Me propuse tratar de ser creativo en estos días de encierro, meterle pilas a los proyectos que hace tiempo tenía en mente pero por algún motivo quedaron sin concretarse. Cuanto más ocupe el tiempo libre en algo que me permita aprender, menos pesada será la carga de la cuarentena.
Ojalá que cuando todo esto pase, no sigamos viviendo como si nada hubiera sucedido. Algo que me parece notable, es que hoy le damos valor a una hora de caminata o de running, porque no podemos salir. Antes, teníamos todo el día para hacerlo y nos daba fiaca o holgazanería. Siempre había una excusa para "romantizar el sedentarismo". Yo mismo postergaba la concurrencia al gimnasio con justificaciones absurdas, en lugar de asumir que no tenía ganas de ir. El escenario post-cuarentena es impredecible, en principio porque no sabemos cuánto tiempo durará esto. Pero, pese a ello, podemos pensar que nuestra valoración de la "normalidad" será una vuelta a celebrar la vida. Lo que estamos atravesando, es similar a lo que ocurre cuando se tilda la computadora: hay una falla en el sistema operativo. Algo nos impide desarrollarnos con plenitud, justo en la era digital donde estamos hiperconectados con las redes sociales y el celular.
Podríamos pensar en un mensaje optimista, tipo "todo va a estar bien", o "vamos a salir adelante", pero mejor esperar a que las cosas pasen, y en el mientras tanto, intentar darle una vuelta de tuerca a esta película que no sabemos cómo terminará.
Parece mentira que ya hayan transcurrido 45 días del aislamiento, pero hoy por hoy, es un dato meramente anecdótico. Este mediodía de domingo, compartí un asado con mi familia, cada uno puso un poco de plata para comprar la carne y el carbón, y así pudimos darnos un gusto colaborando entre todos. La sobremesa se extendió hasta pasadas las dos de la tarde, mientras hacíamos zapping buscando algo interesante en la tele. Ya para ese momento mi viejo se retiró a sus aposentos a dormir la siesta.
Todo ello me hace pensar que, aunque más no sea por un día, pudimos lograr tener un almuerzo diferente, y más allá de la comida, sentarnos todos a la misma mesa conversando sobre cosas triviales, como solíamos hacer antes. En ningún momento se habló de la pandemia, ni de cualquier noticia relacionada a ella. No es que evadimos el tema, surgió naturalmente direccionar la conversación hacia otro lugar.
Rescato como un hecho positivo, esta pequeña escena de la vida cotidiana, pero que demuestra que si nos proponemos salir del foco de la atención pública, podemos hacerlo. Como diría Fito Páez, "es sólo una cuestión de actitud". Un actitud que durante mucho tiempo me faltó, y que me llevaba a quejarme demasiado de todo. Me conozco lo suficiente para pensar que recaeré en los reclamos y demandas de distinto tenor. Pero las conductas se pueden modificar, de lo contrario estaríamos condenados a ser los mismos boludos de principio a fin. Punto final.
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