensar demasiado, ni en el virus, ni en la vacuna, ni en nada que escape a mi alcance. De esta manera todo lo bueno que podamos alcanzar vendrá por añadidura. Punto final. 



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