Comenzamos la segunda mitad del año, que no abriga mayores esperanzas, respecto a los 6 meses anteriores. Hasta febrero, la cosa pintaba bastante bien, pero los hechos de público conocimiento nos sumieron en un cambio de vida radical, que la mayoría hemos sostenido porque creemos en la conciencia ciudadana y en el esfuerzo colectivo. No voy a hablar nuevamente del Sr. Nilo Medina porque no quiero darle prensa, sólo puedo afirmar que el activismo o la militancia tiene muchas formas de realizarse, y no es ésa la más adecuada. Mi economía se derrumbó en los últimos días de marzo. La pasé terriblemente mal. Luego logré recomponerme un poco, y ahora estoy con "lo puesto". Temo que esto se agudice aún más, y que el resto del año se replique para trazar un 2020 para el olvido. En rigor de verdad, ya ostenta dicha categoría, inclusive supera a 2002, cuando hubo una crisis social gravísima, pero por lo menos te la podías rebuscar de lo que fuera. No hay Estado de Sitio ni Toque de Queda, pero vivimos como si ambos existieran.
Va a llegar un momento en el cual el bolsillo de la gente no podrá resistir sin trabajar como lo venía haciendo, o con un horario acotado. De hecho es lo que viene ocurriendo. Muchos de mis clientes no me pueden pagar porque facturaron poco y nada. Es una cadena que se corta por lo más delgado. No sé como podré sostener mi diario digital sin la rentabilidad que antes solía tener, además de cumplir con mis obligaciones ante el Fisco. Sé que no soy el único que está en este trance, pero no es consuelo. Como periodista, no puedo alentar a la desobediencia civil, ni avalar a quienes la ejercen. Lo que realmente sirve, es indagar en aquellos rubros que se han visto más perjudicados, y ver qué alternativa brinda el Gobierno si decide continuar con la cuarentena por tiempo indeterminado.
El humor social no es el mismo que el 20 de marzo, cuando arrancamos con esto. La incertidumbre es lo que genera mayor ansiedad, se complican los trámites para cualquier cosa porque hay que sacar turno para todo, hay gente que anda por todos lados sin permiso de circulación, y si vos tenés viajar a Buenos Aires porque no te queda otra, te la hacen cada vez más difícil. Larreta y los amigos del PRO quieren una ciudad "blindada", como si fuera un principado, y si hay muertos en la villa 31 no importa, sus habitantes ni siquiera merecen ser parte de las estadísticas.
Yo tengo libre tránsito porque soy trabajador de prensa, pero no me abuso de ese "pemiso" ni ando al pedo a cualquier hora. Hago una nota o saco un par de fotos, y vuelvo a mi casa. No lo tomo como un privilegio. Más de una vez me he olvidado el barbijo en mi casa y he tenido que volver a buscarlo, como lo hace cualquier ciudadano. Las estimaciones dicen que para septiembre habrá un levantamiento de estas restricciones. Sin embargo, en un país tan imprevisible como el nuestro, toda especulación al respecto queda en el terreno de la futurología. Si no es el Estado quien establece pautas claras con miras a volver a la normalidad, será la gente quien se tome esa atribución. Punto final.
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