Un domingo tranquilo en la ciudad. En un kiosco céntrico la gente hacía cola para comprar cigarrillos, debe ser el único que tiene el privilegio de contar con ese producto. Algunos salían del local llevándose cartones enteros. Hasta en Mercado Libre se está cotizando el atado de una marca más o menos conocida a precios exorbitantes. Creo que esto llevará tiempo, habrá quienes podrán aguantar más sin fumar, y otros que comprarán cualquier cosa al precio que sea.
Esta cuarentena ya me tiene cansado, harto, agotado. Pienso que esas sensaciones son compartidas con muchos de los que me están leyendo. Además del perjuicio económico que me está provocando, al no poder cobrarles a mi clientes. Hay días que se hacen más amenos que otros, a veces transcurren las horas tan lentamente que me acuesto a dormir una siesta, y cuando despierto ni siquiera sé qué hora es. Todos estamos padeciendo algún tipo de desequilibrio en este momento, nos estamos adaptando a la anormalidad. Más de una vez estuve a punto de salir a la calle y me olvidaba el barbijo, y es natural porque no lo teníamos incorporado. Quisiera volver a 2019, que fue un año horrible pero supera su benevolencia con creces a este 2020. Ni yo puedo concebir que desde el 20 de marzo estamos encerrados. Esto ocasiona la destrucción de la industria, la pérdida del empleo, recesión, dólar por las nubes, y default. Y ojo, no caigamos en la necedad de la falsa dicotomía entre economía y salud. Todo es importante, porque si no tenés un mango en el bolsillo, ni siquiera vas a poder comprar los insumos esenciales para comer. De qué sirve que el Presidente tenga buena imagen en la mayoría de la sociedad, si hay argentinos que viven en la extrema pobreza. Pobreza endémica, que viene desde hace años, y que nunca les interesó resolver. Hablaban mucho de la "redistribución de la riqueza", una gansada que ningún economista serio se cree, porque los únicos que se enriquecían lavando guita en Santa Cruz eran ellos. Y después llegó Macri, con un guiño a las empresas para que aumentaran la luz, el gas y el agua todo lo que quisieran. Para tomar deuda irresponsablemente y para hundirnos aún más.
La gente no confía en los políticos (excepto los afiliados a algún partido), porque sabe que roban todo lo que pueden, no hacen nada, y dejan al país peor de lo que lo encontraron. Hay una maraña de secretarías y subsecretarías absolutamente al pedo, puestos inventados por este Gobierno o por el anterior, y todas esas lacras cobran muy bien mientras nos piden que seamos solidarios. Será la historia quien emitirá un juicio de valor definitivo cuando se vayan los mismos de siempre y haya una renovación real en la pésima dirigencia que nos gobierna. Punto final.
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