Me gusta madurar una idea antes de redactarla, o de plasmarla en palabras. Masticarla y luego expulsarla al cyberespacio, como quien escupe el carozo de un aceituna. Quizás últimamente los lectores encuentren temas recurrentes en las notas que escribo, en virtud de la situación excepcional que estamos viviendo.
También, eso hace que
muchos "posts" que tengo en la cabeza nunca vean la luz, porque
considero que no me convencen del todo, y no reflejan el sentir del público
lector. En lo sucesivo, trataré de brindarle a este
espacio otra orientación, y esto está motivado fundamentalmente por la
necesidad de tener un mayor amplitud. Brindar una visión “macro”, es decir, no
estar tan encorsetado a lo que es Lobos. No quiero caer en la tentación de hacer de este blog un mero diario personal con observaciones de la vida
cotidiana. Eso ya se ha hecho antes, y mejor. Además no me considero tan importante
como para exponer de un modo minucioso todas mis acciones. En realidad, uno
vive con la sensación de que ya está todo inventado, de que es muy difícil
lograr un atisbo de originalidad allí donde otro arrojó la primera piedra.
Lo que ocurre es que llevamos muchos días de encierro, y ello nos "neutraliza" de alguna manera, porque tenemos una percepción diferente de lo que pasa. Hay gente que pudo explotar un potencial creativo inusitado, y otros que les cuesta un poco más establecer una rutina. Ojalá que en Lobos se permita realizar actividad física y deportes individuales, como sucede en Roque Pérez. Si somos responsables, y no sacamos ninguna "avivada" de la galera, esto es posible. Una simple caminata ya nos predispone de otra manera, en mi caso me daría la sensación de que estoy haciendo algo por mí, para que todos los kilos que acumulé desde el 20 de marzo a esta parte puedan ir reduciéndose de a poco. Solía caminar por el perímetro de la Plaza Tucumán, que queda cerca de mi casa, y a decir verdad es unos de los espacios públicos más lindos y arbolados que tiene Lobos. Siempre trataba de hacerlo con un amigo o alguien que pudiera conversar, porque resulta más ameno y no empiezan a envolverte pensamientos o preocupaciones sin sentido en el bocho.
No es ninguna novedad que uno no le otorga valor a algo hasta que lo pierde, y eso me pasa con muchos hábitos que antes daba por sentado que formaban parte de mi vida. Pero lo bueno es que podés descubrir y adoptar otros. Tener un compromiso social implica no pensar solamente en el bienestar individual, demoler el egoísmo, no joder a nadie. Esto último es lo más importante: dejar la envidia y el chusmerío de lado. Nunca me prendí en ninguna gansada que cualquiera haya dicho sobre un tercero y que sembrara la discordia y los comentarios maliciosos. Por eso, lo que menos espero es que tengan el mismo criterio con mi persona. El único límite real que tenemos, somos nosotros mismos, ¿no les parece? Punto final.