11 de junio de 2024

Ya no mires atrás

 

11/6/24

Parece mentira cómo pasa el tiempo, y las huellas que va dejando en todo lo que hacemos. Aquellos que tienen hijos lo notarán con mayor propiedad. En fin, ayer cumplí 45. Y dentro de poco, este blog cumplirá 19 años. Muchísimo, si consideramos la volatilidad que tienen los contenidos en Internet. Aquellas notas de junio/julio de 2005 eran un reflejo de quién era yo por aquel entonces, de las tendencias de esa época, ya que aún no tenía un portal digital donde hacer periodismo. Casi todos esos textos permanecen tal como fueron redactados en ese momento, no se les hizo ningún cambio, y pienso que los que más me representan son los publicados en los últimos 10 años, cuando incorporé más cuestiones ligadas a la actualidad política de Lobos y del país. Podría dejar este espacio en stand by y no subir nada nuevo por un período indeterminado, pero hay algo que me llama a escribir, y a despojarme de toda vocación autoindulgente. Soy bastante crítico de lo que digo y de lo que hago, aunque esas críticas no tomen estado público. Es hurgar en uno mismo para evitar ser obvio y predecible. Es el deseo de buscar brindar lo mejor aunque no te lea nadie. Es el anhelo de que sea el habitante de una ciudad que merezca ser vivida.

En casi dos décadas han cambiado muchas cosas. Los comercios del Centro no duran más que unos años, luego cambian de fachada o de nombre, o bien desaparecen. 2005 fue un buen año, logré varios objetivos, digo esto sin hacer un análisis exhaustivo y profundo porque sería muy aburrido. Y a nivel local creo que estábamos mejor posicionados. De a poco me fui convirtiendo en lector de todo tipo de sitios web y de libros para mejorar como escritor. Porque el periodista nunca deja de ser escritor en primera instancia, aunque sean páginas que queden caducas al día siguiente por la tiranía de la inmediatez. Mi primer celular, con pantalla monocromática o blanco y negro, lo compré en 2005. Piensen si alguna vez nos íbamos a imaginar que un aparato pequeño iba a provocar cambios tan profundos en la sociedad, con las redes como Facebook, con la posibilidad de sacar fotos, de conectarnos a Internet desde ese mismo dispositivo, y todo lo que hoy puede hacerse con un smartphone promedio. Existían los “cybers”, esos lugares adonde íbamos a usar Internet porque todavía no era masivo a nivel residencial. Yo conocí la prehistoria de Internet allá por el año 2000, con la “burbuja” de las punto com, que hubiera seguido su evolución de no ser por la crisis de 2001/2002. Pero eso es algo que lo puede conjeturar cualquiera. El impacto de aquella debacle se sintió en todos los órdenes.

He tratado de ser coherente y consecuente con mis actos, aunque no siempre he podido lograrlo. Ahora lo que queda es seguir caminando, seguir aprendiendo, seguir envejeciendo. No hay que ser tan duro ni tan exigente con uno mismo, debería tener más sentido del humor y reírme de los estropicios que me mando a veces.

¿Si soy joven aún? Creo que no, aunque depende para qué. Por más que pretenda sentirme joven, no lo soy, en cambio una persona de 30 o 35 todavía le queda algo de ese divino tesoro por disfrutar. Son etapas, ahora me toca vivir esta, y veremos qué sucede. Recuerden que lo único que nos salva de la apatía y la mediocridad, es vivir intensamente, y ese concepto de “intensidad” varía según cada persona. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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