4 de noviembre de 2020

Por una ciudad que tenga más empatía hacia el otro

¿Qué nos pasa en Lobos que tenemos tan poca empatía con el otro, lo cual nos lleva a mostrarnos indiferentes a tantos vecinos que la están pasado mal? Porque empatía no es, ni más ni menos, que intentar ponernos en el lugar de esa persona que está atravesando un trance complicado. Por supuesto, lo de "ponerse en el lugar" siempre lo tomé con pinzas, porque el dolor o la preocupación de nuestros semejantes es intransferible. Aunque sean amigos o conocidos, nosotros no vamos a vivenciar esas emociones ajenas de la misma manera. Pensá que algún día podés ser vos quien necesite que alguien te escuche, ya sea en una charla telefónica o del modo que fuere. Me refiero a alguien que no se dedique a eso, como psicólogos o psiquiatras. A veces, todo se soluciona cuando sentís que algo "fluye", que recuperaste la motivación porque ese amigo que se preocupó por vos, te levantó la autoestima y te hizo ver que valés. Como una vez me dijo un artista de Lobos, después de hacerle una entrevista: "Seguí así, valés mucho". Ese artista al que me refiero fue Osvaldo Di Santo, que para mi gusto es uno de los mejores que ha dado Lobos. Si un tipo como Osvaldo te prodiga un elogio de ese tenor, uno no puede menos que sentir gratitud, porque no es algo que te dijo el kiosquero de la esquina (lo cual tampoco vendría mal).

 Por ahora, procuremos mantener las defensas anímicas con la vara lo más alta posible.  El mundo se ha vuelto un lugar convulsionado y peligroso, de repente todas las creencias a las que nos aferrábamos fueron cayendo como piezas de dominó. Quizás durante esta pandemia hemos visto que, en una sociedad que privilegia el individualismo, este intento de una construcción colectiva necesaria para afrontar una amenaza global, ha sido todo un hallazgo. Lo hicimos porque nos vimos obligados a hacerlo, no por otro motivo. Lo que me parece valioso es mirar un momento hacia atrás, y ver cómo hemos desandado el camino desde marzo a esta parte, que no ha sido para todos por igual. Por eso cada uno tendrá su experiencia única y personal, sobre el modo en que ha encarado esta cuarentena.

 Ahora, tras varios meses de introspección, se acerca la posibilidad de construir un discurso que lleve nuestro propio sello, que sea más auténtico. Es un proceso interno cuya duración varía según la persona. Pero que es necesario hacer, para retomar de a poco la “normalidad” tan mentada y que nos hemos olvidado de ejercer porque no hemos podido plasmarla.

 Hoy llegó la noticia de que se permitirán en CABA los recitales y espectáculos al aire libre, con el debido protocolo y respetando un cupo máximo. En ese sentido se apunta en Lobos al propiciar espectáculos en vivo en bares y restaurantes. Como sabemos, el virus no es estacional, por lo cual hay que continuar con los cuidados durante el verano, que es una época del año donde uno tiene a relajarse un poco más. Como mencionaba en el posteo anterior, los protocolos se vuelven retorcidos y extremadamente difíciles de cumplir si uno desea salir en plan de vacaciones. Por ello muchos hemos decidido seguir como estábamos, refrescándonos un poco más por el calor si es necesario, pero sin grandes cambios.

 Alguien me preguntó si el futuro será venturoso, si lo mejor está por venir. La respuesta es, que no lo sabemos, pero cuando llegás a un punto de mucha conflictividad interna, cualquier cosa que venga, por escasa que sea, suena tentadora para cortar con la mala racha. Vale decir, barajar y dar de nuevo. No todos quieren hacerlo, porque cuando alcanzás una supuesta comodidad, es como que  todo lo que viene, tiene otro tenor. Las posiciones establecidas cambian todo el tiempo, el que sigue siendo siempre el mismo son vos, aun en versión 2.0. Pronto nos volveremos a encontrar. Punto final.



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