Entre tanta hojarasca, hay posteos que, sin falsa modestia, puedo aseverar que están muy bien hechos, y me enorgullezco de haberlos publicado. En 2005 tenía pocas preocupaciones, y las que había en aquel tiempo no las sobredimensionaba como me sucede actualmente.
Mi intención, en los últimos años, ha sido no redactar en base a mi estado de ánimo, o impulsado por alguna experiencia ingrata. No lo hago, porque ello me lleva a quejarme y al lector no le interesan mis problemas o contratiempos. Pero de vez en cuando me gana "mi otro yo", y hago catarsis por este medio, que aun así sigue siendo mejor que cagar a trompadas a alguien. Hay que tener temple, lo hablaba ayer con un amigo. Siempre es mejor no responder al necio o al que lanza una provocación para ver quién se "prende" en esa. Este 2020 me encuentra en una etapa más introspectiva, donde no hay que confundir egoísmo con amor propio.
He redactado notas que sumaron miles de visitas, no me pregunten cómo, y sin embargo otras que me parecían más logradas pero no corrieron la misma suerte. Sea como fuere, nunca cuestiono el comportamiento del público lector. Lo que sí me fastidia un poco, sobre todo en las redes sociales, es que ya empiecen a opinar por haber leído el título, que puede (o no) tener que ver con el resto del texto. Pero eso sucede más en mi diario digital, en Lobos 24.
He redactado notas que sumaron miles de visitas, no me pregunten cómo, y sin embargo otras que me parecían más logradas pero no corrieron la misma suerte. Sea como fuere, nunca cuestiono el comportamiento del público lector. Lo que sí me fastidia un poco, sobre todo en las redes sociales, es que ya empiecen a opinar por haber leído el título, que puede (o no) tener que ver con el resto del texto. Pero eso sucede más en mi diario digital, en Lobos 24.
Lobos es mi lugar, lo ha sido siempre, inclusive cuando hace 18 años me ausenté por unos meses buscando un mejor porvenir.
Ultimo post de junio. Fue un mes lindo, por acontecimientos que exceden a la cuarentena. No me quejo de las obligaciones y compromisos cotidiano que van cayendo sobre mí como pedradas del destino, es lo que hay.
A menudo la gente deposita
demasiadas expectativas sobre una etapa particular del año, incluso sin razón
aparente. Pero no lo veo mal, cada uno se aferra a lo que puede para seguir
viviendo y creyendo en que algo va a cambiar. Yo solía hacerlo hace un tiempo,
pero me embarga una sensación extraña al intentar fijarme límites temporales en
este momento de mi vida. Trato de no indignarme por las atrocidades que veo a
diario, a medida que envejezco voy tomando conciencia que formará parte de mi
vida contemplar ese paisaje absurdo. Intento rescatar lo bueno de las personas,
enredarme en una conversación, esbozar una sonrisa de satisfacción luego de
haber visto una buena película, maravillarme del talento ajeno para escribir un
libro considerado en un verdadero tesoro. En fin, pequeñas delicias estar vivo. Nos vemos el mes siguiente.