Como todos los años cuando se aproxima esta fecha, este domingo cubrí el desfile por el aniversario del pueblo. Al principio las expectativas no eran las mejores: Amaneció nublado y con mucho frío, a las 11 de la mañana casi no había gente, y todo parecía indicar que sería un fracaso en términos de convocatoria. Bueno, la cuestión es que con el paso de las horas fue tomando color y los vecinos respondieron. Aun así, la afluencia de público fue menor respecto del año pasado. En 2023, nos tocó un día templado y a pleno sol, no recuerdo si la temperatura aproximada, pero sí que invitaba a salir, a disfrutar de la tarde. En cambio, hoy era ideal para quedarse guardado en casa y verlo por televisión.
No me molesta
para nada hacer mi trabajo, es lo que elegí. Y aprendí a exigirme dentro de mis
posibilidades. A esta altura, yo más que nadie sé qué es lo que soy capaz de
hacer. Es decepcionante pensar que una frase que pensaste y estás a punto de
escribir, ya apareció camuflada en alguna otra nota. No estoy en una racha
creativa, eso es cierto. Pero, como toda racha, son etapas de duración
indeterminada hasta que todo vuelve a la normalidad. Cuesta encontrar las
palabras precisas para definir lo que uno ha presenciado, ya sea un partido de
fútbol, una sesión del Concejo Deliberante, un desfile, o una obra de teatro.
Pero esto no es la máquina de hacer chorizos, ni producción en serie. Cada nota
debe ser elaborada y pulida en detalle antes de ser publicada. El lector no se
merece que le entreguemos un folletín berreta o que le arrojemos en la cara un mero borrador, eso lo tengo
bien en claro. Me aburre desgrabar discursos, y si éstos son muy extensos,
rescato algún párrafo saliente para transcribirlo, pero no más que eso. No solamente
me lleva tiempo, sino que a nadie le interesa escuchar otra vez una reseña
sobre la vida de un prócer. En los actos patrios pasa eso, es difícil salirse
de ese corset para ampliar la mirada.
Dentro de poco será mi cumpleaños, y como ustedes comprenderán, llegado a cierta edad uno ya va desestimando los festejos grandilocuentes, o tirar la casa por la ventana. Bueno, en realidad no estamos en una situación que permita tirar nada. No sé cómo me verán los demás, y quizás carezca de importancia indagar al respecto. Pero yo creo que algo he aprendido, que cada año consigo algún objetivo. Que yo pueda decir "hice esto", por pequeño que sea.
Sería
una gran frustración comprobar que todos estos años han sido al pedo, que los
he desperdiciado en estupideces y que no logro levantar cabeza para desandar el
camino correcto. Ello hace que probablemente, si miro hacia atrás, vea a mi
otro yo diciéndome que no me tome la vida tan en serio, que me ría más, que
disfrute el viaje porque es muy corto.
Si vos tenés un problema o una preocupación, casi nunca te detenés a pensar qué tan genuina es. Si algo te pone mal, ya es motivo suficiente para darle otra dimensión y no dejar que el cuadro se siga agravando, como si fuera un paciente enfermo. Es algo molesto, queda ahí como una piedra en el zapato, y hasta que no que quites ese zapato, permanecerá esa misma sensación. No se puede especular con la comodidad de no hacer nada, porque los conflictos no se resuelven viendo cómo te atraviesan hasta doblegarte. Hay duelos que debemos superar casi todo el tiempo, no hablemos sólo de un fallecimiento, sino de desamores, de una sociedad que se distingue por la falta de vínculos verdaderos. Yo sigo apostando a que lo que vengo haciendo rinda sus frutos, y que pueda ver el resultado de lo que sembré hace 22 años. Tal vez alguien se percate de mi laburo cuando yo sea un viejo decadente, no lo sé. Si la gente te dice que te valora, preguntale cómo te lo demuestran. Tratándote como m..., seguro que no. Nos estamos viendo pronto, amigos. Punto final.
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