Un fin de semana
largo y aburrido en Lobos. Por el mal tiempo, se suspendió la fiesta folclórica
que organizaba Acuyai y esa era básicamente la única actividad que la ciudad
tenía para ofrecer a sus visitantes, no había mucho más en agenda. Hay que
prever esto y no concentrar todos los esfuerzos en un solo evento porque cuando
el clima no acompaña, te quedás en bolas. Da la impresión de que no
aprovechamos todo lo que tenemos. Pero hoy ya es domingo, salió el sol, y se
disipó la humedad. La vida continúa.
Es así como la
ciudad tiene un aspecto de abandono y dejadez más que evidente, lo cual sólo
puede atribuirse a la falta de gestión a nivel local. Algo que es palpable para
cualquiera que camina la calle y que tiene honestidad intelectual. Fueron
votados por la mayoría para conducir los destinos del pueblo, pero no están a
la altura. Es posible que en los dos mandatos previos hicieron algo mínimamente
provechoso, pero ahora ya no hay nada que se pueda ver y que represente un
símbolo de progreso. Pero algún día la gente votará otra cosa y quizás los que están ahora se den cuenta de que la sociedad no les otorgó un cheque en blanco para permanecer indefinidamente. Entonces volveremos a transitar la senda que nunca debimos haber abandonado. La vida
continúa.
Vamos cerrando
ciclos y abriendo otros casi sin darnos cuenta, la naturaleza nos sorprende con
el canto de los pájaros y la belleza de los árboles de follaje perenne.
Aquellos árboles que resisten el otoño y el invierno. Podría quejarme de muchas
cosas, pero no de eso, no de estar vivo para contarlo. Amamos, perdonamos y
volvemos a amar, y no sabemos bien por qué, ni tampoco qué es lo que hay por
perdonar. No te preocupes, la vida continúa.
Pasamos medio día
en la cama porque no hay nada para hacer, mirando el cielorraso del dormitorio con
cara de póker, y las manchas que hay en el yeso. Decimos con firmeza que vamos
a pintar toda la habitación aunque nunca lo vamos a hacer porque pintar no es
sólo pintar, es lijar, remover la pintura vieja, correr todos los muebles, colocar
diarios en el piso para evitar las manchas blancas del líquido fresco de las
paredes. Pero quién nos dice que no nos agarre la chiripiorca y hagamos todo
eso y más en 8 horas restantes. La vida continúa.
Salteamos las
páginas de un libro que se nos antoja tedioso, esperando que haya algo de
acción. A lo mejor no hay pasajes vibrantes en toda la extensión de la novela, pero el libro
sigue ahí, invitándonos a recorrerlo, y nosotros también seguimos ahí,
esperando que ese autor nos movilice y nos conmueva. Vamos hojeando ese
ejemplar con interés y con desdén al mismo tiempo. Quizás en el futuro le demos
otra oportunidad y logremos finalizar la lectura. Todo puede ser. Por ese
motivo es que la vida continúa. Mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte
del mar, decía Charly. Nos estamos viendo pronto. Punto final.