Hoy percibí, por primera vez, que muchos vecinos, muchos lobenses, estaban realmente asustados y alarmados por los hechos de público conocimiento. No era para menos, luego de una seguidilla de casos positivos que nos hicieron comprender que nadie está exento de contagiarse. A decir verdad, era algo que ya sabíamos, pero cuando las balas pican cerca, la presa comienza a desconfiar. Eso es lo que está sucediendo ahora.
Mi rutina de hoy fue normal, procuré aprovechar el tiempo para pagar unas cuentas, publicar notas en mi diario digital, hacer los quehaceres domésticos y empezar a proyectar en un corto plazo. Adaptándome a la contingencia, de eso se trata. Trazar planes de acá a tres meses no tiene sentido en el escenario que estamos viviendo, donde las decisiones políticas que se toman para hacer frente a la pandemia cambian con bastante frecuencia y nos sumen en el desconcierto. Ello nos hace suponer que las autoridades sanitarias tampoco tienen bien en claro qué quieren hacer, esto es como el rating de la tele, el famoso "minuto a minuto".
Los contagios o brotes pueden producirse en las situaciones más insólitas, no hace falta entrar en detalles. Un ejemplo elocuente es la reunión familiar que se hizo en Lobos por un joven fallecido, y que motivó que se debiera asilar y monitorear a decenas de personas, con todo el despliegue del recurso humano que eso implica. Por otra parte, ya se está hablando que cuando las camas colapsen, pacientes del Conurbano podrían ser derivados o trasladados a hospitales del Interior de la Provincia. Y aquí hay que ser mesurados: la salud es pública para todos, así como vos quizás debas atenderte en alguna ocasión en un Hospital como El Cruce, de Florencio Varela. Lo que no me cierra es que si el Presidente había emprendido la tarea de construir (o terminar de construir) nuevos centros de salud, si la "curva" no se achata esto puede derivar en consecuencias insospechadas. Por supuesto, no es momento de hacer futurología. No sería prudente, por los motivos que ya acabo de exponer.
Más allá de eso, lo importante es poder afrontar el encierro y este estado de anormalidad siendo creativos, tratando de salir del bajón. Estoy escribiendo mucho más que antes, porque es un modo de hacer catarsis y de explorar una veta diferente. Seamos claros, esto nos cambió a todos, y aquel que no se dio por aludido, no ha aprendido nada. Tengo 40 años y este es el momento más atípico que me tocó afrontar en mi vida. Jamás imaginé que iba a pasar algo así, y creo que nadie se lo imaginaba tampoco. En esta cuarentena, hemos descubierto libros, películas, discos, todo aquello que antes postergábamos porque no teníamos tiempo. Hoy volví a escuchar a Los Beatles, y ahí te das cuenta de que para trascender hacer falta talento, porque nadie hablará del los mercachifles de Ricky Martin, Maluma o Luis Miguel dentro de 50 años. Entonces, vos te ponés a escuchar un disco de 1969 y decís: "¿Cómo hicieron estos tipos?". Es para ponerse a pensar. Y no lo digo sólo porque sean anglosajones, ya que León Gieco, o bien Charly García, superarán con creces el paso del tiempo, por citar sólo dos ejemplos.
Como les habrá sucedido a la mayoría de ustedes, llegado a cierta edad la vida me ha puesto a prueba infinitas veces, y he tenido que tomar la decisión que creí la más adecuada en ese momento. No siempre fue la mejor o la más acertada. Pero había que jugarse. Si vos podés tener un tiempo razonable para pensar antes de actuar, está todo OK, pero en el común de los casos no es así. Mi aspiración es que todo el período que venimos transitando no haya sido en vano, y si todo esto no nos sirvió para aprender a disfrutar intensamente cada momento, estamos perdidos. Punto final.
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