Tras un comienzo prometedor, el Gobierno va mostrando casi sin disimulo sus profundas contradicciones, probablemente porque se ve superado ante la realidad. Si a un individuo cualquiera le pasa esto, puede considerarse habitual, pero si le ocurre al Presidente y sus ministros, estamos en problemas. Mientras siguen tapando agujeros con los acreedores externos y los bonistas, patean la cuarentena para adelante porque ya se les ha hecho costumbre hacerlo.
Como no podemos esperar demasiado de nuestros dirigentes, hay que mirarse más el ombligo. La paz interior no se consigue por el mero hecho de "estar tranquilo". Es saber actuar con firmeza cuando las circunstancias lo requieren, tener temple, hacerle frente a las cosas, pero con la convicción de que lo hacés porque querés. Ser consecuente con tu pensamiento, te brinda esa paz. Actuás conforme a tus principios, y te comportás de ese modo. Quizás todo esto podrá resultar demasiado idealista, ya que muchas veces nos traicionamos porque estamos expuestos a demasiada presión y actuamos siguiendo al rebaño. No estamos convencidos para nada de la decisión que tomamos, pero sentimos que no nos queda otra alternativa que hacer las cosas de este modo, nos da vergüenza alzar nuestra voz. O simplemente no podemos hacerlo. Sin embargo, debemos reconocer que uno en muchas ocasiones se autocensura: damos demasiados rodeos para expresar algo que dicho de otra manera sería demasiado chocante, o "políticamente incorrecto".
Para tener serenidad, hay que plantarse ante lo que te rodea, pero no con un afán desafiante. Aceptar los consejos de la gente que realmente vale la pena, que te
quiere de verdad, y que va a estar a tu lado cuando las papas queman. Y si te
toca tratar con alguien que no conocés, hay que tener la capacidad suficiente
para saber discernir entre las buenas intenciones y la manipulación.
Hay personas que saben reaccionar ante la adversidad, y otras a las que les cuesta más. A mí se me hace difícil
cortar con el pasado, con aquellas cosas que queremos olvidar pero que de
alguna forma todavía nos siguen limitando. Pero aprendí que a la vida debemos
disfrutarla como podamos, no como nos diga un libro de autoayuda y una conferencia de Pilar Sordo.
La mayoría
de nosotros, por el trabajo que realizamos, debemos relacionarnos con personas
de diferentes ámbitos. Pero hay que fijarse límites, creo yo, para no permitir
que nos intoxiquen o que nos usen como paño de lágrimas. Hay un libro muy
recomendable, de Wayne Dyer (el autor de "Tus zonas erróneas"), que
se llama: "Evite se utilizado". El título es más que elocuente. No
permitir que no tomen como material de descarte, como si no fuéramos personas.
No ser funcionales a los intereses de terceros. Creo que por ahí está la clave.
Es cuestión de ver qué buscan los demás de nosotros y qué objetivos persiguen
para adoptar una actitud ante ellos. Punto final.