24 de junio de 2020

A no bajar la guardia cuando llega el vendaval

Comenzó el invierno, y en esta oportunidad llegó con frío, lo cual no es una obviedad como parece dado que años anteriores, todavía para esta fecha teníamos temperaturas cálidas. Trato de enfocar mi mente en lo realmente importante, al menos para mí. En Buenos Aires y el AMBA volvieron a Fase 1,5. El Gobierno dice que es "el último esfuerzo". A decir verdad, el esfuerzo ya lleva alrededor de 100 días, con algunos municipios vecinos como Navarro o Roque Pérez que alcanzaron la Fase 5 y ya pueden transitar un camino cercano a la normalidad. Me pareció una estupidez que aquí en Lobos haya gente que se manifestó pidiendo practicar determinados deportes, cuando es sabido que la Provincia denegó esa petición. Para un distrito que tiene 8 casos positivos desde marzo a esta parte, era previsible que no se concedieran nuevos permisos. Puedo entender que haya vecinos que quieran salir a pescar, o a jugar al paddle, pero deberán esperar, como estamos esperando el resto de los lobenses que tampoco podemos hacer todo aquello que quisiéramos. Ese es el alto precio que se paga por la negligencia y la falta de cuidado que debe tomar cada uno. Y hasta que no nos hagamos cargo, seguirán apareciendo nuevos casos, mientras un grupúsculo de fundamentalistas anticuarentena se creen depositarios de una verdad revelada, que no son más que gansadas sin ningún asidero. 

Es tedioso y remanido hablar de la cuarentena, tan tedioso como ella misma, pero no se puede soslayar lo que está ocurriendo. Habrá quienes se cuidaron y se contagiaron accidentalmente, pero son la minoría. En otra nota había mencionado la posibilidad de que se haga una prueba piloto por 15 días, pero ahora que lo pienso bien, sería un colapso, con gente corriendo o comiendo asado en el Parque o donde se les cante la gana. Somos hijos del rigor, aceptémoslo. 

Tal vez no tenga que ver, pero pienso que, a medida que uno va envejeciendo, aparecen las canas y se esfuman los ideales. Nos volvemos más pragmáticos: palo y a la bolsa. Comprendemos que, casi sin quererlo, hemos adoptado un modo de vida burgués, porque hay un sistema pensado para que un celular o un televisor nos mantengan endeudados en infinita cuotas a todos aquellos que no tenemos la capacidad económica de adquirirlo de otra manera. Ni hablar de tener que pagar un alquiler para contar con un techo donde podamos subsistir.

Todo lo que podemos hacer es conformarnos con vivir una vida tranquila, y además deberíamos sentirnos privilegiados si lo logramos. La mayoría de la gente vive alterada, presionada y maltratada por sus empleadores, con sueldos miserables que no alcanzan para invertir, frustrándose por todo lo que no puede comprar, sin  poder fijarse metas y proyectar una realidad distinta.

Mi escepticismo hacia la política (y los políticos) es absoluto, aunque todos podemos tener simpatía por algún legislador que se convierte en un “Llanero Solitario” al hacer honor a su función asistiendo a las sesiones y argumentando con solidez y convicción en los debates.

En lo que a mí respecta, fuera de mi familia y mis amigos, no me importa nadie más. Quiero que esto se entienda bien. Por supuesto, hay personas que por distintos motivos me caen bien, pero no me importan lo suficiente. Me concentro en mi círculo íntimo, porque sé que son los únicos que van a estar a mi lado cuando me suceda algo ingrato.

Al focalizar nuestro afecto hacia quienes realmente valen la pena, evitamos el sufrimiento y el desgaste de las relaciones humanas que no conducen a nada y nos sentimos contenidos emocionalmente por gente que nos conoce y nos quiere de verdad. Considero que ese es el mayor aprendizaje que esta cuarentena, y de tener que estar todos juntos en "la casa de Gran Hermano". Punto final. 

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