Comienza el
fin de semana en Lobos. El hecho de que se haya flexibilizado la cuarentena le
otorga una fisonomía distinta a la ciudad. Todavía está “a media máquina”, pero
se advierte más movimiento en los comercios, sobre todo en rubros que antes no
estaban permitidos. Si actuamos de manera responsable, esto se podrá mantener y
ampliar conforme pase el tiempo. Y será positivo para todos, ya que no habrá
tanta moto dando vueltas haciendo delivery y el cliente podrá hacer su compra
de forma presencial. Sin embargo, todavía estamos lejos de que eso ocurra, dado
que se supone que la gastronomía y la apertura de los bares no están dentro de
las prioridades del Gobierno.
Estoy
redactando esta nota mientras me cebo unos mates, por distintos motivos hacía
dos o tres días que no degustaba la tradicional bebida rioplatense y la
extrañaba un poco. Parece que la “locura” por conseguir cigarrillos se va a
terminar en un corto plazo, si es que las tabacaleras vuelven a producir.
Varios medios nacionales deslizaron esa posibilidad. Los kioscos que aún tienen
algún remanente cobran cualquier cosa por un atado de dudosa calidad, pero al
fumador empedernido ello no le importa demasiado.
Se sabe
que, cuanta más gente esté en la calle, más altas son las probabilidades de que
el virus circule. Pero necesitamos una hora de recreación o de actividad
física, como había anunciado el Presidente en su discurso anterior y se
convirtió en algo que luego quedó en la nebulosa. Por supuesto que una medida
de esta naturaleza debe estar bien reglamentada para no dar lugar a abusos de
todo tipo. Hay otro tema sobre el cual se ha hablado mucho: la emisión de
pesos, la “maquinita” de fabricar billetes. En el contexto actual esto es
entendible, porque el país está al borde del default y no tiene financiamiento
externo. Presentaron una propuesta para pagar dentro de tres años con una quita
de deuda del 64 %. Era previsible que los “buitres” no aceptaran tamaño
despropósito. Si se hubiera aceptado, se pagaría a los bonistas en 2023, justo
cuando finaliza el mandato de Fernández.
La Iglesia,
que recauda y recibe bastante guita, tiene que contribuir activamente para
paliar el hambre de los argentinos, no sólo a través de Cáritas, sino con
gestos directos y concretos, que los curas lleven mercadería a los comedores,
que se den “un baño de humildad”, porque pontifican mucho en las misas pero no
se advierte más que palabrerío. Hagan algo, sáquense la sotana y pónganse un barbijo. No sean aburguesados. Sí, las ferias de ropa usada están
bien, pero pónganse ustedes al frente, ya que les sobran muchas horas del día. ¿Tanto les cuesta golpear las puertas de los hogares y preguntar: "Señor, señores, necesita algo"? En
lugar de delegar, acudan personalmente, escuchen las necesidades, y pregúntense
por qué cada vez menos fieles van a Misa. Les anticipo la repuesta: No se
sienten representados, no por Cristo, sino por ustedes. De lo contrario, cómo
se entiende que otras religiones le estén poniendo el hombro a la situación
mientras ustedes no tienen el coraje (o los h…) de denunciar las injusticias
con nombre y apellido, del mismo modo que muchos sacerdotes lo hicieron años atrás, pese a
que les costó la vida y el escarnio de los poderosos que manejan
discrecionalmente la entrega de alimentos con punteros variopintos. No estoy en
contra de la Iglesia Católica, sino del modo de actuar que muchos prelados han
adoptado, dado que les piden a los fieles fe y esperanza cuando no tienen un
plato de comida en la mesa.